Errabundez/Los pasajes infinitos de Buenos Aires/9

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Nos precipitamos sobre ellas y despiadadamente las apuñalamos. Tomé algo parecido a un cetro que estaba depositado en ese lugar y huimos. Se escuchaba detrás de nosotros: corridas, gritos, y el sonido de los cerrojos de armas automáticas.

Corrimos por el pasillo hasta el final y nos introducimos en la pared, como si ésta nos hubiese tragado. Temerosos escuchábamos cómo nos buscaban. Sentíamos las corridas y los gritos en lenguas desconocidas.

Narraciones y vivencias de un hombre que cree que estuvo soloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora