06/Palermo

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Bailaba, borracha sin ningún tipo de control, estaba sola y agotada , con la música en las orejas y las lágrimas en los ojos
Aquel monasterio era demasiado grande para mi, y yo lo disfrutaba cuando me quedaba sola ya que bailaba y hacia lo que quería.
Pero Martín se había quedado allí, esa tarde, ni siquiera nos habíamos cruzado desde que paso lo de Andrés ni yo le había dirigido la palabra.

La botella de whisky ya estaba vacía por lo que caminé por la capilla en busca de otra, y la encontré
Abri el armario y la agarré, destapandola con el abrebotellas;

-¡Salud,Paulita!-me dije a mi misma antes de darle un trago a la botella.
La música estaba demasiado alta, y Martin se dio cuenta, por lo que caminó hasta donde yo me encontraba.
Me vio ahí, bailando y cantando más ciega que un piojo, pero paro lo música a pesar de mi placentera sensación.
Me giré con brusquedad y lo miré a los ojos, asqueada.
-Martin,¿ que haces?- pregunté con la voz ebria.
- Estas armando un escándalo, boluda, deja de joder y acostate. Ya es tarde.- dijo Martín y se dispuso a salir por la puerta.
- Ya ya, claro, que deje de joder ¿ no? Pues tú andate con el pelotudo de Andrés, a que te de mimitos- imite su acento argentino, con rabia
Se paro en seco antes de volver a girarse hacia mi.
-Ya te pedí perdón mil veces, una y otra vez¿ que más querés?
-Que me quieras, eso quiero- contesté, acercándome poco a poco- Que yo te cuido, Martín, que Andrés es un capullo.
Me agarre a uno de los estantes, ya que vacile un instante. Apenas podía sostenerme en pie debido a la borrachera, Martín fue a ayudarme
-¿Porque tenés que hacer estas cosas,che?- preguntó, preocupado- Sos reboluda, flaca.
-Porque así me haces un poquito de caso- sus ojos se abrieron como platos- Toda tu atención se la gana Andrés y yo no, así que ya me dices tu
Le guiñe un ojo antes de sentarme.
-Yo también estoy roto, querida, más que vos- indicó
-¡No!- grite enfurecida mientras me levantaba a duras penas- Yo he visto a la persona que amaba besándose con otra y eso sigue ahi- señale mi frente, y después me acerqué a el- Para toda la vida.
Martín me miró con melancolía y después apoyo una mano en mi mejilla, mojada de lágrimas y me miró a los ojos
-Lo siento por eso- indico- Yo nunca quise que lo vieras.
-Tu nunca me quisiste, que es diferente-corregi
Me levanté de la silla y caminé por el espacio.
- Me voy a curarme las heridas, Martin, y tú deberías hacer lo mismo.
Esto ya no es un lugar sagrado, esto es un infierno
Nuestra última mirada de ese día se me quedó grabada en la memoria hasta el día de mi muerte.

𝑳𝒂 𝑪𝒂𝒔𝒂 𝒅𝒆 𝑷𝒂𝒑𝒆𝒍 | 𝑷𝒂𝒍𝒆𝒓𝒎𝒐 𝑶𝒏𝒆 𝑺𝒉𝒐𝒐𝒕𝒔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora