Parte 2
Abrí los ojos con lentitud.
Tosi fuerte, por el polvo. Recalcando el sonido de mi alma.
Todo estaba cubierto de polvo. El fuego amenazaba con acercarse desde ambos lados de mi cuerpo.
Observé mi mono rojo. Estaba lleno de heridas, quemaduras.
Quise llorar, pero mi M16 todavía colgaba sobre mí pecho.No había tiempo para eso.
De repente, vi a un militar acercarse.
Cerré los ojos para hacerle creer que me había dormido.-¡París, carajo!.¡Levantáte!.
La voz de Palermo me partió el corazón.
Esa voz entrecortada que tan pocas veces he sido capaz de presenciar.
Porque yo pensaba que nunca lloraba.Solo lo hizo por Berlín.
"Aguanta un poco, Palermo', quise gritarle.
El militar se aproximó hasta quedarse frente a frente con mi cuerpo.
Se agachó lentamente para examinar mi rasguñado rostro.
Lo escuché reír. Y a Palermo llorar.
El no podía hacer nada.
Estaban intentando ayudar a Helsinki.Y si disparaba desde esa distancia.
Puede que me diera a mi.Escuché la dura voz de aquel hombre a centímetros de mi rostro.
-Pobre desgraciada.- se rió. Su aliento chocó en mi cara.- Ya sabía yo que esto no era trabajo de mujeres.
Y se rió. Era una de esas risas macabras que te poseían para volverte loco.
Y en ese momento, a pesar de lo rota que estaba, despegue los labios.-Que ingenuo por tu parte no esperar más de nosotras.
Abrí los ojos de golpe. Con rabia, furia. Y los suyos se abrieron como platos.Le propine cabezazo en la cabeza. Se inclinó hacia atrás, agarrándosela.
-¡Hija de......!
No le di tiempo a terminar. Levanté mi torso y comencé a disparar hasta tumbarlo.
Sin saber si lo había matado, comencé a arrastrarme.
-¡París, París!. ¡ Ya voy, esperáme!.
Las piernas se me caían a pedazos. Pero al escuchar su voz, sentí alivio.
Estaba ahí. Iba a ayudarme.
Jamás se había comportado como ahora.Escuché al resto de los militares disparar. A bocajarro. Y yo los Imité. Me tumbé entre escombros y comencé a disparar.
Gritaba con furia. Quería vivir, quería estar con él. O al menos, quería verle feliz fuera de esta ratonera.
Da igual si era conmigo, o con otra persona.
Las lágrimas inundan mis ojos.
Todo lo que hemos luchado por estar juntos. Todas las peleas, los polvos, las risas, los gritos. Las lágrimas.Tiene que tener algún valor.
Yo quiero verle sonreír.
Y estoy decidida a conseguirlo.Escuché unos pasos aproximarse. Y de repente, unos brazos me arrastraron con rapidez.
Tenía miedo. Los militares no dejaban de disparar.
Pero esas manos. Eran las de Palermo.
Había salido del confort y se había arriesgado simplemente para venir a por mi.El dolor era capaz vez menos soportable. Quería llorar y tirarme sin más.
Pero no podía. Estaba en la guerra.
Le prometí a Martín que lucharía hasta el final.Y eso voy a hacer.
-Martin....-le llame sin aliento una vez estábamos en el confort.
-Paris, si se te paso por esa cabezita que iba a dejarte morir, te equivocaste, ¿eh?.- sonrió.
Lo miré mientras sonreía. Bogotá y Río estaban disparando para cubrirnos.
-No sonrías así.-indique.
-¿Y eso por qué carajos?.- rió el
Lo miré a los ojos. Quería aguantar las lágrimas que me producía aquella respuesta.Pero era inútil.
-Porque me costó mucho deshacerme de esa sonrisa.- le hablé entrecortadamente. - Era la misma que tapaba tus demonios. Es la misma que cuando me abrazabas y me decías que me querías. Era la misma que imaginé en todas y cada una de nuestras vidas juntos.
-Paris....-sus labios temblaron. ¿Iba a llorar?. Apoyó una mano en mi sucia mejilla. - Yo todavía te amo, gorda.
-No me digas eso, por favor.-
-¿Por qué, gorda, por qué?.
-Por qué me imaginé contigo el resto de mis días.
Ahora sí, lo vi llorar. Y yo lo miré, llorando también.
Y entre disparos, gritos y lágrimas, me susurró.-Pues podes seguir soñando. Un poco más. Con la vida que siempre quisimos y nunca nos atrevimos a vivir.
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𝑳𝒂 𝑪𝒂𝒔𝒂 𝒅𝒆 𝑷𝒂𝒑𝒆𝒍 | 𝑷𝒂𝒍𝒆𝒓𝒎𝒐 𝑶𝒏𝒆 𝑺𝒉𝒐𝒐𝒕𝒔
Short StoryUnas historietas de la casa de papel, la mejor serie del mundo, ahí lo dejo