17

241 19 5
                                    

Karol.

Mi mente se puso en blanco por unos instantes y apreté las manos.

–Eh... un amigo ¿por? –respondí, recomponiéndome con disimulo de mi pequeño trance mental.

–Claro.

Lo miré con cara de culo otra vez.

–¿A que te refieres con ese "claro" tan sarcástico? – pregunté dando unos pasos hasta él para arrancharle mi celular de su bolsillo.

Me detuvo tomándome por los codos, examinó mi cara por unos segundos y soltó una risita irónica que me sacó de onda.

–Karol, puedes engañar a muchas personas, pero a mí no. – susurró. Revoleé los ojos y le pegué en la frente haciendo una mueca de desagrado y caminando en dirección a mi cama.

Por favor, como si estuviera con cara de enamorada todo el pinche día.

<<Pues...>>

–Tú cállate. –murmuré.

–¿Perdón?

Giré a verlo, me había olvidado que estaba detrás mío. –Nada, nada. Bajo en un ratito, ¿si, bebé?

–No me llames así.

Me reí fuerte, mis ganas de molestarlo aparecieron. Aunque en el fondo solo quería que olvidara a Chucho y no le de tanta importancia.

–Chiquito lindo... – de un salto alcancé su cara y le apreté las mejillas hasta que su piel oscura se pusiera de un color rojizo.

–¡Me voy! No te aguanto más.

Azotando la puerta salió del cuarto. Negué mordiéndome el labio. ––¡Yo sé que me amas, bebé!

¿Cómo pude soportar 4 años sin mi hermano?

...

–Que shiouu.

–Buenas tardes, Chuchito.

Sonreí arrugando mi nariz, di unos pasitos y lo abracé.

Nuestra relación había fluido mucho, al menos ya no me tensaba cada que me llegaba un mensaje suyo. Caí en cuenta en todo lo que me dijo y tiene mucha razón, nada me cuesta conocerlo y dejar que me conozca lo apropiado. La vida decidirá como terminarán las cosas.

–¿Y Luis?

–Se fue temprano, olvidé avisarte.

Mis pies pararon ahí, en medio de su sala. Lo vi de reojo.

–Entonces... ¿estamos solos? –pregunté.

–Exactamente. –contestó.

–¡Al fin!

Soltó una carcajada– Ahora si te gusta la idea de estar a solas conmigo. – murmura codeando mi brazo. Me sonrojé.

–Ay, que fresa oye. No es por ti, es porque estoy cansada de siempre ganarles en los juegos cada vez que vengo, deberían rendirse ante mí.

–Dijo la más tramposa. –abrí la boca ofendida.

Me observa callado esperando una respuesta, a cambio le hago la ley del hielo cruzándome de brazos. Claro que hago trampa, pero ni loca lo aceptaría, tengo principios.

Al cabo de un rato, siento su brazo alrededor de mi cuello y sus labios húmedos en mi mejilla. Intento alejarme, pero su brazo parece un roble.

–Te odio, Chucho.

Mariposa de Cristal (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora