CAPÍTULO 7

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Vitto me toma de la mano con cuidado y me saca de la habitación, interponiéndose entre el cuerpo de Marcelo y yo, evitando que lo vea. Me lleva al cuarto de invitados y me sienta en el borde la cama.

- Lo has hecho muy bien.- me dice mientas apoya su frente en la mía, con gesto tranquilizador.- No sabía que tenías tan buena puntería.

- Apuntaba a la mano... - respondo en voz baja.

El sonríe levemente.

- Eso le pasa incluso a los mejores.- le resta importancia.- ¿Estás bien? Déjame que vea esa herida.

Mientras me mira el hombro, veo cómo en su costado está apareciendo un hematoma muy feo.

- Tú también te has hecho daño...

- Serán una o dos costillas rotas.- le resta importancia, mientras abre un cajón y coge una sábana.- Voy a hacer un par de llamadas. Aprieta esto contra la herida todo lo fuerte que puedas.

Asiento, un poco mareada y Vitto sale de la habitación con paso rápido. Pese a la herida del hombro, no me siento tan mal como esperaba. Quizás sea que vuelvo a estar en shock, pero ahora mismo sólo me siento triste por la traición de Marcelo y no por haber tenido que matar a Filippo.

Noto que me empiezan a temblar las manos y a fallarme las fuerzas. Creo que he perdido mucha sangre. Con cuidado, me apoyo contra el cabecero de la cama y trato de mantener la presión en la herida. No debo dejarme llevar por el sueño.

Al cabo de unos minutos entra Vitto en la habitación. Se ha puesto los pantalones del pijama y trae un botiquín.

- Eh, eh...- me llama nada más verme, acelerando sus pasos y poniéndose a mi lado.- Liz, no te duermas.

- Sí, lo sé.- respondo, pero los párpados me pesan mucho.

- Ya he avisado a Nino.- dice mientras saca unas gasas del botiquín y pasa a ser él quien tapone la herida. Me hace daño por la presión que ejerce pero sé que es mejor así.- Viene con el médico.

- Eso está bien, tus costillas no tienen buen aspecto.- murmuro con voz débil.

- No son mis costillas lo que me preocupa.

- Oye... ¿y Giorgio?. ¿También era un traidor?

- No.- me responde, sin dejar de hacer presión.- Está muerto. A juzgar por la herida, debió de ser Filippo. Seguramente lo mató y luego Marcelo lo dejó entrar.

Me siento triste al oír eso, pero empieza a costarme mantener los ojos abiertos.

- Ni se te ocurra irte ahora.- me amenaza Vitto, mientras me da golpes suaves en la cara con la mano que tiene libre.

- Solo estoy cansada...- protesto, mientras todo se oscurece a mi alrededor.

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Está todo oscuro. Noto un pinchazo en el hombro. Con cierta dificultad, empiezo a abrir los ojos.

- Buenos días, señorita.- me saluda un hombre que no he visto nunca. Es rubio y con unos brillantes ojos azules. Siento que me está haciendo algo en el hombro, pero no me duele.- Un par de puntos más y habremos terminado. Ha tenido suerte: la bala ha entrado y salido limpia, sin causar daños graves.

Algo aturdida, miro a mi alrededor. En la puerta de la habitación está otro de los hombres de Vitto, pero no veo ni rastro de él.

- ¿Y el jefe?.- pregunto, con voz débil.

- Está ocupándose de que todo quede limpio.- me responde tranquilamente el doctor. Supongo que es un médico clandestino.

- Él... también está herido.

EL ATRIL 1: MAFIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora