Capítulo 12 - La alucinación.

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Capítulo 12 – La alucinación.

Las hojas de otoño caían lentamente sobre las aceras en la que dos jóvenes caminaban con suma tranquilidad. Un suspiro escapo rozando los labios del más joven, y este, mirando a la persona que yacía a su lado, frunció el ceño al percatar que estaba con los ojos pegados al aparato telefónico en vez del hermoso paisaje que presenciaban.

—Tienes dieciocho años, y aun no sabes valorar lo que te rodea —la voz del más joven llego hasta la persona, la cual, despegando su mirada del celular, contemplo el rostro juvenil con detención y sonrió sin antes desordenar esos delicados cabellos rizados tan oscuros como sus sombras.

—Una cosa es valorar, y otra es demostrarlo —murmuro como respuesta al reproche.

El joven arqueo una ceja, tal vez la chica que le acompañaba tenía razón, pero no iba admitirlo frente a esta, pues odiaba perder ante las personas, sobre todo ante su hermana mayor. Sus zapatillas patearon una piedrecilla y luego se cruzaron en el caminar de la mayor para que esta tropezara.

La acera estuvo a punto de recibir, con los brazos abiertos, a ese cuerpo joven que pertenecía a Verónica. Los ojos marrones de la muchacha fulminaron al menor, y sus labios, dejando que un insulto le acariciara, recibieron una mordida de los propios dientes de su boca.

—Estate atenta al camino, hermana —burlesco el joven riendo sin dejar de caminar.

La joven ordeno sus cabellos y pisando las hojas con fuerza se acercó a su hermano para tirarle de los mechones y obligarlo a pedir disculpas, detestaba que Julián le molestara en cada momento, de manera inesperada. Antes de que sus manos tocaran esos rizados mechones de pluma, el hermoso paisaje se tornó sombrío provocando un estremecimiento en la muchacha.

Una brisa helada azoto el rostro de Verónica, y esta, cerrando los ojos para impedir que la tierra se adentrara el ellos, intento acercarse a su hermano para tomarle de la mano con fuerza. Podía sentir como Julián temblaba, quizás por el frío ofrecido por el viento, quizás por otra cosa, que daba miedo.

Finalmente la chica abrió sus ojos para divisar al menor, y abriendo la boca ante la sorpresa dada, pego un grito tan grande que era capaz de demostrar todo el horror que sentía en su interior.

Esa mano que había sostenido con fuerza ya no era de Julián, su hermano menor, sino que de otra cosa, que ni siquiera podía ser descrita como humana. La sangre emanaba de esos ojos vacíos, la piel parecía haber sido quemada de tal manera que los músculos estaban expuestos a cualquier mirada.

Verónica retrocedió unos cuantos pasos con las manos apegadas a la boca ¿Qué era esto? No lo sabía, hace tan solo unos segundos estaba con su hermano dando un paseo, y en un abrir y cerrar de ojos, ya todo había cambiado.

Su cuerpo tropezó con algo que parecía un cuerpo, y mirando a sus espaldas sintió que el aire era incapaz de navegar por su cuerpo. El chico rubio, de nombre Jonathan, estaba completamente ensangrentado, y no solo eso, sino que herido.

—Ella, está aquí.

La voz del rubio escapo con el viento. Los ojos marrones de la chica derramaron lágrimas, y su boca, su seca boca, permitió que un nuevo grito adornara la escena que estaba viviendo.

Un golpe en su mejilla la hizo reaparecer en un nuevo lugar. Francisca estaba mirándole con preocupación mientras derramaba unas cuantas lágrimas en esa vacía casucha sucia ¿Había tenido una pesadilla? Eso esperaba.

— ¿Dónde estoy?

Francisca se fregó los ojos al escuchar la voz de su amiga, y abrazándola con fuerza dejo que su corazón se tranquilizara luego de haber tenido que observar como Verónica no era capaz de huir de la cosa que le atormentaba en el sueño.

—Estamos en Pentreath…—Francisca se separó de la joven—. Estábamos buscando a Jonathan antes de llegar aquí, y enseguida nos dividimos en dos grupos luego de que desmayaras.

Verónica trago duro. Pentreath, el nombre del pueblo rondaba por su cabeza, y por alguna razón, le causaba escalofríos, unos terribles.

— ¿Hace cuánto que estamos aquí?

La chica, Francisca, se llevó una mano al mentón en son de pensamiento, y luego, soltando un suspiro, se encogió de hombros.

—La verdad es que no lo sé —dijo la joven—. No tengo con que mirar la hora, y este lugar parece estar sombrío en todo momento —agrego mirando hacia la ventana de cristales rotos—, así que ni siquiera puedo deducir si han pasado algunos minutos, horas o días… ya sabes, a veces cuando estas “sola” los segundos se hacen eternos, y eso va en contra —una sonrisa forzada se vio reflejada en su rostro.

—Ya veo.

Las palabras de la joven de ojos marrones rebotaron en las paredes. Tal vez deberían ir a ayudar a sus compañeros, pero quizás, estos ya estaban de vuelta, y eso no sería favorable si ambas se perdían en la zona desconocida.

Las manos de Verónica tocaron las húmedas paredes de la casucha, eran frías, como las manos de su hermano en ese sueño que se convirtió en pesadilla. Las ganas de llorar se le vinieron encima, no era capaz de aceptar como unas vacaciones, supuestamente agradables, podían convenirse en algo tan desastroso como lo que estaban viviendo.

—Debimos habernos ido apenas note esos pasos a mis espaldas —sollozo la pelinegra llevándose las manos a la cara.

Francisca mordió su labio inferior para impedir que el llanto escapara, y acariciando los cabellos de su amiga intento consolarla.

—No es tu culpa. Por muy desagradable que sea, todo sucede por algo.

Posiblemente así era, “todo sucede por algo” una simple frase que podía arreglar problemas desastrosos en un segundo, y en este caso, lo fue como en muchos otros. A pesar de que Francisca había culpado a Verónica por las cosas de antes, en estos momentos no quería sumergirla en la desesperación, era su amiga, debía apoyarla, estar con ella al igual que en la infancia.

—Mientras esperamos a los chicos ¿Quieres comer algo? —la sonrisa de Francisca, esta vez sincera, provoco que verónica se tranquilizara y asintiera.

Pero, mientras que esto sucedía en una de las cuantas casas de Pentreath, ¿qué hechos acontecían los individuos del bosque? Solo se puede decir que, no era nada agradable, imposible que el arco iris decidiera hacerse presente en dicho lugar para alentar a los desdichados jóvenes.

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⏰ Última actualización: Feb 26, 2015 ⏰

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