5. Es bonito

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     Aparecí en la chimenea de la Enfermería, rendida a Malfoy, con la mano en su nariz para ver si aún respiraba.

—¡Por amor a Merlín! —oí a  Pomfrey gritar— ¡Señorita Granger ¿Qué pasó?!

     Yo no respondía, solo lloraba mirando su rostro, pálido. Aún más de lo habitual. No podía morir, no podía morir, no podía morir.

     Pomfrey y Maisie, la sobrina de Filch que estudiaba para enfermera y servía como ayudante a Pompy, alejaron a Draco de mis manos.
     Yo me sentía destrozada ¿Pude haberlo evitado?
—Hermione, dinos exactamente qué pasó. —exigió Maisie.

    Lo subieron a una camilla.

—Lo encontré en la bañera, creo que se cortó con un pedazo de espejo —expliqué como pude—. El agua estaba roja.

     Yo no veía lo que le hacían, y pronto me apartaron fuera de la Enfermería, por mi bien y porque no ayudaba a nadie llorando y gritando. Salí y me senté junto a la puerta, rogando a Dios que se salve.

     Me senté en el suelo, sentía un gran frío por estar mojada. Pero casi no lo sentía, el horror en mi era mucho más grande. Él no podía morir, no merecía morir.

     El tiempo pasó, no se cuanto. Pero Maisie salió y me miró con una media sonrida de pena.

     —Él está a salvo —suspiré y tape mi cara con mis manos para retener las lágrimas—. Perdió mucha sangre pero lo pudimos salvar. Llegaste a tiempo Hermione.

     —Gracias Maisie. Gracias —la abracé— ¿Puedo verlo?

     —Él está inconsciente, pero puedes quedarte si quieres. Lo movimos a una habitación especial. Hay un sillón cómodo para acompañantes. Debe estar aquí hasta mañana. Lo ideal sería trasladarlo a San Mungo. Probablemente alguien del Ministerio venga mañana.

    —Gracias Maisie, de verdad gracias.

    Regresé adentro y le agradecí también a Pomfrey. Pude ver la duda en ella. Maisie me llevó a una de las habitaciones especiales, subiendo por una escalera escondida en la Enfermería. Abrí la puerta y ahí estaba él, tapado por una manta, con su muñeca vendada y con correas. Ella aclaró que eso se debía a que podría despertar y estar muy alterado o agresivo.

—Ya puedes irte Hermione, nosotras lo cuidaremos.

     Sentí molestia ante esa idea. Por supuesto que no me iría de allí.

—No, si no les molesta, me quedaré —dije segura.

—Está bien. En el armario encontrarás una manta —señaló—. Cualquier cosa que necesites, me avisas. Estaré de guardia — dijo Masie antes de cerrar la puerta

     Me quedé a solas con él. Me saqué con un hechizo y limpié la sangre en mi ropa. Sentí escalosfrios al ver como la sagre iba desapareciendo lentamente.

   Me acerqué al armario y tomé una manta. La habitación era pequeña y acogedora, con decoración rústica e iluminada levemente por las velas, contrastaba muchísimo con el porqué estábamos aquí.

   Acerqué el sillón a la camilla y me senté, tapándome con la manta.

   Jamás me imaginé estar en una situación así. Aún no lo podía creer. Por un momento sentí que iba a vomitar mi corazón.

     Mientras miraba su perfil, con sus ojos cerrados y su muñeca vendada pensaba en lo irónico que era todo. Me sentía tan rota por dentro... Y ahora mismo no me interesaba buscarle una lógica a esto, al sentimiento aterrador que me generaba la idea de que Malfoy, solo un día... no esté.

Tu ojos no mienten/ Dramione EN EDICIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora