Capítulo dos: Sabito y Makomo

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No había podido evitar llorar cuando vio al señor Rengoku bañado en sangre, pero le sorprendió la sonrisa que se formó en su rostro cuando dio su último aliento.

“Nunca sabes cuándo será la última vez que veas a una persona, ya que todo puede suceder, en tan solo un segundo alguien podría desaparecer de este mundo y tú jamás te lo abrías imaginado.

Kyojuro siempre pensó que envejecer era una de las cosas más hermosas que te ofrece la vida, su madre no lo pudo hacer, y por eso él quería envejecer, quería lograr hacer lo que su madre nunca logró, sin embargo, sabía el riesgo que conllevaba nuestro trabajo, bien sabía que podría morir en cualquier momento. Él decía que moriría en paz sabiendo que protegió, a mucha gente, también decía que su madre lo esperaba.

Así que no llores joven Kamado, no tiene caso, Yukio y yo sabemos bien que está feliz en el lugar en el que se encuentra ahora. Las vidas acaban y otras comienzan, era su hora. Estar triste no te servirá de nada, solo asegúrate de jamás apagar la llama que Kyojuro quería proteger”

La letra de la señora Yamada era muy fina, y cuando escribió aquello le sorprendió. El señor Nakamura también estaba ahí cuando él llegó a la casa de Rengoku para dar la noticia de su muerte. Yukio lo abrazó mientras que él lloraba por la culpa que llevaba consigo.

“¿Por qué las buenas personas tienen que irse antes? ¡Ellos no lo merecen! Ellos merecen el mundo entero, parece que todos se lo intentan arrebatar, y al final lo logran” Pensó Tanjiro cuando estaban poniendo el cuerpo del señor Rengoku en una camilla para llevarlo a sus familiares.

Imágenes borrosas llegaron a su mente de golpe, el funeral, el demonio con un reloj, la luz que los envolvió a los tres, las voces y los olores conocidos, y después eso, negro.

Ese lugar olía al señor Urokodaki, ese lugar olía a Tomioka, ese lugar tenía dos olores más que no conocía.

Con pesadez abrió los ojos, todo el cuerpo le dolía.

- ¿Te sientes bien? – preguntó la voz de una niña.

- ¿Dónde estoy? – dijo Tanjiro intentando sentarse.

-Estas en la casa del señor Urokodaki – respondió la niña.

Sorprendido, dirigió su mirada al lugar de donde provenía la voz, junto a su cama se encontraba Makomo con una gran sonrisa. Su cuerpo se tensó y con cierto espanto gritó:

- ¡¿ESTOY MUERTO?! – Makomo lo miró de manera extraña.

- ¿Por qué estarías muerto? – contestó curiosa.

-Porque tú… porque tú…

- ¡Makomo! – exclamó un chico entrando a la habitación, Sabito, su cabello de un color peculiar lo delataba. Tanjiro sentía que en cualquier momento se podría desmayar de la impresión. – Deja descansar al chico, sigue herido.

-Ustedes, ustedes – tartamudeaba el pelirrojo intentando no perder la conciencia. Definitivamente estaba muerto, ese demonio los mató con la luz que los envolvió.

-Se golpeó muy fuerte la cabeza, no sabe lo que dice – murmuró Sabito al ver la cara de desconcierto del chico.

-Dejen de ver a ese chico raro y vengan a entrenar – gruño un niño de cabello negro entrando a la habitación – Urokodaki nos está esperando afuera.

“¿Urokodaki? Pero él no está muerto, además, ¿quién ese niño? Nunca lo había visto. Su olor es muy parecido al de Tomioka”

- ¿Quién eres? – le preguntó Tanjiro al pelinegro. El chico se mostró sorprendido por la pregunta tan repentina.

La Colisión del Pasado y EL Futuro = GIYUTAANDonde viven las historias. Descúbrelo ahora