Capítulo 6

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Lisa se detuvo frente a la puerta del taller mecánico de Jungkook

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Lisa se detuvo frente a la puerta del taller mecánico de Jungkook.

Le había dicho a su padre que tenía que ir a la biblioteca, y esa tonta mentira le hacía sentir una colegiala.

Tenía veintiséis años, era una mujer responsable, tenía un pequeño departamento de propiedad en Phoenix, cuya hipoteca pagaba con su sueldo de profesora.

Era una mujer madura, adulta, responsable y soltera, y aún así tenía que ocultarse para mantener relaciones sexuales con un hombre al que amaba y que la odiaba.

Inspiró profundamente antes de llamar al timbre que había junto a la pequeña puerta que había al lado de los enormes portones metálicos.

Jungkook abrió casi de inmediato y tiró de su mano haciéndola entrar para cerrar la puerta tras ella.

—Te esperaba —susurró acorralándola contra la pared y haciéndole sentir su erección contra el vientre

—Imagino que sí.

—¿Hasta qué hora puedes quedarte?

—Le he dicho a mi padre que estaría en la biblioteca —explicó —puedo quedarme un par de horas o tres.

—Perfecto. Ven, vamos arriba —ordenó llevándola a la escalera para instarla a subir delante de él.

La hizo pasar al mismo despacho que el miércoles anterior pero algo había cambiado.

Sobre el suelo había un colchón pequeño, cubierto por una sábana blanca y limpia y una almohada también pulcramente vestida.

Sobre el escritorio una caja de condones y sobre ella dos paquetitos individuales.

—Pensé que podía intentar hacerlo más cómodo —explicó Jungkook —Sé que no es mucho pero no tengo otro lugar donde poder vernos.

—¿Vives sólo con Tyler?

—Sí, pero no quiero que vengas a mi casa en pleno día. Alguien podría verte —expuso haciéndola sentir terriblemente sucia e indigna —¿Necesitas algo? Pasar al lavabo, quieres algo de tomar…

Lisa se vio tentada de gritar y patalear o en su defecto correr a la puerta y de allí a su casa, pero intentó serenarse y reconoció que ella siempre había sabido lo que Jungkook le ofrecía y lo había aceptado, así que no era ese el momento para berrinches.

—No, estoy bien.

—Genial. Dame esto —pidió él ayudándola a quitarse la cazadora y el bolso que colgaba de su brazo —Déjame desnudarte —dijo llevando las manos a la camisa de Lisa.

Tiró de los faldones sacándola de dentro de los pantalones y la desvistió como si estuviera desvistiendo un maniquí y no a la mujer con la que tendría sexo.

Quitó la camisa por los hombros de la chica y la lanzó sobre una silla. Suspiró cuando la tuvo frente a él con el torso cubierto únicamente por un sujetador azul.

Noт мy Fαυlт | Lιzĸooĸ ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora