Otro encuentro.

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Chucho Rivas. 

Me movía agitado por el espacio, tenía los brazos tensos y mis venas se marcaban en la piel de mi cuello. Caminaba de un extremo de la sala hasta el otro cogiendo mi cabeza por detrás, parecía un león enjaulado y rabioso porque no le habían dado de comer.

—¡Cálmate, Chucho!

Giré en dirección a Saak con el ceño fruncido y abrí los labios un poco indignado. 

¿Lo dijo en serio?

Sentía que la sangre de mi cuerpo comenzaba a calentarse. 

—¿Me estás pidiendo calma? No falta nada para que llegue y todavía veo sus traseros en la sala. —solté frustrado mientras me caía rendido en el sofá.— Estoy nervioso y ansioso porque es la segunda vez que la veo en persona y se supone que ustedes ya no debían estar. No mames, calma es lo que menos tengo ahora. —culminé mi discurso con un resoplido. 

Ellos solo me ignoraron y tomaron los controles de la play, para continuar su partida. 

 —Váyanse, por favor. —supliqué, usando mis últimos recursos de víctima para que dejaran el maldito juego, salieran por la puerta y el departamento se quedara solo para mí. Pero fue en vano, Saak me sacó el dedo antes de volver su atención al televisor. 

Cabrones. 

Completamente molesto, me retiré de la sala en dirección al baño para darme una ducha rápida, antes de que Karol llegara. 

Tal vez el agua se llevaba mis nervios.

Después de tantos días de conversaciones largas, de ignorar a mis amigos por responder un mensaje suyo, de las tantas sonrisas que me sacaron sus chistes malos; ella me envió un mensaje ayer, a las nueve de la noche.

¿FaceTime o nos vemos en persona? Mis dedos ya se cansaron, Chucho.

Prefiero apreciar tus ojos en persona y no por una pantalla.

Que cursi. Entonces mañana, a las seis voy.

Te espero. 

Sí, mi mensaje se veía de lo más tranquilo.

Pero realmente fue todo lo contrario, tenía el estómago revuelto y mi sonrisa no desapareció en todo el día.

Al fin la vería otra vez. 

Después de tantos intentos suyos y míos, íbamos a encontrarnos de nuevo.

Porque sí, fueron varias las veces que quedamos de vernos, pero siempre le surgía algo importante a ella o a mí, por algún motivo de peso mayor no lográbamos nuestro propósito.

Pero hoy, que la oportunidad se dio, la suerte casualmente no está de mi lado.

En ese departamento no solamente vivía yo, también la habitaban otras personitas más: Luis, Caztro, y Chucho Pedroza. 

Ellos han sido mis compañeros de piso y mis amigos durante varios años, los conozco como la palma de mi mano y por esa misma razón, ayer le pedí a cada uno que buscaran alguna actividad fuera, pero que por ningún motivo se aparecieran por aquí.

Chucho y Luis, como las grandes personas que son, se fueron temprano con unos amigos que tenemos en común. Pero a Caztro, se le ocurrió la maravillosa idea de invitar a Saak y ni siquiera se tomó el tiempo de avisarme antes para poder organizar algo, sino que tocó la puerta hace más o menos una hora y cuando la abrí pensando que era Karol, me encuentro a ambos con unas cervezas en sus manos.

Me dijeron que no me preocupara, que ellos se irían en un rato porque ya habían quedado de reunirse con amigos.

Son las 5:40 pm. 

En veinte minutos llega ella y los tres siguen jugando en la sala, mientras yo me baño por segunda vez. 

Solo que ahora por nervios y no por higiene.

Salí de la ducha después de un rato, me acerqué a la toalla que había dejado en la tapa del inodoro y me dispuse a secar mi cabello. Fue entonces cuando escuché el mismo sonido que hoy en la tarde, cuando llegaron los chicos a malograr mi cita.

Mierda, ¿No era Karol o sí?

Escuché murmullos detrás de la puerta pero no podía salir porque aún estaba desnudo de la cadera para abajo. 

Mi corazón se detuvo cuando Saak se acercó a la puerta del baño y dijo lo que menos quería escuchar justo en ese momento.— ¡Jesús, llegó tu musa!

Tan bella mi suerte.

Mariposa de Cristal (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora