31 de agosto del 2019
Karol.
Hace mucho que no tenía ataques constantemente, comenzaba a preocuparme mis pérdidas de sueño y descanso. Con solo recordar una mínima cosa o sentir un miedo inexplicable, ya estaba en el baño vomitando y con la cabeza a punto de explotar.
Cuando sufro un ataque de ansiedad, mayormente ocurre por mi culpa. Pienso tanto que abrumo mi mente a tal grado de que pase, es como si inconscientemente estuviera buscando una manera de que suceda.
Como dije, en mi interior entra un miedo por los demás, por mí, por todo lo que viví. Siento que me hundo en mis conflictos internos, en mis complejos, en la forma tan fácil que finjo mi felicidad. Mis pensamientos se van muy lejos y son para mi desgracia porque no soy capaz de retenerlos ni de controlarlos. Analizo tanto mis problemas y lo que podría pasar, que un miedo a la muerte me invade, y es en ese punto en el que me nublo por completo. El aire me comienza faltar, no puedo respirar y mis pulmones literalmente se cierran.
Hasta hace un año, contar me ayudaba mucho. Presionaba mi espalda contra el respaldo de la cama para sentir estabilidad y miraba el techo por unos segundos, luego empezaba desde cero.
Uno, dos, tres... a lo máximo que llegué fue a 60.
Mientras lo hacía, cogía algún objeto, como un peluche o la cajita de aretes, y lo tocaba con las manos sin parar. Lo detallaba y definía en mi cabeza. Su textura, forma y grosor. Mi manera de sobrellevar la ansiedad es esa, divagar en cosas simples. Lo que te agobia se convierte en algo tan pequeño que pierde peso y desaparece.
Solamente una vez, no me funcionaron ni los números ni los conejitos. Había discutido con Ruggero y regresaba tarde del ensayo a casa. Después de comer, sucedió. El pecho me dolía y no aguantaba más el tiemble en mis piernas. Fue entonces que decidí llamar a Mau por teléfono, a pesar de que se encontraba en la casa. Fácilmente podía ir a su cuarto, pero pensaba que, si ponía un pie en el suelo, sería mi fin. Bye, Karol Sevilla.
Dramática es mi tercer nombre.
En fin, le marqué un chingo de veces porque si creían que el récord a la persona con el sueño más pesado lo rompía yo, se equivocan, Mau me gana por millones. Luego de que suene por onceava vez me rendí, esa noche estaba segura de que me iba al más allá.
Pero al parecer diosito todavía no me quería junto a él, porque su ronca voz se escuchó del teléfono, para ese punto ya estaba sudando y a duras penas logré poner la alta voz: –vente ya, que me muero.
En menos de un minuto ya estaba frente a mi puerta, se puso de cuclillas y comenzó a decir muchas cosas que no recuerdo bien, luego tomó mi cara diciéndome que hiciera un esfuerzo para que contara con él.
Llegamos a 59. Estaba más relajada y mi respiración volvió a la normalidad. Me dejo por un rato acostada en la cama, luego volvió con toallitas húmedas y una botella de agua. Con cuidado, paso los pañitos por toda mi cara para limpiar el sudor, besó mi frente y guardo la botella en la mesita de noche.
Antes de que Mau se fuera, le pedí... mejor dicho, le imploré que no le contara absolutamente nada a mamá y quedara como un secreto entre nosotros.
No pregunten por qué, simplemente no quería que lo supiera y ya. No era la primera vez que le ocultaba algo, y tampoco iba ser la última. Quedará como un recuerdo más en la cajita de los olvidos.
Regresando al presente, mi día iba extrañamente normal y eso incrementa mi temor a sufrir algún ataque. Últimamente es así, parece todo tranquilo y termino hecha mierda. Solo espero que no suceda en la calle o algún otro lugar porque hoy pasaría mucho tiempo fuera de casa.
–Karol ¿ya estás?
–Mmm no, no encuentro mi celular.
Rodó los ojos y cruzó los brazos. – Déjalo, no importa. No lo vas a necesitar.
–Obvio que sí, iremos lejos y si no lo llevo me aburriré en el carro viéndote la cara.
–Pues no hay tiempo, nos vamos ya. –refutó jalando mi brazo para sacarme del cuarto. Le pegué un manotazo.
–¡Relájate wey! Mamá me dijo que aún no llega la minivan. Mejor ayúdame a buscarlo ¿sí?
–No.
Lo miré seria. Esta raro, esa actitud de mamon conmigo no es normal.
–Mau.
–¿Qué?
–Mau...
Entorné los ojos y lo vi detalladamente. Hasta que lo descubrí, tenía mi celular en el bolsillo trasero. Con una mirada matadora que era únicamente para él, crucé los brazos. Pinche chismoso, seguro ya había revisado.
–¡Mauricio!
–¿Quién carajo es Chucho?
Ay, mierda.
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Mariposa de Cristal (Editando)
RomansaUna vez, me contaron que las mariposas siempre fueron consideradas frágiles, porque no tienen armas de ataque para protegerse, aparte de su gran belleza y colores. La táctica más común en ellas para cuidarse es el camuflaje, de este modo pueden conf...