2. Aparición

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Lex siguió al Enviado de la Muerte en el camino que este le mostraba. Todavía confundido luego de haber salido del Oblivion, trataba de recordar cómo era que ya estaba en el Inframundo. Su recuerdo más antiguo de ese lugar era el momento en que conoció al espectro que lo guiaba, y cuando este le comunicó que, para encontrar a su amada, primero debía pasar una serie de pruebas que demostrarían si era digno de caminar en el Inframundo estando aún vivo. El Oblivion fue la primera prueba, un lugar que te hace olvidar tu propósito para que no sepas cómo llegaste ni cómo salir; y al que venció reviviendo su dolor y redescubriendo su misión de salvar el alma de Leary.

El mundo por el que caminaba ahora no quedaba ni en la Tierra ni en su hogar, era un lugar intermedio. No obstante, si de algo estaba seguro, era de que no se trataba de ningún Paraíso. El terreno y el paisaje parecía cambiar constantemente, mas su guía avanzaba confiado, imperturbable por lo que pasara alrededor. Lex era valiente, pero ver a infinidad de criaturas sufriendo y clamando por piedad ante sus pies, le conmovía hasta las entrañas.

-Habrá muchas distracciones en tu camino, y tentaciones para obligarte a abandonarlo -le advirtió el Enviado antes de comenzar-. Si esperas tener éxito, deberás superarlos a todos. Pero sabe que nadie lo ha logrado hasta ahora.

Las palabras recién recordadas resonaban en el espíritu del rey. En sus bolsillos conservaba las cartas que Leary le escribió en siglos pasados, cuando aún lo buscaba; las apretó para que le brindaran fuerzas.

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Su guía se detuvo de forma repentina, sin pronunciar palabra. A pesar de que su gigantesca silueta era casi trasparente, Lex no pudo ver qué tenían delante. Rodeó al espectro y este no se inmutó, para encontrarse con un hombre parado frente a ellos, mirándolos fijamente.

El vampiro pensó que se trataba de otra prueba, si no, ¿por qué se detendrían? Presionó más las cartas y avanzó hasta el hombre. A medida que se acercaba, se dio cuenta de que se parecía a Luca, el último Bibliotecario Oscuro, encargado de guardar la historia de vampiros y brujas. No lo había visto desde que abandonó su puesto de batalla para ir tras Leary. ¿Sería posible que él también muriera en la guerra?

-¿Qué haces aquí? ¿No tienes un reino que gobernar? -le dijo Luca con apatía.

-Estoy buscando a Leary, ¿la has visto? -le preguntó Lex, asumiendo que estaba frente al alma del Bibliotecario.

-No -respondió el otro, apartando el rostro-. ¡¿Para esto libramos una batalla sanguinaria, para que volvieras a huir de tus responsabilidades?! ¡Ni siquiera sabes si vino aquí después de morir! -agregó con desprecio.

-¡No pienso esperar hasta saberlo mientras ella sufre un terrible destino!

-¿Cómo sabes que está sufriendo? ¿Cómo sabes que no la enviaron al Paraíso, y que no se está riendo de nosotros ahora mismo?

-Porque ella no cambió, su naturaleza seguía siendo vil, lo vi en sus ojos. No solo me deseaba a mí, tenía sed de sangre.

-¿Acaso sabes lo que pasó? Prefirió dejarse morir a que la convirtieran otra vez en vampira. Ella ya no era como tú y yo.

Lex no respondió. Mantenía vívido su recuerdo de cuando la convirtió en vampira. Él sabía que ella no quería... Mas las cartas en su mano le daban la esperanza que necesitaba de que ella lo recibiría con los brazos abiertos cuando se volvieran a ver.

Luca seguía hablando:

-¿Vale la pena arriesgar tu existencia realizando estas pruebas?

-¡¡¡Sí, ella lo vale!!!

-Pero no sabes si la encontrarás; y si lo haces, no sabes si te dejarán llevártela...

Las palabras de Leary en su bolsillo dejaban de surtir efecto. El Enviado de la muerte nunca le confirmó si se lo permitirían. Tampoco tenía idea de lo que pasaría cuando la tuviera frente a frente.

-¿Por qué no desistes? Vuelve a la Tierra. Allí Leary dejó una hermosa familia: un niño, una hijastra y un marido... ¡Deshazte del marido y toma su lugar, esa debería ser TU FAMILIA! -El tono de Luca cambió de manera drástica.

-¿Marido...? ¡Yo soy su marido! -Esa palabra irritaba sobremanera a Lex.

Cerró los puños con todas sus fuerzas.

-Esa debería ser tu familia -repitió Luca, acercándose a él, casi rozando su oído-. Ella debió darte hijos que aseguraran tu trono. Pero él te la robó, se quedó con todo lo que era tuyo, ahora tú hazle lo mismo. Convierte a esos niños en vampiros y llévalos a tu hogar para que reinen junto a ti.

-No. No será lo mismo -dijo Lex con pesar. Sabía que lo que oía era verdad, sin embargo, hacerle daño a otro hombre no reemplazaría a Leary.-. En mi corazón siempre sabré que no son míos.

-¿Eso qué importa? El niño es parte de Leary, y tener una parte de ella será mejor que irte de aquí con las manos vacías -Luca seguía susurrando en su oído con tono calmo.

-No quiero una parte de ella. ¡La quiero a ella! -le respondió Lex y lo empujó lejos de sí.

-¡NUNCA LA SACARÁS DE AQUÍ! -gritó Luca y su ser se desvaneció entre tinieblas.

Lex entonces entendió que lo que tuvo en frente no era el hombre junto al que peleó tantas batallas, era un espectro más, una tentación puesta en su camino para hacerlo desistir. No obstante, tenía razón en todo lo que dijo: no había seguros sobre encontrarla y devolverla a la vida. Confiaba en sus instintos, en sus sentimientos y en los de ella, pero no tenía nada más.

Su guía se paró a su lado y lo miró con curiosidad:

-Entonces, ¿qué harás?

Lex decidió continuar su viaje y hacer caso omiso a lo que acababa de pasar, mas en su corazón se instaló el deseo de quitarle al hombre que le robó, todo lo que poseía y hacerlo suyo.

El Enviado aceptó con la cabeza y comenzó a caminar nuevamente.

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Los Amantes Tienen su Propio Infierno (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora