Errabundez/Los pasajes infinitos de Buenos Aires/7

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-Vll-

Encandilado por el fuerte sol del exterior, demoré unos instantes en poder ver normalmente. Miré hacia atrás y solo vi luz. Me dispuse a recorrer la construcción que supuse abandonada por el terrible olor a humedad que se percibía. Un largo corredor de unos dos metros de ancho se extendía a mi derecha, un rudimentario parquet hacía retumbar los tacos de mis botas. Las paredes estaban revocadas de cal o arena muy blanca. A lo largo del corredor no pude observar ninguna ventana al exterior, ni cuadro que rompiera con la monotonía blanca de la pared. Sólo ventanas ciegas en forma trapezoidal. Noté una leve pendiente de subida, casi imperceptible.

Al llegar al otro extremo del largo corredor, vi que este continuaba, con las mismas características, hacia la izquierda. Pensé en el laberinto de Minos, y en su Minotauro. Supuse entonces haber hallado la "Ciudad de los Inmortales". Si bien no había un río; ni una aldea de trogloditas, bien podría yo haber arribado a ella desde más allá de los confines del tiempo espacio.

Narraciones y vivencias de un hombre que cree que estuvo soloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora