07/Palermo

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Tumbada sobre la cama, era incapaz de medir el peso de mis pensamientos, por lo que mi cabeza divagada con todo el permiso que le estaba concediendo de forma involuntaria 

Estaba asqueada, apenas faltaban días para el atraco, pero mis pensamientos no eran capaces de desviarse de aquel argentino de ojos azules.

Me había hecho tanto daño, me había roto tanto el corazón; pero me odiaba por seguir deseándolo como el primer día. Es todo tan tóxico, que me vuelvo a odiar por no permitirme salir de ahí, del hombre que me destruyó.

Miro al techo, y las noches de pasión con Palermo se cruzan velozmente por mi cabeza; me digo "fuera de mi cabeza", pero nada parece funcionar 

Sus manos recorriendo mi piel, su aroma cruzándose por mis fosas nasales, colándose poco a poco por mis entrañas; sus azulados ojos, estudiando cada parte de mi piel, cada defecto que sus manos curaban simplemente con un roce.

Cerré los ojos, imaginando todas esas sensaciones que llevaba años sintiendo, pero que ahora me resultaban demasiado lejanas; mi mano se desliza peligrosamente por mi vientre, erizando mi piel, flaqueando mis piernas

Las imágenes se vuelven intensas del todo; nuestros labios se juntan, formando un apasionado beso tan caliente, cómo cada movimiento de mis caderas sobre el colchón. Mi mano en la entrada de mis límites, de mis líneas, de todo lo que me hace débil....

Todas mis dudas se esfumaron,  de repente y toda yo no era más que puro placer, sumergida en su voz, en nuestros imaginarios gemidos, en toda lo húmeda que me sentía

Dentro de mi cabeza, Palermo está a punto de unir nuestros cuerpos, y sus ojos están clavados en mis piernas, las cuales están levantadas con la ayuda de los pies sobre el colchón

Mi tormento aumenta con el contacto de sus dedos en mi piel, moviéndose con calidez, con precisión, mientras que los míos cruzan mi límite de forma brusca, desencadenando un placer que es difícil de manejar 

Me estremezco al sentir mis dedos dentro de mi, pero las imágenes de mi cuerpo fusionado con el del argentino no desaparecen; sólo crecen con avidez.

Mis gemidos llenan la habitación, escandalizando mi cabeza, provocando que me asquee conmigo misma por reprimirme dicha liberación. Las piernas me tiemblan cuando veo como el cuerpo del argentino sobre el mío,  sudoroso y ardiente. Ya nada puede frenarme, las emociones son tan poderosas que me retiro de mis sentidos y soy capaz de perder la cordura.

Los últimos gemidos son mi destrucción, ya que las imágenes desaparecen lentamente y sólo queda en mi visión el techo de mi habitación, lo cual me indica que he vuelto a la realidad.

Me doy asco, ya que he vuelto a masturbarme pensando en él;  me he sentido tan bien en aquella ola de emociones, que el golpe de caer en la realidad duele mucho más

Las lágrimas se apropian de mis ojos, ¿ seré capaz algún día de deshacerme de él?

Pero cuando menos me lo esperaba, escuchó como alguien toca a la puerta.

-¿Si?- preguntó, con la voz quebrada.

-¿París?¿Sos vos?

No, cualquiera menos él.



𝑳𝒂 𝑪𝒂𝒔𝒂 𝒅𝒆 𝑷𝒂𝒑𝒆𝒍 | 𝑷𝒂𝒍𝒆𝒓𝒎𝒐 𝑶𝒏𝒆 𝑺𝒉𝒐𝒐𝒕𝒔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora