Pequeño one-shot sobre Narcissa. Dedicado a Helen McCrory.
Escucha la canción para acompañar la lectura🖤
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El dolor era terrible. Aumentaba a cada minuto que pasaba y ya habían pasado nueve horas. Nueve horas en las que no había relajado ni un solo músculo. Era el día. Su hijo o hija vendría al mundo.
Apretaba con fuerza las sábanas debajo de ella, mientras Heather Parkinson se movía tan rápido como podía. Se negó completamente a llevarla en San Mungo, pues los riesgos de aparecerse estando en labor de parto eran muy altos. Así que allí se encontraba aquella joven blanca como nieve y de cabello largo y oscuro como la noche, en su mansión, retorciendo su rostro de dolor, a punto de dar a luz.
—¿Dónde está Lucius? No puedo hacerlo sin él —dijo apretando los dientes, esforzándose en terminar la oración.
—Sé que pronto vendrá —mintió. La madre de la apenas nacida heredera de los Parkinson sabía que ese idiota no estaría allí para su amiga—. Ahora puja Cissy, necesito que pujes con todas tus fuerzas ¡Tú puedes!
Los gritos de Narcissa llegaron hasta los lugares más recódnitos de la lúgubre mansión. Lloraba de dolor, pero a la vez lloraba de tristeza, porque su esposo no estaba ahí para ella, cuando más lo necesitaba.
—¡Veo su cabeza! —anunció Heather— Kydine, ¡pronto!, trae una manta.
La elfina en un parpadeo trajo una manta verde entre sus manos. El momento estaba cada vez más cerca, y Narcissa no estaba segura de poder lograrlo. Sus gritos de dolor dejaban entrever el miedo que sentía a todo; al no estar pujando de la manera correcta, a que el bebé no nazca con buena salud, o a ser una mala madre. Se sentía la mujer más vulnerable del mundo.
—Ya casi Cissy, sé que tu puedes, vamos amiga necesito que resistas. Ya viene —la alentaba la señora Parkinson mientras sus manos estaban cada vez más cubiertas de sangre. Agradecía a Merlín haber estado interesada en medicina en su juventud como para aprender lo básico.
—POR MERLÍN SANTO HEATHER, NO PUEDO, POR FAVOR, NO LO RESISTO. —gritó desgarradoramente.
—Claro que puedes ¡Claro que puedes! Por favor amiga, es tu bebé, resiste, hazlo por él.
Narcissa siguió pujando teniendo clavadas sus palabras en su mente "Es tu bebé, resiste, hazlo por él".
Narcissa pujó con todas sus fuerzas, apretando los dientes de tal manera que rechinaban.
Y de pronto todo acabó.
Y un llanto inundó la habitación.
—Es un niño —anunció Heather con un gran sonrisa de felicidad—. Es un fuerte y hermoso niño.
La señora Parkinson limpió al bebé y lo envolvió en la manta. Narcissa parecia desorientada, en un estado atónito.
¿Lucius? ¿Dónde estaba él? Su cuerpo estaba temblando del estrés y su cabello lacio y perfecto se encontraba hecho una maraña.
—¿Cissy? ¡Cissy!
Los llamados de Heather la trajeron a la realidad. La miró confundida unos segundos, hasta que vio lo que tenía entre sus brazos.
—¿Es un niño? —su amiga asintió y le entregó al pequeño bebé entre sus brazos. Era blanco y rubio, parecía un querubín—. Mi hijo.... —susurró como si no lo creyera.
Todo el miedo y la angustia habían desaparecido. El mundo se había desvanecido. Solo quedaban ella y su pequeño bebé, cuyo llanto cesó al escuchar los latidos de su madre. Él abrió sus pequeños ojos plateados y se toparon con los de Narcissa. De ambas miradas surgió una conexión más fuerte que cualquier cosa en el mundo. La conexión de un amor eterno entre madre e hijo.
Ya no necesitaba a Lucius, ni a nadie, porque ahora se sentía la mujer más fuerte y poderosa del mundo. Eran ella y su hijo por sobre todo y todos. Ellos contra el mundo, juntos a la par hasta el final de sus días. Era ese amor, lo que hacía que su corazón latiera más fuerte que nunca, lo que le daba vitalidad.
Aquellos pequeños pero penetrantes ojos grises le recordaron a la historia del dragon negro, la que su padre le contaba antes de dormir. El poderoso y colosal dragón negro que conquistaba el mundo con el fuego que salía de su garganta y aterrorizaba con sus ojos plateados que brillaban en la oscuridad y eran confundidos con las estrellas.
—Draco —susurró—. Tu nombre será Draco —lo abrazó con más firmeza—... Te amaré desde este día hasta el fin de la eternidad.
La joven besó al pequeño en la frente, con la frase "Es tu bebé, resiste, hazlo por él" aún en su mente y sin saber que se convertiría en su lema de vida, que lo recordaría siempre para avanzar sin importar los osbtáculos, todo por su hijo. Cada paso que daba, cada pelea que daba, cada dolor que soportaba eran por su hijo.
La imagen se desvaneció en un remolino de tinta negra y azul. Draco sacó la cabeza del pensadero y cayó de rodillas, aturdido.
—Mamá... —susurró inundado en melancolía.
Recorrió los pasillos de su mansión hasta llegar a su cuarto, donde se recostó en la cama en un extraño estado de paz.
Había visto a su madre, y una vez más, pudo sentir su calidez, como si realmente estuviese allí, con él. Luego de dos meses de haberla perdido, volvió a sentir un calor en su corazón que solo sentía cuando lo abrazaba.
Varias lágrimas silenciosas se escaparon de sus ojos, y volvió a susurrar "mamá" para luego caer dormido.Aquella noche, en sus sueños, madre e hijo volvieron a encontrarse y una vez más, Narcissa arruyó a su bebé.
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En honor a Helen McCrory
(17 de agosto de 1968 - 16 de abril de 2021)
Que en paz descanse.
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Espero que lo hayan disfrutado, quise hacer una especie de tributo a esta maravillosa actriz que interpretó a Narcissa, un personaje tan importante en mi historia.Nos vemos pronto🖤
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Tu ojos no mienten/ Dramione EN EDICIÓN
Fanfiction-Si muero, si un día desaparezco, nadie lo notará, Granger, es la verdad.-dijo fríamente. -Yo lo notaré -dije con una punzada en el corazón. Obra totalmente mía. Todos los derechos reservados