EPÍLOGO

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Han pasado varios meses desde la boda y no puedo ser más feliz... bueno, podría. Si Vitto fuese menos cabezota.

- No voy a dejar que vayas tú solo.- refunfuño, mientras me cepillo el pelo antes de acostarme.- Ni siquiera deberías asistir.

- Ya lo hemos discutido, Liz.- suspira Vittorio, esperándome en la cama.- No voy solo, vienen mis hombres, incluido Nino. No es un banquete común, nos vamos a reunir con los capos de Chicago y la familia Puzo no puede faltar. Son muy susceptibles. Demasiado peligroso.

- Ya he estado en reuniones peligrosas.

- No como esta.- insiste.- ¿Cómo podría justificar tu presencia allí? Nadie lleva a sus esposas.

Me giro hacia él, molesta.

- ¿Cuantas de esas esposas se han convertido en la mano derecha de su marido?

- No tengo ni idea.- admite Vittorio.

- Incluso Nino reconoce que se me debería incluir oficialmente en la familia.- insisto, metiéndome en la cama.- Eso de que las mujeres no puedan entrar en la mafia es tremendamente machista. Gracias a mi colaboración, hemos aumentado el poder y la influencia de la familia.

- Y yo te lo agradezco enormemente.- me responde, al tiempo que se acerca a mí y me aparta el pelo del cuello.

- Podrías necesitarme durante la reunión.- continuo. Comienza a besarme el lóbulo de la oreja.

- Es posible...- admite, mientras va bajando y sus labios me acarician el cuello.

- Y... no creas que...me vas a distraer con sexo...- murmuro con menos vehemencia, notando cómo mi respiración se acelera.

- Jamás haría eso.- replica Vito mientras me recuesta y comienza a acariciarme el pecho.

Dejo escapar un gemido.

- Esto es trampa.- le digo justo antes de que su boca se pose sobre la mía.

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- Buenas tardes, señora.- me saluda Abigail, cuando entro. Me he pasado el día entero haciendo recados varios y vengo cargada de bolsas, que rápidamente se apresura a coger ella.

- Hola, Abigail.- le respondo.- ¿Dónde está Vitto?

La doncella guarda silencio unos instantes. Una alarma se enciende inmediatamente en mi cabeza.

- ¿Abigail?

- El señor ha salido.

Me quedo callada unos segundos.

- ¿A estas horas?

- Sí, señora.

Estoy segura de que la reunión a la que me dijo que NO iba a ir fue ayer, pero una sospecha empieza a rondar mi cabeza...

Sin decir nada, voy directa al despacho de Vittorio. Ignoro el calendario que tiene colgado en la pared y me voy directamente al que tiene en el fondo oculto del cajón. Vitto es listo y lo ha mandado hacer después de dejarme "a mis anchas" aquella vez en su despacho. Pero por supuesto, lo acabé descubriendo... y "olvidé" comentárselo.

Allí hay un pequeño almanaque. El día de hoy tiene unas iniciales: R. Ch.

- R. Ch.- leo en voz baja.- Reunión Chicago... ¡la madre que lo...!

Salgo del despacho lanzando juramentos totalmente impropios de una dama.

- ¡Doménico!.- grito.

EL ATRIL 1: MAFIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora