Capítulo 03 - Ojos negros.

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Capítulo 03 – Ojos negros.

Las finas gotas de lluvia caían desde el oscuro cielo, miro sus sucias manos y limpiándolas en el vestido blanco corrió en dirección al bosque. Observo el rio que se encontraba frente a ella, las piedras chocaban con tanta fuerza a causa de a braveza del agua que llegaban a quebrajarse y romperse en dos, sus rosadas mejillas se tornaron pálidas a  causa del frio que le consumía hasta los huesos, un grito desgarrador y maniaco se escuchó a sus espaldas. Tenía que saltar, sin importar las consecuencias tenía que armase de valor y saltar al furioso rio. Retrocedió unos cuantos pasos y agarro vuelo, pero antes de que la fría agua penetrara su piel, algo, o alguien, le detuvo.

—¡Dios! —Dijo una extraña mujer—. ¿No me digas que lo ibas a saltar? —sus ojos celestes se fusionaron con el cielo, así formando un hermoso azul marino, su cabello era marrón como el lodo de sus pies y utilizaba un hermoso vestido azul de mangas blancas.

—Yo… estaba huyendo —respondió la niña.

La mujer frunció el ceño, la verdad no sabía de qué cosa podría estar huyendo semejante criatura, suspiro y limpiando las mejillas de la niña pegunto.

—¿Cómo te llamas?

—Dorothy —dijo la niña—. Dorothy Wytte.

La mujer sonrió— Bien, Dorothy —dijo—. Yo soy Caroline Blavatsky —sus dedos se enlazaron con el oscuro cabello de la niña, observo el sucio vestido de Dorothy y decidida, sin siquiera peguntarle, la llevo a su hogar.

Era un pequeño pueblo, la lluvia hacia que los habitantes se ocultaran en sus pequeñas casas de madera, por lo que nadie vagaba por las lodosas calles de Pentreath. Caroline llevo a la pequeña a su dulce hogar iluminado, y al abrir la puesta un diminuto gato negro de ojos amarillos les dio la bienvenida.

—Él es Enrique –dijo la mujer mientras cerraba la puerta tras de si—. Nació hace unas dos semanas.

Dorothy se puso de rodillas y acaricio la suave cabeza de la pequeña criatura. Un hombre de ojos grises apareció desde una de las puertas haciendo que los enormes ojos negros de la pequeña se fijaran en él.

—Vaya –dijo el hombre sorprendido al ver a la dulce niña—. ¿Quién eres? —se agacho y le regalo una sonrisa.

—Es Dorothy —respondió Caroline—. Estaba sola en el bosque, no podía dejarla allí —su rostro se volvió triste.

—Ya veo, yo soy Alois —estiro su mano para que fuese—. El hermano mayor de Caroline.

Dorothy estrecho la mano del hombre y dudosa pregunto —. ¿Cuántos años tenéis?

El chico sonrió y levantándose del suelo respondió a la pregunta– Tengo 22, y ella tiene 20 años –dijo apuntando hacia su hermana–. ¿Y tú pequeña?

—Yo tengo ocho años —dijo mostrando ocho dedos sucios a causa del lodo—. Mi mamá tenía 25 —tomo el gato entre sus pequeños brazos.

Caroline se acercó a ella y con su dulce mirada agrego— Es mejor que te des un baño, no es sano que estés así de mojada y sucia.

Los ojos de Dorothy brillaron ante la palabra “baño”, le encantaba estar en la tibia agua de las tinas, pero le avergonzaba estar en la casa de los demás, y antes de que pudiese negarse ante lo dicho, Caroline quito al minino de entre sus brazos y la llevo hasta el cuarto de baño.

—El agua ya está caliente, enjuaga bien tu pelo y limpia bien cada parte de tu cuerpo hasta que quede blanquito —a pesar de que su voz sonaba dulce, su miraba reflejaba autoridad, Dorothy sonrió ante ella y le asintió, le recordaba un poco a su madre.

Alois cepillo el cabello de la niña con delicadeza, y luego de que la melena estuviese desenredada le dio unas cuantas palmaditas en la espalda– Ahora a la cama pequeña —dijo.

—¿Por qué son tan amables? —los ojos de la niña se encontraron con los de Alois, quien con un rostro humilde respondió la pregunta.

—Nos recuerdas a una hermana que teníamos —sus ojos se pusieron vidriosos y su sonrisa ya no reflejaba felicidad, sino que nostalgia.

—¿Y cómo era ella?

—Ella… tenía el cabello tan oscuro como el tuyo, sus ojitos eran negritos y brillantes –una dulce sonrisa se formó en sus labios–. Siempre le gustaba salir a la lluvia y jugar en ella –empuño sus manos–. Pero un día salió al bosque y ella… ella no regreso.

Dorothy se entristeció y tomando una de las manos de Alois dijo—  Ahora ella es un Ángel —sus mejillas recuperaron el rosado color que les pertenecía y abrazando al joven agrego—. No hay de qué preocuparse, porque ahora ella es feliz.

Caroline apareció por la puerta haciendo que Alois se marchara del cuarto, acostó a la niña y arropándola le beso la frente.

— Dorothy, ¿de qué huías? —pregunto

La pequeña pestañeo varias veces y mirando los ojos celestes de Caroline respondió—. Mi mamá me dijo que corriera lejos, muy pero muy lejos.

—Pero ¿Por qué?

—No recuerdo mucho —dijo la niña apretando las frazadas—. Pero me acuerdo que unos extraños atacaron nuestro pueblo –su voz se volvió dura—. Y que quemaron muchas casas y mucha gente estaba tirada en el suelo bañada en sangre, entonces mi mamá me miro con los ojos muy llorosos y me llevo al patio trasero de la casa, entonces me dijo eso, que huyera lo más lejos que pudiera… 

H de SilencioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora