Capítulo 5

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Aproveché que aún no se percataba de mi presencia y cargué mi arma. En el entrenamiento nos enseñan todo lo que hay que saber sobre brujas; tienen pocas debilidades pero una de ellas es el hierro, así que los cazadores generalmente utilizamos múltiples armas de este material además del combate cuerpo a cuerpo.
Hasta el momento no había interferido en la golpiza que Annie le propinaba a aquel infeliz porque creí que era una pelea de bar, común y corriente, pero si es una bruja puedo sacarle alguna respuesta que me ayude a encontrar a Ackerman.

--¡Asume las consecuencias, hijo de puta! -le gritó furiosa mientras el tipo se retorcía al compás de sus dedos.

Estaba muy ocupada con ese pobre imbécil así que pude acercarme sigilosamente, salté detrás de ella, la tomé por el cuello con mi antebrazo cortando su respiración y clavé mi daga profundamente en uno de sus costados, su cuerpo se arqueó y su mano cayó de golpe, el tipo al que torturaba aterrizó fuertemente en el piso. Annie se desvaneció por un momento, pero se recuperó enseguida, me soltó un codazo que me dejó sin aliento, se dió la vuelta y acertó un puñetazo bestial en mi rostro, caí sobre unos botes de basura, ella se retiró la daga del costado con una mueca de dolor, su piel se veía quemada, el hierro tiene ese efecto en ellas. Su herida comenzó a cicatrizar; regeneración, ese es su poder especial. Cuando recuperé el aliento mi nariz estaba sangrando, esos golpes sí que dolieron, debía darme prisa antes de que su herida cicatrizara por completo, me limpié la sangre y disparé mi ballesta de mano, la flecha solo rozó su otro costado pero fue suficiente para que se doblara al sentir el ardor del hierro quemando su piel por segunda vez, soltó un gruñido de dolor y su piel volvió a regenerarse, sus ojos ardían de furia, cargué de nuevo mi arma y estaba listo para la acción, tenía que someterla si quería obtener información de ella.
Se levantó del asfalto levitando y lentamente retorciendo sus manos mientras se acercaba a mi, parecía que estaba poseída. Yo estaba tan concentrado en sus manos y en el gatillo de mi arma que no noté nada hasta que se escuchó un fuerte ruido detrás. Algo aterrizó en el asfalto sin previo aviso desde algún tejado, ambos giramos la cabeza en su dirección y vimos cómo se puso de pie; era ella, Ackerman por fin había aparecido.

Mi corazón dió un vuelco, de pronto todas las emociones que habían estado apareciendo entre las nubes de mi cabeza se arremolinaron de golpe en mi pecho, podría jurar que mis latidos se escuchaban por todo el lugar, haciendo eco junto a mi respiración forzada, es como si el simple hecho de aparecer frente a mi fuera suficiente para desequilibrar todo mi mundo.

--¿Qué diablos estás haciendo, Leonhart? Debemos irnos cuanto antes -Dijo con voz seria refiriéndose a Annie, ni siquiera me miró, se notaba molesta pero solo eso.

--Dame un minuto, acabaré con este bastardo y luego te alcanzaré -dibujó una sonrisa siniestra en su rostro mientras me miraba, sus ojos brillaban de una manera perversa.

--¿Crees que tengo paciencia para tolerar tus absurdos juegos? ¡NOS VAMOS AHORA! -Esta vez la tranquilidad de su voz se había esfumado y sus ojos se oscurecieron.

--¡No me interesa si me tienes paciencia o no, acabaré con este malnacido, me importa una mierda si te quedas a ver o te largas, tu piel no fue quemada así que no interfieras, Mikasa! -Apretó los dientes furiosa, Annie estaba decidida y se lanzó con todo contra mí, justo cuando estaba por tocarme se quedó paralizada en el aire con una mueca de rabia.

--¡MALDITA SEA, LEONHART, TE DI UNA PUTA ORDEN Y ESPERO QUE LA CUMPLAS! -Con solo un movimiento de su mano derecha mandó a Annie a volar destrozando una pared.

Yo solo miraba la escena estupefacto, con mi dedo en el gatillo, enfrentarme a ambas al mismo tiempo sería un suicidio, además necesitaba respuestas.

--¡Hija de perra! ¿Acaso intentas proteger a ese imbécil? ¿Ahora salvas cazadores o es que lo conoces?

¿Qué? Mi corazón se aceleró; ¿todo eso fue porque Ackerman intentaba protegerme?

La cara de Annie denotaba frustración y mucha rabia, se puso de pie mientras sacudía su ropa, entonces Ackerman continuó

--Deja de decir estupideces, en marcha, Hange nos espera y no creo que quieras hacerla esperar, ¿o sí? ¿Prefieres que sea ella quien venga por ti? -Preguntó Ackerman en un tono amenazante

La expresión de Annie cambió de pronto y aunque era obvio que no le agradaba la idea de dejarme con vida, al parecer no tenía otra opción.

Yo estaba incrédulo, ¿Qué rayos estaba pasando? Fácilmente ambas podrían haberme aniquilado, ¿Por qué no lo hicieron? Era claro que Annie si lo deseaba, ¿pero y ella? está era la segunda vez que Ackerman me dejaba con vida y la segunda vez que yo la dejaba escapar....

Antes de que se esfumaran quise hablar e impedir que se fueran pero ella volteó a verme y colocó un dedo sobre su boca; quedé mudo, no pudo salir una sola palabra de mi boca y tampoco me moví, solo me quedé ahí, inmóvil, frente a la luz tenue del bar, justo como la primera vez.
Cuando reaccioné y pude por fin articular palabras, la frustración y las dudas se apoderaron de mi, Annie no fue la única que se quedó deseando respuestas y cuentas pendientes por saldar...

Recargué mi cabeza un momento sobre la pared del bar intentando aclarar mis ideas, cerré mis ojos, entonces sentí una brisa fresca y comenzaron a caer pequeñas gotas de lluvia. Alcé la cabeza con los ojos cerrados aún, sintiendo la brisa y las gotas cubrir mi rostro... de pronto sentí sus labios fríos sobre los míos y su aroma particular abrazaba mi ser, ahí fue cuando la escuché;

«espera un poco más»

LA BRUJA Y EL CAZADOR Donde viven las historias. Descúbrelo ahora