Querido lector, una nueva temporada social está a punto de iniciar en Londres y esta autora no podría estar más emocionada por ello.
¿Podrá acaso 1814 superar la extraordinaria temporada de 1813? ¿Qué otra sorpresa podrá depararnos esta nueva tempo...
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Los días que le siguieron a la velada de lady Danbury, Ophelia no supo nada de Colin. Era como si de pronto hubiese desaparecido de la faz de la tierra.
— Lia — la llamó Robert al verla tan distraída — ¿estás bien?
La joven asintió.
— ¿Has sabido algo de Colin? — preguntó.
— Ayer fue conmigo y otros amigos a White's, pero se fue temprano — respondió —. ¿Por qué?
— Solo me pareció algo extraño que no haya venido a verme — dijo encogiéndose de hombros.
— Tal vez ha estado ocupado — dijo Robert —. ¿Y qué me dices de Benny?
— ¿Benny? — preguntó ella confundida.
— Ya sabes, Benedict — respondió Robert con obviedad — Elizabeth me dijo que ha estado viniendo a visitarte.
— Bueno, viene porque le estoy enseñando violín.
Robert se rio con incredulidad.
— Lia, ningún hombre se tomaría la molestia de salir de la comodidad de su hogar, caminar varias cuadras y entrar a hurtadillas a casa ajena solo para practicar violín — dijo —. Creí haberte entrenado mejor que eso.
— En primera, no soy un perro al que puedas entrenar — se quejó Ophelia — y en segunda, no solo practicamos violín, también me está enseñando pintura, o a veces simplemente conversamos.
— Ningún hombre... — comenzó a decir Robert.
— ¿Y qué hay de ti? — interrumpió Ophelia.
— ¿Yo? — preguntó él confundido.
La rubia asintió en respuesta.
— Lady Whistledown escribió en su columna el otro día que haz estado pasando mucho tiempo en la casa Danbury — dijo y luego con una sonrisa socarrona añadió: — Y estoy más que segura de que no vas a visitar a la viuda.
