Capítulo 5: Nutria

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Emma corrió a toda velocidad, sin mirar atrás y sin saber hacia dónde sus pies la llevaban. Las lágrimas comenzaron a caer sin tregua, logrando nublar su vista y su mente. Ansiaba desparecer de ese lugar y jamás volver a escuchar la voz de aquel muchacho pronunciando amenazas contra ella. Estaba acostumbrada a un trato duro, y hasta grosero, por parte de las personas y nunca sintió que le afectaran, pero ahora estaba él, quien a sólo unas cuantos minutos de conocer, ya le declaraba una guerra silenciosa y sin tregua futura. 

Corrió con mayor velocidad, cuando en su mente la amenaza apareció con mayor firmeza. Cerró sus ojos intentando borrar ese doloroso momento y para menguar las gruesas lágrimas que caían. Sólo los volvió abrir cuando sintió que caía y la frialdad del suelo se colaba por su mejilla derecha, por unos momentos se aferró al suelo y se sintió protegida, pero esa sensación pasó inmediatamente cuando cayó en cuenta lo patética estaba luciendo en el suelo llorando y sin consuelo alguno. 

Se levantó y limpió sus lágrimas, no se iba dejar vencer, no podía y sobre todo no debía. No debía permitir que su hermana la humillara o que su madre la mangonera. 

Un poco más calmada, continuó su andar, pero pronto cayó en cuenta que estaba pérdida, decidió caminar en línea recta con la esperanza de encontrar a alguna persona, quien pudiera auxiliarle. El edificio, donde estaba, era enorme. Caminó con insistencia hasta que se encontró con un enorme ventanal. Tentada por su curiosidad, se vio obligada a acercarse. La vista simplemente era maravillosa, se podía apreciar el esplendor de la capital surcoreana y miles de personas, que le figuraban a pequeñas hormigas, se podían observar andando con prisa y ajenas a lo que las rodean. Ante aquel esplendor, se sintió pequeña, inútil y sobre todo, sola. 

Después de negarlo unas cuantas veces, al fin, podía aceptar que en aquel país estaba completamente sola, que a pesar de estar rodeada de personas, no existía nadie que pudiera palmear su espaldar para reconfortarla o para darle un abrazo, mientras susurraba palabras de aliento a su oído.

Las lágrimas volvieron más implacables que antes. Se recargó sobre el ventanal y poco a poco su cuerpo fue resbalando hasta que llegó al suelo, con su manos rodeó sus piernas, cerró sus ojos y lloró en silencio.

Deseó que Rocco llegara en ese momento y se la abrazara. Su mente le concedió esa pequeña ilusión, de un momento sintió los brazos del novio rodeándola y proporcionándole la seguridad que le daba años atrás. 

Emma se aferró a esa ilusión por un rato, hasta que una melodía la llevó de vuelta a su cruel realidad, estaba sola y la única persona que quería a su lado se encontraba miles de kilómetros. Puso atención en la melodía y de pronto se sintió embriagada por la voz que la acompañaba, era tan armoniosa, suave y colmada de sentimiento, que hipnotizada por aquella canción, se puso de pie y se propuso encontrarla.

La melodía salía de un salón, con cuidado abrió la puerta y procuró no ser de distracción para quien la interpretaba. Era un muchacho de cabello oscuro, más alto que ella y traía puesta una sudadera verde, como estaba de espaldas, no pudo ver su rostro. 

Emma cerró sus ojos y se dejó embriagar, por segunda vez, por la canción, en ésta ocasión prestó mayor atención a la letra de la canción. Por momento, imaginó a Rocco interpretando aquella melodía para ella sola, rió ante la ironía de que aquella canción era el soundtrack perfecto para su novio y para ella.

La canción terminó, pero Emma no abrió sus ojos, los dejó cerrados y se dejo llevar por la ilusión de tener a su Rocco abrazándola, reconfortándola y cantándole, mientras disfrutaba del último estrago de sensaciones que le permitió sentir aquella melodía. 

—¿Quién eres? —escuchó y cayó en cuenta de su realidad. No había Rocco que estuviera abrazándola y mimándola, sólo estaba ella, sola frente a un desconocido, a quien se le podía notar la molestia de haber interrumpido su ensayo a kilómetros. 

—Yo... —no pudo responder, la mirada que aquel chico le dedicó era tan profunda y cargada de molestia que la dejó helada y sin habla. Por unos instantes le sostuvo la mirada, pero de un momento a otro Emma se volvió a derrumbar y comenzó a llorar, pero esta vez con mayor sentimiento.

Confundido por la situación, Young Saeng ablandó su mirada y se acercó a la chica. —No llores, por favor. Pidió con voz dulce, pero no funcionó, las lágrimas de aquella chica parecían no tener fin. Ofuscado, decidió darle tiempo para que ella se tranquilizara, así que no dijo nadas y sólo la abrazó. Emma agradeció éste gesto aferrándose a él, así pasaron varios minutos, mientras que las gruesas lágrimas pasaban a ser gimoteos, para éstos después desaparecer y dar paso a un rostro sereno y avergonzado por semejante espectáculo, Young Saeng se alegró. 

—¿Por qué llorabas? — preguntó dudoso.

Emma miro a aquel chico descubriendo la bondad que poseía a través de sus ojos y como si fuesen amigos de toda la vida, suspiró profundamente y decidió abrir su corazón. —Porque no quiero estar aquí. Porque estoy atada a esta ciudad, lejos de la persona que más amo y porque mi vida depende de ser bailarina de SS501, pero no sé ninguna coreografía de ellos y tengo menos de tres horas para preparar dos canciones. —suspiró y una péquela lágrima se le escapó. 

A Young Saeng se le partió el corazón. En aquella chica, podía comparar el sufrimiento de Ha Na y propio, cuando el anterior manager de SS501 los había obligado no verse más, pero gracias a la intervención de los otros miembros, ellos continuaron con su relación. Ninguno de los miembros conocía a su novia personalmente y solamente a Hyun Joong, le comentó que su novia postulaba para ser bailarina de la banda. Líder se mostró comprensivo ante aquello y aseguró darle su apoyo en todo momento. Emma seguía llorando, poco a poco se fue tranquilizando. Era como si aquel chico fuera su hermano mayor, que después de haber hecho una travesura y recibido el regaño correspondiente, la llevará a comprar un helado de su sabor favorito para hacerla sentir mejor. 

—Lo lamento. —pronunció en cuanto logró calmarse un poco. —No era mi intensión irrumpir en tu ensayo. — pensó en darle una escusa, pero fui inútil, no estaba preparada y en cualquier momento se derrumbaría de nuevo. 

—Eres la participante #15, ¿cierto? —ella asintió con la cabeza. —Tienes talento y estoy 100% seguro que con un buen profesor, como lo soy yo, podrás aprender esas dos canciones en poco tiempo. 

—¿Me ayudarías? —Young Saeng afirmó con su cabeza y sonrió. —¿Por qué?

—Tu vida depende de ser bailarina de SS501 y da la casualidad que yo soy uno de los integrantes, por lo tanto, tu vida depende de mí.

—Gra..gracias. 

—De nada. Por cierto, soy Heo Young Saeng. 

Labios RotosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora