EL ATRIL 1: MAFIA

INTRODUCCIÓN

Lo único que oigo es un pitido constante y agudo que me taladra la cabeza. Veo gente que corre y se empuja, presa del pánico. Noto que la mujer a mi lado tiene la boca muy abierta, como si estuviese gritando. Está cubierta de sangre y trata de mover el cuerpo inerte de Francesco. Miro lo que queda del que hasta unos instantes era uno de los mafiosos más peligrosos de Nueva York.

Alguien me agarra del brazo y me saca a tirones del asiento donde estoy. No puedo dejar de mirar el cadáver, hasta que me sacan del local y me empujan dentro de un coche. Justo detrás suben a la mujer que gritaba, la madre de Francesco. Su cara está sucia de sangre, materia gris y lágrimas.

No reacciono. Sólo miro alrededor, como si nada fuese real. Me parece que alguien me está hablando... es Marco, el hermano de Francesco. También tiene manchas de sangre y en su mano lleva un arma. Se asoma por la ventanilla del acompañante, pero no llega a disparar.

No sé cuánto tiempo estamos en el coche, pero finalmente me dejan en la Sala del Gorrión. Entro con paso lento, aturdida.

Al principio nadie me presta mucha atención, pero al poco empiezo a escuchar las voces de las chicas y algún grito.

Veo salir a la señorita Molly de su despacho y venir corriendo, con expresión seria.

- ¡Lisa! ¿Qué ha pasado?,¿de quién es esta sangre?

Sorprendida, bajo la mirada y me observo a mí misma. El vestido tiene manchas rojas. Me giro hacia uno de los muchos espejos de la pared. El reflejo parece sacado de una película de terror, pues no es sólo la ropa: mi cara y pelo también están salpicados de sangre.

- ¡Lisa!- insiste la señorita Molly, agarrándome de un brazo.- ¿Dónde está Francesco Juliano?

- Está... está muerto...- logro decir, mientras alzo las manos. También están manchadas de sangre.

Aunque no hay ninguna ventana, sé que ya es de noche, pues las chicas han dejado de estar a mi alrededor y están listas para salir a bailar. Me he duchado y llevo ropa limpia. Sin embargo, aún me cuesta reaccionar, sigo en algo parecido a una nube y el molesto pitido todavía resuena levemente en mi cabeza.

Las chicas salen al escenario y yo me quedo sola en el camerino, sentada, en silencio.

- Lisa, alguien ha venido a verte.- oigo que dice la señorita Molly.

Alzo la mirada y veo que se acerca Alicia, llorosa. Estoy sorprendida de verla aquí, pero no consigo reaccionar.

- ¡Oh, mi querida niña!- solloza Alicia mientras me da un abrazo.- Sígueme la corriente...- me susurra al oído.

- No sabía que os conocíais.- murmura la señorita Molly, apoyada en el marco de la puerta, con los brazos cruzados.

- Lisa es la hija de una amiga mía del pueblo, antes de venir a Nueva York. Su madre me escribió hace unas semanas para decirme que había venido. Hace sólo unos días que me he enterado de que estaba trabajando contigo y que era amante del señor Juliano, pero no me había podido acercar. Y esta tarde cuando me he enterado del asesinato... - Alicia rompe a llorar y me vuelve a abrazar.- Pobre niña...

Molly pone los ojos ligeramente en blanco.

- Siempre has sido una sensiblera.- responde hastiada.- No es ninguna niña: todas le advertimos dónde se estaba metiendo. Bastante suerte ha tenido de no haber salido herida o tapada con una sábana.

- Me gustaría llevármela conmigo.- murmura Alicia, mientras se pone en pie.- Sé que está aquí por la deuda de un hombre, pero me gustaría llegar a un acuerdo contigo.