Una segunda vez.

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Karol Sevilla.

Hace una hora y media exactamente, mamá y yo habíamos regresado a casa. Ambas nos sentíamos muy cansadas y yo no daba un segundo más de pie con esos tacones.

Durante el viaje en el auto, pensé en todo lo sucedido y llegué a la conclusión de que no debía darle importancia a ninguno de los dos, pues probablemente no los volvería a ver.

No quería seguir dando vueltas sobre Ruggero porque era un tema cerrado para mí. Y con respecto a Chucho... ya cargaba suficientes problemas como para tener que lidiar con una repentina atracción también. 

Resoplando, caí rendida sobre mi cama. Me dolían los pies y la cabeza, el pantalón empezó a estorbarme pero no tenía ganas de nada, ni de cambiarme. 

Fue un día muy agotador en todos los sentidos.

Pasé una hora dando vueltas y vueltas sobre mi cama sin poder dormir, así que tomé mi celular y lo acomodé delante de una almohada, luego abrí twitter para comenzar un live. Tal vez con eso lograría despejar mi mente. 

No pasó ni dos minutos y ya habían muchas personitas conectadas dejando comentarios así:

Hola, bonita.

Karoool.

Te extrañé.

¿Cómo estás?

¿Ya comiste?

Que raro tú, haciendo lives de madrugada.

Se siente muy bonito. Y aunque siempre lo repetía cada que tenía oportunidad, no está de más recordarlo: sentir cerca a mis fans es todo para mí. 

El tiempo pasó tan rápido, me quedé casi una hora escuchando música y contándoles como había transcurrido el evento, también sobre los artistas que conocí y con los que probablemente me verían más seguido. Algunos preguntaban sobre Ruggero y si lo había visto, es probable que supieran de su presencia en los premios así que no me sorprendía, pero revolvía algo dentro de mí que no me gustaba para nada. 

Las redes y los fans forman una parte esencial en mi carrera como actriz y cantante, aunque en lo posible trato de no mezclarlos con mi vida personal porque puede ser un arma de doble filo.

─Bueno, ¡Los amo mucho! Les mando muchísimos besos, descansen. Espero que podamos hacer otra vez un live en lo que va de la semana. ─tirando besitos a la cámara me despedí y terminé la transmisión.─ Los quiero, chau.

Antes de que pudiera levantarme para quitarme el conjunto y estar más cómoda, mi madre tocó la puerta y entró.

─Mi niña. ¿Tienes un minuto para hablar? ─por el tono de su voz, no era sobre algo bueno.

─Claro, mamá. ¿Qué sucede?

─¿Estás bien? 

─Sí. ─asentí efusivamente. 

No era cierto. Hace cinco meses que no lo estaba. 

─¿Tomaste tus pastillas? No he visto los envases y me preocupa.

─Mamá, por favor. Hoy fue un buen día, no lo arruines. ─puse los pies fuera de la cama para caminar en dirección a la puerta pero me tomó del brazo.

─No quiero tus crisis de vuelta, Karol. Es frustrante para mí no poder ayudarte, un día estás feliz y al otro solo te encierras a llorar. No sé como te sientes de verdad. 

Suspiré y aclaré mi garganta, intentando tragarme el nudo que se había hecho y no me dejaba decir nada. Como pude, hablé.─ Estoy bien, mamá. No hay nada de lo que debas preocuparte. 

Mariposa de Cristal (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora