Querido lector, una nueva temporada social está a punto de iniciar en Londres y esta autora no podría estar más emocionada por ello.
¿Podrá acaso 1814 superar la extraordinaria temporada de 1813? ¿Qué otra sorpresa podrá depararnos esta nueva tempo...
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Ophelia no pudo conciliar el sueño esa noche ya que a su mente venía una y otra vez el recuerdo del beso que había compartido con Anthony Bridgerton.
Le enojaba bastante. Le enojaba todo lo que había ocurrido la noche anterior. Le enojaba que el vizconde la hubiese besado sin su consentimiento. Le enojaba qué momentos después el mismo hombre que hacía unos días le había obsequiado un hermoso ramo de sus flores favoritas también la hubiese humillado y degradado de la peor forma. Pero, sobre todo, le enojaba que no podía dejar de pensar en ello.
La joven soltó un suspiro.
Luego de volver de aquella velada no le había vuelto a dirigir la palabra a nadie y se había encerrado en su habitación de donde no había vuelto a salir desde entonces.
Se sentía molesta, enojada, furiosa, sentía una terrible ira como nunca antes había sentido.
Quería estrangular a Anthony Bridgerton, quería humillarlo de la misma forma que él había hecho con ella, quería borrarle aquella cruel sonrisa de su estúpido rostro. Esa maldita sonrisa que había tenido la noche anterior dibujada en sus labios. Esos labios que también la habían besado minutos antes.
En ese momento la joven comenzó a divagar y recordar la sensación de tener los labios del vizconde pegados a los suyos. Sus manos recorriendo todo su cuerpo mientras la besaba.
La joven cerró los ojos por un momento recordando la sensación, una sensación que quería volver a sentir. En ese momento abrió los ojos escandalízala.
¿Por qué estaba pensando eso?
Desde luego que no quería volver a sentirlo. Odiaba al vizconde lo odiaba, lo odiaba hasta el punto de... ¿desearlo? No, desde luego que no.
¿Por qué desearía a alguien que la había tratado como basura?
El hombre se había portado como un patán con ella. Además, él iba a casarse con su amiga.
Edwina.
Ese pensamiento la hizo sentir muy culpable.
Ella sabía que a Edwina le gustaba mucho Anthony. Solía hablar de él todo el tiempo, era prácticamente de lo único que ella hablaba últimamente.
