Capítulo 10 - Dorothy Wytte + Nota Importante.

131 8 7
                                    

Capítulo 10 Dorothy Wytte.

Después de que el abuelo le había contado sobre esos seres cuyo paradero se desconocía, sus pies se dirigieron a la biblioteca de la extraña casa. El anciano había partido a su habitación para dar con un pequeño descanso, y eso dio tiempo a la pequeña para realizar una investigación. Algo le decía que el anciano ocultaba información, y ella lo descubriría en la infinidad de libros que adornaban la gran biblioteca del rustico hogar.

De repente, mientras tomaba un libro de tapa azul, el rostro de Caroline y Alois invadió su mente. Hasta hace pocos días había huido a causa de que un ataque en el pueblo de Pentreath había acontecido, y a petición de Caroline ella había corrido sin parar hasta esconderse en las granjas de los ancianos que ahora le cuidaban. Ese día sus piernas se rasparon contra las ramas, las lágrimas inundaban sus sucias mejillas y el miedo era dueño de ella como si se tratase de un títere.

Sus ojos negros dieron un pestañeo para alejar los malos recuerdos que le entristecían, y sus manos, tocando las hojas cubiertas de letras, sintieron un escalofrió provocando que su mirada corriera en otra dirección, a los libros de más altura que sus manos no lograban alcanzar.

“Son como el silencio” las palabras divagaron por su cabeza. No lograba entender como una especie tan brutal como ellos eran tan silenciosos.

El fuego, los gritos, las lágrimas de Caroline, la desesperación al no encontrar a Alois, la maniaca risa del atacante que la perturbaba. Todo se vio reflejado en la oscuridad de sus pequeños ojos infantiles, y así mismo cada hecho cobro sentido en su interior. Nadie habría percatado a los atacantes si no hubiera sido a causa del fuego y por los gritos desesperaos y de espanto que los pueblerinos habían soltado al ver sus apariencias. Ellos habían invadido el pueblo, ellos habían robado la tranquilidad y la felicidad de Pentreath.

La impotencia invadió a la pequeña Dorothy, y esta, mordiendo su labio, dejo el libro en su lugar, desvió la mirada de los libros a la altura y se encamino a la puerta para echarse a correr, huir del hogar y encontrar respuestas fuera de los textos del anciano.

No podía dejar de pensar que esas personas habían atacado a la mujer que le había regalado la vida al igual que lo habían hecho con el pueblo. No perdonaría a ningún ser de su especie por nada del mundo, sabía que todos eran iguales, seres sin piedad ni compasión, como los humanos que fingen y mienten ante los suyos.

“Dorothy”

La voz de su madre hizo eco en el bosque provocando que su cuerpo se detuviera en seco y que sus oscuros ojos miraran cada árbol, cada rincón del bosque con desesperación recorriendo en sus venas.

“Somos diferentes, especiales” Agrego la voz.

El cuerpo de la niña dio un giro de trescientos sesenta grados para obtener una visualización completa. Quería saber de dónde venía la voz de su madre y el porqué de sus palabras. No entendía nada, no sabía por qué le escuchaba ni porque se sentía tan asustada, horrorizada, al oírla de nuevo.

—A tus espaldas.

Un escalofrió recorrió la columna vertebral de la pequeña. Ahora la voz sonaba grotesca, perturbadora, el tono ya no era dulce como solía hablar esa mujer que le crio desde su nacimiento.

El sudor comenzó a emanar de Dorothy, no quería mirar a sus espaldas, tenía miedo. Las lágrimas recorrieron sus mejillas y sus piernas se volvieron temblorosas. Un susurro inquietante se estaba haciendo presente en su vía auditiva, era obvio que alguien estaba aferrado a sus espaldas susurrando cosas ilegibles en un idioma que no lograba captar y que tal vez nunca supo de su existencia, hasta ahora.

H de SilencioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora