Miré fijamente a Adrián, esta vez no me quedaría con dudas...
Romina: ¿Cómo has conseguido mi número? Nadie en la escuela lo tiene, no está en mi Facebook y no recuerdo habertelo dado...
Adrián: Pues yo... cuando estábamos en mi casa y fuiste al baño, guardé mi número en tu celular y llamé para registrar el tuyo... - dijo con la cabeza gacha.
Romina: Okey... - susurré sorprendida.Y las horas pasaron... saqué a Adrián cuando se acercó la hora de llegada de mis padres.
Nuevamente mi vecino evitó que dejara este mundo, ¿Cómo lo hacía? Ya era segunda vez que me hacía olvidar mi propósito.
Mientras pensaba, aún sentada en el sillón, llegó mi madre, borracha como de costumbre. Empezó a gritarme, sin motivo aparente; "nunca debiste haber nacido" fue una de las pocas cosas que logré entender. Al igual que con los abusos de mi padre, los insultos de mi madre ya no dolían, la costumbre...