2. El secreto de sus ojos

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       Hoy me levanté más temprano de lo normal, como a las seis de la mañana.

      Normalmente me levanto a las siete y media pero de todas maneras aproveché y adelante bastantes tareas que eran para mañana.

      Luego de ya haber escrito unos dos pergaminos eran las nueve. Así que me bañé con agua tibia más tirando a caliente y me vestí con el uniforme de Hogwarts completo, junto con bufanda y guantes ya que hace mucho frío, me peine con una suerte de trenza cocida, tomé mi mochila y salí de mi habitación para ir al Gran Comedor, ya tenía hambre. Al salir ví que la puerta de la habitación de Malfoy estaba cerrada y no entreabierta, lo que me decía que él ya había salido.
Salí de la torre de premios anuales camino al Gran Salón, mientras pensaba en la clase de Herbología que me tocaba después de desayunar junto con Ravenclaw, ahí me vería con Luna.

       Como acostumbro antes de ir a clases pase por el Gran Comedor a desayunar. Me senté en la mesa de mi casa y comencé a beber un deliciosos chocolate caliente junto con algunas galletas. Recordé con nostalgia a Ron. Él solía comer increibles cantidades de comida, y si él estuviera aquí, podría haber jurado que ya habria bebido como tres tazas de chocolate caliente. Pero Ron no estaba. Harry tampoco. Ambos estaban estudiando para ser aurores. No digo que esté mal, pero los extraño y me hacen falta.

—¡Hola Hermione! —volteé mi cabeza para ver a Luna sentándose a mi lado.

—Hola Luna ¿qué tal?

       En estos meses, la amistad entre Luna y yo se había fortalecido, se había agrandado. Realmente es una chica extraordinaria, con una gran imaginación. Nos quedamos charlando hasta que decidimos que era hora de ir a Herbolaria. La clase transcurrió tranquila, excepto porque a Seamus casi se lo come una planta carnívora gigante. Revisé mi horario, seguía Adivinación con la casa de Salazar.
Mentiría descaradamente si se me ocurriera decir que me gusta esa asignatura, porque la verdad es que la odio. Pero no estaba en condiciones de quejarme, los EXTASIS se acercaban y no podía descuidar ninguna de mis notas.
Cuando llegué al salón de Adivinación, todos estaban tomando sus lugares y antes de que alguien lo acupara, tome lugar en una mesita en la que no había nadie, hasta que vinieron Lavender y Padma. En frente mío, en una parte alta estaba Malfoy, solo. Nadie se había sentado con él. El sentimiento de pena volvió a mí en ese momento ¿qué era lo que me pasaba? ¿por qué me preocupaba tanto su vida? Es decir, a lo mejor le gustaba la soledad.

       De todas maneras, sentía pena por él. Era como si me molestara verlo tan... solo.

      La clase, fue ABURRIDA, como siempre. Toda una absurda hora perdida en una absurda asignatura cuyo fin es absurdo. La detesto. Soy una de las última en irme, ya que tardé bastante en guardar mis libros. El salón estaba vacío, o eso creía hasta que levanto la vista. Malfoy.

       Él estaba, no muy lejos mío, guardando sus cosas lentamente. Como si no tuviera nada que hacer cuando en realidad la clase de Historia de la Magia empezaba en menos de ocho minutos, lo sabía porque mi clase de Aritmancia comenzaba al mismo tiempo. No pude evitar quedarme mirándolo, analizando. Su rostro, sus facciones, su cabello, sus movimientos.

     Habrá notado mi mirada, porque pronto él levantó su vista y me miró. Me quedé quieta, incómoda porque me haya descubierto. Fue ahí cuendo me animé a mirarlo a los ojos. Nunca los había visto conntanta intensidad, por un momento sentí que me sumergía en ellos, en ese exótico color plateado. Entonces él rápidamente apartó la vista, se levantó y se fue, con pasos apresurados.

     Yo estaba estática, no sabía si lo que sentía era real o una ilusión de tanta imaginación que posiblemente Luna me haya contagiado. Al mirarlo, sentí como si él quisiera transmitirle, decirme algo.

    Salí del salón de Adivinación y fuí a mi siguiente clase, pero mis pensamientos jamás se alejaron de Malfoy. Sus ojos. Al mirarlos me dí cuenta de que en ellos había tristeza, soledad, melancolía y unas inmensas ganas de salir de todo ello. Entonces me dí cuenta. Malfoy necesita ayuda.

     Ahora estoy acostada en mi cama, pensando en él, en... su alma. Inconcientemente suelto una lágrima. Por alguna razón que no entiendo.

Tu ojos no mienten/ Dramione EN EDICIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora