Capítulo 7: Un cuento

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Cherry miraba al cielo, en su mano derecha un trozo de papel yacía, arrugado y culpable de ser lo único que la unía a ese lugar. Quería llorar, gritar, maldecir o simplemente romper algo para desfogar toda su frustración, irá y sobre todo, miedo. Una parte de ella odiaba lo que ahora le esperaba, pero otra pequeñita parte, casi imperceptible, se regocijaba de haberlo logrado. 

Estaba tan concentrada intentando contar la infinidad de estrellas, que no se percató del mimo que se sentó a su lado, este la observaba atentamente a la espera de un gesto o algo que le indicara que podía hablarle. 

El mimo tocó el hombro de la chica para llamar su atención. Ella volteó inmediatamente y sonrió. 

—«Hola» —escribió el mimo en la pizarra. 

—¿Has sentido que no perteneces a ningún lugar? —fue la respuesta de la chica al saludo del mimo. —Te voy a contar un cuento. —aclaró su voz y miró al frente. —Había una vez en un lugar muy lejano y triste, una muchacha que deseaba ser una bailarina reconocida. Tenía talento, pero no el suficiente, así que siempre se esforzaba para dar lo mejor. 

«Un día conoció a un joven muy apuesto y se enamoró perdidamente de él. Eran felices, en sus planes nunca estuvo tener un bebé, pero pasó. Él sufrió un accidente y murió antes de que ese bebé naciera. La muchacha, desesperada, accedió a formar una familia con un caballero rico y la hija de este. La muchacha dio a luz al bebé, era niña, regordeta y con ojos claros. La llamaron Emma. 

«Emma nació con un impresionante talento para el baile. Desde corta edad su cuerpo se movía con gracia y sutileza cuando escuchaba música. Sus movimientos eran hechizantes. Su madre la inscribió a clases de ballet.»

«Emma recibía buenas críticas. Solían decirle. —la chica agravó su voz. — “La pequeña Emma llegará a ser grande” “Un talento único” “Que dulzura, tan sólo tiene tres años y ya es experta en ballet” “Los genes le favorecieron, digna hija de…” no vale la pena mencionarlo. —suspiró. — Todos pensaron que el talento de Emma era una bendición, pero para ella no significó otra cosa que una tortura. »

«Mientras que las otras niñas recibían muñecas, peluches, carriolas para pasear a sus muñecas, juegos de té o cualquier juguete significativo para su edad; la talentosísima Emma, recibía unas nuevas zapatillas de ballet, boletos para alguna presentación o becas para irse lejos de su familia y formarse como una gran bailarina. »

«Emma tenía una madre orgullosa de ella, pero también tenía una hermana, con quien deseaba jugar y hacer cualquier cosa que las hermanas hacen, pero no. Lo único que pudo recibir Emma de su hermana fueron malos tratos. »

«Emma fue creciendo y se dio cuenta que su talento era una maldición. Cada vez le exigían más, cada vez eran más estrictos y más duros con los castigos si Emma no hacía las cosas bien. “Eres mediocre, Emma, no pienso que llegues lejos con esa actitud” La basurearon por primera vez a los 8 años y su madre en vez de alejarla de ese mundo, la hundió más. Ya no eran 6 horas seguidas de clase, ahora Emma tenía que entrenar 10 horas sin descanso alguno. Las chicas comienzan a preocuparse por su peso cuando entran a la adolescencia. Emma tuvo que preocuparse por su peso desde los 8 años, no podía comer dulces o chocolates. Así fue como Emma creció.» 

«Después de un tiempo, la hermana de Emma se interesó por el baile. Emma estuvo feliz, pensó que podía pasar más tiempo con su hermana y llevarse mejor, compartir secretos o hablar chicos, pero se equivocó. La hermana de Emma no tenía el talento que Emma tenía, así que hizo todo lo posible por molestarla y cada día la odio más.»

« Emma no tenía amigos, ni una familia. Emma cumplió quince años y le fue impuesto un brillante profesor para expandir sus conocimientos, ya no sólo era ballet clásico, ahora eran otros ritmos, los aprendió rápido y sin dificultad. Emma era una joya.»

Labios RotosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora