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Tyler.

-Andando-la empujé con "cuidado" sacándola por la puerta trasera de la casa.

-¡Hey!, ¿cuál es el apuro?-exclamó ella con el ceño fruncido.

La estaba "sacando", echando, básicamente de mi casa después de haber tenido sexo la noche anterior.

Mi madre no me dejaba meter chicas a la casa en su ausencia, claro que no.

Eso estaba sumamente prohibido y mamá trabajaba algunas veces en turnos de noche, por lo cual volvía a las 9 de la mañana, este era uno de esos días, así que debía apurarme si no quería que me descubriera.

-Mi madre llegará pronto-respondí.

-Entiendo-conestó y me gire para entrar a la casa de nuevo, pero habló antes de que pudiera hacerlo.

-Tyler...-sonaba nerviosa.

-¿Si?-me giré sobre mis talones quedando frente a ella, para así poder verla, estaba jugando con un mechón de su cabello y por lo que parecía tratando de evadir mi mirada.

-Quiero pensar que esto no fue algo de una noche, porque yo...realmente no quiero que sea así, digo, me gusta estar contigo y me gustaría que se volviera a repetir-confesó, mordiendo su labio nerviosa.

-Claro-mentí, abrió sus ojos en sorpresa y dio un brinquito para después besar mis labios e irse contenta.

Que ingenua, no volvería a pasar.

Estaba a punto de entrar a la casa de nuevo cuando escuché el sonido de un coche llegar, rodeé la casa ya que no se suponía que mi madre llegara aún y ningún vecino acostumbraba a levantarse tan temprano.

Me causó mucha curiosidad saber quién había llegado.

Era un camión de mudanza que se estacionaba frente a la casa de al lado, la cual había estado vacía desde hace tiempo, así que suponía que alguien se había decidido por comprarla.

Nuevos vecinos, maravilloso.

No le di mucha importancia y volví a la casa, donde tuve que acomodar y limpiar un poco para que mi madre no se diera cuenta de lo que había pasado la noche anterior.

Suspiré y mire la sala con detenimiento, tratando de encontrar algún error.

Bajo el cojín del sillón sobresalía un tirante rojo.

Me acerque y jale de este y salió el sostén de Romina.

Mierda, debía esconderlo si no quería levantar sospechas.

Subí corriendo las escaleras hacia arriba y entre en mi habitación.

Busqué el lugar adecuado para ocultarlo y lo coloqué ahí.

Después, procedí a volver a mi cama para dormir más tiempo.

Estaba exhausto.

...

Bajé las escaleras para desayunar, eran las 9:30 de la mañana y mi madre ya se encontraba en casa.

Lo supe por el ruido que ocasionó en la cocina y llegó a hasta mi cuarto.

Quieras o no, tu mamá siempre hará ruido aunque estés dormido, haciendo imposible ignorar su presencia.

-Buen día, cariño-saludó sonriente mientras me servía el desayuno.

-Hola, mamá, ¿cómo te fue en tu turno de noche?-pregunté mientras me sentaba.

-No me quejo, pero ya me iré a dormir, estoy muy cansada-depositó un beso en mi cabeza y salió de la cocina.

NO TE BESARÉ...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora