Ok. Ya pasaron dos semanas desde que Spar desapareció. Dos semanas en este pueblo retrógrado en medio de la nada. Dos malditas semanas en las que llamé y le envié mensajes a mi papá todos los días y no da señales de vida.
La verdad es algo preocupante, pero no tanto como la sensación que tengo desde que desperté aquella tarde y no había nadie acechándome.
Lo sé, soy masoquista. Rogué y rogué porque Spar se fuera de mi vida y ahora que por fin desapareció (literalmente) no dejo de pensar en él, y cada que me despierto a medianoche me levanto y reviso cada rincón del cuarto que sigo ocupando en el hotel esperando encontrármelo por ahí.
Pero, en mi defensa, tengo ese presentimiento que dice que algo va a pasar. Algo malo.
Lo bueno de todo esto es que no he tenido pesadillas desde que se fue. Claro, tampoco es que haya dormido mucho, pero eso es otro tema.
—¿Estás lista? —me preguntó Roy asomándose en la puerta del baño de mi habitación.
En este tiempo he estado ayudándolo a él y a su mamá en lo que puedo, ya sea limpiando, haciendo compras o ayudando con los niños. Roy es una especie de maestro de los niños de Kinder, lo que me recuerda algo importante: Jason, ese niño de ojos grises y cabello negro, como un mini Spar.
Descubrí que cuando la mamá de Roy lo encontró apenas tenía unos cinco años, y que nunca había dado señales de poder hablar, lo que se atribuía a un posible trauma sufrido antes de que lo encontrara. ¿Cómo lo sé? Pues porque yo le pregunté y ella me lo dijo. Ahora Jason estaba viendo clase con los niños de su edad, a ver si conseguía algún progreso, así que no lo había visto en un buen tiempo.
—Sí, ya voy—terminé de atar mi cabello en una cola y salí del baño. Tomé mi teléfono para no perder la costumbre y envié un mensaje:
Papá, en cuanto veas esto llámame, por favor.
08:30 am. Enviado, sin entregar. ✔︎—Tranquila, ya aparecerá—dijo Roy poniendo una mano en mi hombro.
—Me preocupa, ¿sabes? Es raro que no conteste—guardé el celular en mi bolsillo y volteé a ver al chico detrás de mí.
—Lo sé, pero, como dicen en una película que vi, "si el problema no tiene solución, preocuparse de nada servirá".
—Me suena familiar. ¿Cuál es la película?
—Siete Años en el Tíbet.
—Ahhhh sí, ya la recuerdo. Es muy buena—salimos del cuarto y nos encaminamos a donde sea que fuéramos hoy. Normalmente no había un lugar fijo al que ir, sino que íbamos a varios sitios haciendo varias cosas.
—Sí, es genial. Y ahora que lo pienso, tú te pareces mucho a Heinrich.
—¿En qué? ¿Su deslumbrante belleza? —bromeé y Roy rió un poco.
—Sí, y también en que hiciste un viaje que no salió como esperabas—sólo solté una risita pero no dije nada más.
Seguimos caminando hasta llegar a la escuela. Ese es otro cuento más: En los días en que he estado viniendo resultó que conseguí varios enamorados. Son chicos de secundaria, claro, y para no tener problemas yo solo les sonrío y los ignoro. La reina de la desilución me dicen.
Fuimos directo al área de Kinder donde nos encontramos a los niños jugando y corriendo de un lado a otro. Lo normal.
—Buenos días, pequeños monstruos—los saludó Roy dirigiéndose al escritorio.
—¡Holaaaaaaaaaaaaaaaaa! —respondieron todos juntos acercándose a él.
—¡Hoy van a tener el increíble honor de quedarse todo el día con Mave!
Qué.
QUÉ.
—¡Síííííí! —dijeron todos juntos viéndome y aplaudiendo con sus manitos. Yo me acerqué a Roy con cara de te asesinaría con los ojos si pudiera.
—¿Qué? —se atrevió a decir con una sonrisa de angelito.
—¿Cómo que "qué"? Yo no puedo cuidarlos. ¡Ni siquiera sé cómo ver si un carro tiene o no gasolina!
—Ellos no saben manejar, así que...
—Vamos, Roy, una cosa es acompañarte mientras tú los cuidas y otra es quedarme sola.
—Lo harás bien, y solo será hasta las dos. No pasará nada—dijo relajado. Yo solté un bufido—. Bueno, espero que te vaya bien. Yo volveré en un rato. ¡Adiós, pequeños monstruos! —di un saltito en mi lugar. Roy solo salió rápido del salón y me dejó ahí.
Traidor.
¿Y ahora qué?
Volteé y vi que los niños estaban muy tranquilos jugando sin ponerme atención. Bueno, esto tal vez no sea tan difícil.
***
El día había estado pasando muy relajado. A la hora de la comida casa quien buscó su lonchera y yo me quedé con hambre. Sí, muy triste. Pero en fin, todo estaba normal.
Hasta que alguien tocó la puerta.
Yo me levanté tranquilamente y caminé hacía allí para ver quién era. Era una mujer algo mayor y bastante enfadada.
—¿Puedo ayudarla, señora? —le pregunté amable.
—Este niño es un caso perdido. No lo quiero más en mis clases. No muestra ninguna señal de aprendizaje y, honestamente, no creo que lo haga alguna vez—miré a sus lados pero no vi a nadie. Ella se dio cuenta y volteó también—. ¡Jason!
Qué.
QUÉ.
El pequeño se acercó a la mujer con la cabeza gacha y las manos entrelazadas. Yo tragué saliva tratando de controlarme.
«—Sólo es un niño, no te hará nada.» me repetía como un mantra.
—Entra—le dijo la mujer. Él sólo lo hizo y quedó a mi lado, aún mirando el suelo—. No quiero volver a verlo. ¿Está claro?
—Sí, señora—respondí igual de amable que al principio. Ella se fue, casi echando humo por las orejas, y yo cerré la puerta del salón.
Roy, ¿y si llegas?
Miré el reloj en la pared. Aún faltaba una hora para que volviera. Rayos.
—Entonces, Jason... —me agaché a su altura y vi que jugaba con sus manos—. ¿Cómo te fue con la maestra? —le pregunté con una pequeña sonrisa.
«—Sólo es un niño, no te hará nada.»
Él negó con la cabeza.
—¿Entiendes lo que te digo? —asintió.
Wow, esa era la primera señal de comunicación que daba desde que lo conocía. Genial.
—¿Tienes hambre? ¿Quieres comer? —asintió de nuevo—. Bueno, tienes suerte. Yo justo iba a comprar algo para comer. ¿Quieres acompañarme? —levantó la cara y asintió, viéndome a los ojos.
Sus ojos...
Aún me sorprendía lo iguales que eran a los de Spar, solo que Jason no tenía maldad alguna en su mirada. Al contrario, tenía miedo, pero, ¿de qué?
—¿De quién crees, Mave?
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Desconocido
Mystery / Thrillerdesconocido, desconocida adjetivo · nombre masculino y femenino 1.[persona] Que no es conocido. ******************************* Un desconocido, eso era él para mí. Pero, al parecer, yo no era una desconocida para él.