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HACE MUCHOS AÑOS
ISABELLA ERA LA PERSONA MÁS PULCRA DEL MUNDO, quería que todo quedara a la perfección en cada segundo que estuviera en un lugar. No soportaba ver un simple polvillo en un pequeño espacio, porque lo limpiaría al instante.
La razón de su extrema limpieza no era algo superficial, era por una razón que la chica nunca le había contado a nadie.
Isabella tenía cuatro años cuando se reveló que era una Grisha, específicamente una mortificadora. Desde esa edad sus padres comenzaron a torturarla.
Desde su nacimiento Isabella no había conocido otro lugar más que Fjerda y descubrir que era una grisha fue lo más doloroso que le pudo suceder. Sus padres escondieron su "pequeña ciencia", dejando que los demás pensaran que era una simple niña obediente.
Sus padres, como cualquier Fjerdano odiaban a los Grisha y consiguieron su propio juguete de tortura, su hija. Cuando Isabella tenía cinco años, descubrió que si mantenía todo limpio y a sí misma por igual, ninguno de sus padres la molestarían, bueno... no tanto.
Había pasado dos años, en una casa llena de insultos y maltratos. Tenía tantos morados en su piel que pocas veces podía ver su color real. Isabella era una Fjerdana y Grisha, a los seis años, cuando sus padres comenzaron a utilizarla de una manera que ella jamás se imaginó.
Una noche en la que todo parecía tranquilo, sus padres trajeron a dos hombres a la casa. Estos hombres eran mucho más altos que su padre y parecían aún más fuertes. Aunque pensó que serían amigos de sus padres, aquella misma noche mientras ella abrazaba a su pequeño peluche de dragón, estos hombres entraron a su habitación y abusaron de ella de la peor manera posible.