Querido lector, una nueva temporada social está a punto de iniciar en Londres y esta autora no podría estar más emocionada por ello.
¿Podrá acaso 1814 superar la extraordinaria temporada de 1813? ¿Qué otra sorpresa podrá depararnos esta nueva tempo...
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La mujer le dio un último beso al hombre y finalmente se apartó de él con una sonrisa.
Benedict se dejó caer sobre las almohadas, con el cabello completamente empapado en sudor y la respiración agitada.
— Bueno — dijo Tessa levantándose de la cama y poniéndose una bata — eso fue instructivo, sin duda.
Benedict no pudo evitar soltar una risita.
— Me habían llamado de muchas formas, pero instructivo, eso sí que es nuevo — dijo.
La castaña rio y después se sentó en la orilla de la cama. Benedict se levantó de inmediato y colocó la barbilla sobre el hombro de la mujer.
— Bueno, definitivamente fue algo mucho más que instructivo — aceptó ella. Benedict sonrió complacido y después le dio un apasionado beso a la mujer en los labios.
Una vez que se separaron, la castaña miró el cuaderno de bocetos que yacía en el mueble al lado de la cama y comenzó a hojearlo, al mismo tiempo que Benedict empezaba a repartir besos a lo largo de su cuello.
— Son bastante buenos — reconoció la mujer admirando el trabajo de Benedict.
— No lo son — murmuró con los labios aún pegados a su cuello —. Son basura, de hecho.
— Eres demasiado duro contigo mismo — le recriminó la mujer —. Son dibujos realmente buenos. Eres realmente talentoso.
Benedict pasó un brazo alrededor de su cintura.
— Pero soy más talentoso en otro tipo de actividades — le dijo. La mujer no pudo evitar soltar una risita.
Fue en ese momento que la castaña cambió de página y se topó con el retrato sin terminar de una hermosa joven. Tessa esbozó una pequeña sonrisa.
— Vaya... — murmuró en voz baja —. Que hermosa es.
Benedict alejó su rostro de su cuello para poder ver lo que fuese que la mujer estuviese viendo, e inmediatamente se quedó de piedra. Completamente congelado en su lugar.
