Querido lector, una nueva temporada social está a punto de iniciar en Londres y esta autora no podría estar más emocionada por ello.
¿Podrá acaso 1814 superar la extraordinaria temporada de 1813? ¿Qué otra sorpresa podrá depararnos esta nueva tempo...
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Querido lector, se dice que la competencia es una oportunidad para que nos levantemos y nos enfrentemos a nuestros mayores desafíos. Y con la reciente decisión de la reina de nombrar no solo uno, sino dos diamantes esta temporada. Parece ser que la competencia se llevará a cabo entre ambas señoritas este año. Después de todo, de cada dos diamantes siempre habrá uno que brille más, y por el momento solo nos quedara esperar para saber cuál de las dos señoritas será ese diamante. Por otro lado, si lo que esta autora oyó esta mañana es cierto, un gran desafío con relación a nuestros diamantes de la temporada se ha dado a conocer sin duda. Todo pretendiente que desee una audiencia con la señorita Edwina Sharma o con la señorita Ophelia Crawford, deberá domar primero tanto a la hermana de la primera como al primo de la segunda. Aunque, si me permiten dar mi opinión, creo que lord Robert Crawford es más bien como un cachorro comparado con la ruda bestia solterona que es la señorita Kate Sharma. ¿Será este acaso el primer triunfo para la señorita Ophelia? Supongo que solo el tiempo lo dirá.
REVISTA DE SOCIEDAD DE LADY WHISTLEDOWN,
18 de abril de 1814
Los días que le siguieron al baile de la reina en el que está había nombrado a Ophelia y a Edwina los diamantes de la temporada.
Tanto la casa Crawford como la casa Danbury estuvo llena de hombres de toda clase y con todo título querido ganarse el favor de ambas señoritas.
En la casa Crawford en particular, Ophelia se encontraba mirando con una sonrisa fingida como el décimo hombre del día se encontraba dedicándole unos cuantos versos, que claramente no había escrito él, para ganarse el favor de la joven rubia.
Detrás de él, Robert, quien era el único que se encontraba en la sala en ese momento, estaba sentado comiéndose una de las tantas cajas de dulces que los pretendientes habían traído para Ophelia, mientras miraba al hombre con diversión.
Jamás habría imaginado que los hombres serían capaces de humillarse tanto con el afán de conseguir el favor de una señorita. Debido a que el matrimonio de su hermana había sido arreglado desde el inicio, nunca había tenido que ver una situación cómo está, pero debía admitir que estaba disfrutando de cada momento.
