VII

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Seguíamos en la misma posición: él sobre mí, aprisionando mis brazos y ahorcandome.

—Intentemos de nuevo: ¿te gustó lo que viste esta mañana? —preguntó haciendo presión. Aire...

—No... Sé de qué... Hablas—repetí lo que había dicho antes, con bastante esfuerzo. Spar sonrió más, dándome más miedo.

—Resistirte solo hace que me divierta más. Creí que ya lo sabías, amore—esa última palabra hizo eco en mi cerebro. ¿Dónde lo he escuchado...?

—No... —necesitaba aire—. Spar... Por favor... —supliqué.

—¿Necesitas aire? —hizo un puchero, uno demasiado fingido, y luego soltó una carcajada—. Bueno, solo debes responder mi pregunta. Es fácil. Sí o no.

—No... No... —repetí varias veces tratando de soltar mis brazos.

De un momento a otro se levantó y quedé libre. Tosí y respiré profundo varias veces tratando de recuperarme.

—¿Lo ves? Es fácil ser obediente. Pero esa nunca ha sido una opción para ti, ¿no, amore? —lo dijo de nuevo.

«Amore»

La palabra se repetía varias veces en mi cerebro. En todas se escuchaba su voz, y muchos flashes de él demasiado cerca de mí diciéndolo.

Le dediqué una mirada de odio y me acosté de lado, dándole la espalda.

—Vete—dije en un hilo de voz.

—¿Por qué? Si nos estamos divertido tanto—contestó con fingido pesar, pasando su mano por mi espalda.

—Vete, Spar, solo vete—cerré los ojos tragandome el llanto. No lloraría frente a él.

—¿Adivina qué? No lo haré—juro que podía sentir su sonrisa malvada mientras hablaba.

—¿Por qué no puedes dejarme en paz? —me levanté y lo encaré, dejando bastante clara la diferencia de tamaño—. Hay muchas personas a las que podrías hacerles la vida imposible.

—Tu eres la única persona a la que quiero hacerle la vida imposible—se encogió de hombros y empezó a jugar con un mechón de mi cabello entre sus dedos—. Además, Mave, tu y yo sabemos que me extrañabas—guiñó un ojo.

—¿De qué carajos hablas? —dije dando un paso atrás.

—Oh, ¿en serio, Mave? ¿Jugaremos a eso de nuevo?

—¿Jugar a qué? —Spar dio un paso y acortó la distancia. Tuve que subir la cabeza para ver sus ojos grises que estaban fijos en mí. Tiró del mechón de cabello que tenía entre sus dedos para acercarme más a él y quedé literalmente a un centímetro de su cara.

Ayuda.

—Ese juego que tanto te gustaba, de hacerte la difícil, la fuerte, para que yo me enoje y... —ladeó un poco la cabeza con diversión—. Bueno, lo que conlleva eso—cada vez que hablaba sus labios rozaban levemente los míos.

—No sé de qué hablas—entrecerré los ojos.

—Yo sí, y eso basta, Mave.

Empezó a trazar una caricia suave con sus dedos alrededor de mi cuello. Me causaba escalofríos.

—¿Q-Qué estás haciendo? —pregunté dando un paso atrás, alejándome de su toque.

—Jugando contigo—volvió a acortar la distancia y yo volví a retroceder hasta que sentí la pared contra mi espalda. Spar sonrió. ¿Por qué tiene que verse tan endemoniadamente bien, Dios mío?

—No te me acerques, Spar—estiré mi mano para que viera que hablaba en serio. Él tocó el centro de mi palma con su dedo.

—¿Por qué no? ¿Me tienes miedo?

Sí.

—No.

—Bueno, entonces puedo acercarme todo lo que quiera. Porque eso a ti no te afectará—empezó a avanzar—. No se te  acelerará la respiración—tomó mi muñeca y bajó mi brazo. Tragué grueso—, tampoco te temblarán las piernas—llegó hasta mí. Mi corazón iba a salirse de mi pecho—ni evitarás mi mirada—aguantó mi barbilla con su mano derecha, y la izquierda la puso a un lado de mi cara—. ¿Cierto, amore?

—No soy tu amore—dije, a duras penas, sin poder dejar de mirarlo a los ojos.

Este sujeto estaba empezando a hartarme...

—¿En serio? —ladeó la cabeza sonriendo.

—Aléjate de mí.

—No, Mave.

Basta.

Con la fuerza que saqué de no sé dónde le di un empujón que lo despegó de mí tan rápido que casi se cae al sueño.

—Escúchame, Spar, no sé qué clase de demente eres, ni tampoco quiero saberlo. Sólo quiero que me dejes en paz de una maldita vez para dejar de sentir que me estoy volviendo loca—su cara pasó de sorpresa a enojo, pero eso no me detuvo—. Así que, si no es mucha molestia, ¡lárgate de aquí ahora mismo, Spar Unbekannt!

Luego de mi descarga de adrenalina, Spar literalmente desapareció delante de mis ojos, yo quedando pegada a la pared respirando agitadamente. Volteé a todas partes tratando de encontrarlo pero no estaba. Tampoco estaba en el baño ni en el pasillo.

—Al menos ya se fue—me dije a mí misma luego de dar un suspiro.

Me senté en la cama y tomé el libro para distraerme con él, pero mi cerebro estaba en otra parte. ¿A dónde había ido? ¿Por qué desapareció de la nada? ¿Qué carajos pasa? Con esas preguntas dando vueltas en mi cabeza me quedé dormida.

DesconocidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora