#11 Fifteen Seconds in the Future

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s l o w
r e a d i n g

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Chanyeol comenzaba a contar mentalmente.

Los primeros cuatro segundos se dedicaba a bordear las copas de los árboles con la vista. Los siguientes tres, apreciaba el aroma a bosque que la brisa guió hacia sí. Cinco segundos después, acababa de imaginarse surcando el viento azotando su rostro en un libertador vuelo. Finalmente, contando hasta tres, se giraba hacia Baekhyun con una amplia sonrisa dibujada en el rostro.

"¿Qué estamos viendo?" Le preguntó.

Baekhyun le devolvía la sonrisa, con el rostro iluminado de la más pura alegría. Sus ojos habían destellado fugazmente con el color verde jade del águila en su interior.

"El bosque", siempre decía él, orgulloso. "Algún día, cuando podamos transformarnos, juntos volaremos allí."

"Pero nosotros vivimos en el bosque."

"No es cierto. Vivimos en las montañas."

"Pero las montañas están en el bosque. Es lo mismo, ¿o no?"

"No, no lo es."

"Sí que lo es."

"No lo es."

"¡Sí lo es!"

"¡Qué no! ¡Pregúntemosle a mi mamá y ya verás!"

Dirigiéndose a la casa de su vecino y amigo, buscaron a la mujer.

La madre de Baekhyun siempre tenía una sombra en el semblante que Chanyeol todavía no comprendía a su edad. Su amigo no parecía ser consciente de ella, sin embargo. Tampoco parecía reparar en la postura levemente inclinada de su espalda, en la notable delgadez de sus manos huesudas o en la debilidad de sus pisadas.

Chanyeol había pensado por mucho tiempo que estaba enferma y había estado atemorizado de preguntarle a Baekhyun al respecto.

Ahora, nueve años más tarde, se dijo, mientras recordaba aquel día en específico, que si tal vez hubiese estado de acuerdo con Baekhyun jamás hubieran entrado a la casa ni presenciado como el alfa de la parvada estrellaba una silla contra la cabeza de la pobre humana. El llanto de bebé perteneciente al de la hermana de Baekhyun había sido la alarmante razón por la que el hombre, con los ojos aún nublados de la furia, dirigió su atención hacia el par de niños boquiabiertos al otro lado de la habitación.

Todo sucedía de manera rápida y confusa después de eso. Ambos niños, paralizados por el miedo y la sorpresa, fueron víctimas del descontrol del alfa.

Chanyeol no tenía duda de que llevaría a la tumba el fugaz recuerdo en el que vio las zarpas de águila atravesar cual espadazo el rostro de Baekhyun. El llanto y el grito de dolor del niño habían partido en dos al ambiente.

Mientras huía de la casa, en busca de ayuda, Chanyeol no podía pensar otra cosa que no fuese en la sangre de Baekhyun salpicando el piso.

Cuando la escena fue intervenida forzosamente por el beta y los padres de Chanyeol, Baekhyun y la bebé fueron alejados y atendidos por otros miembros del pueblo mientras se sometía al alfa en cuestión.

Se dio a conocer que el líder Byun había sido un maltratador y asesino, por lo que fue exiliado de la montaña. Después de asesinar a su mujer, el hombre pareció desaparecer. Y Chanyeol no volvió a ver a su pareja después de eso.

El beta, Junmyeon, había asumido el cargo de los Alas Montañosas. Y hasta donde sabía, su puesto era temporal hasta que el futuro alfa tuviese edad suficiente. Sin embargo, los hijos del exiliado fueron escondidos por decisión de los centinelas del pueblo. Además de Junmyeon, por seguridad nadie nunca supo su paradero.

La amenaza de los linces al pie de la montaña se encontraba latente. Había sido comprensible, pero una total tortura vivir sin Baekhyun a su lado.

No obstante, era sabido para todos que mañana sería la Gran Asunción. Y Chanyeol tuvo que sostenerse de la pared de su habitación cuando vio, a través de su ventana, el vehículo de Junmyeon detenerse en la entrada de la vieja casa de los Byun.

Era invierno y estaba muy oscuro, la hora de la cena había acabado hacía mucho, pero fue capaz de divisar a Junmyeon descendiendo del asiento del conductor. Una niña abrió la puerta trasera del auto y una figura masculina cargando dos enormes maletas salió tras ella. Chanyeol no tuvo que sumar dos más dos para saber que era Baekhyun.

Como si con verlo de lejos no hubiera tenido suficiente, un frívolo viento atrajo hacia él un familiar aroma a metal que hizo sacudir tanto su cuerpo como sus emociones.

Recordó vagamente la conversación que había tenido el día anterior con Junmyeon, donde hablaba sobre cómo debía esperar hasta después de la Gran Asunción para poder tener un primer encuentro con su pareja. Y mentalmente se disculpó con él cuando lo vio alejarse en su auto, porque no podía detener sus pies mientras corría abajo por las escaleras, esperando no despertar a su familia con el sonido de sus tropiezos.

No había rastro ni de Baekhyun ni de Soohyun cuando finalmente llegó afuera. Sólo el silencio de la noche en la montaña. Y Chanyeol esperó no equivocarse con sus instintos cuando en vez de tocar la puerta de los Byun, caminó al borde de la colina donde había obtenido la última sonrisa de su inocente pareja antes de perderla durante mucho tiempo.

Aquella colina, alguna vez, había sido el mirador donde dos niños felices jugaban a imaginarse un precioso futuro.

Aquella colina, alguna vez, fue el lugar más feliz que pudo haber conocido.

Pisadas a su espalda.

Chanyeol comenzó a contar mentalmente.

Los primeros cuatro segundos se dedicó a mirar las estrellas, preguntándose si era el frío el culpable de las lágrimas cosquilleando sus ojos. Los siguientes tres, atesoró el aroma a metal que tanto había añorado todos estos solitarios años. Cinco segundos después, se vio conteniendo el aire de un doloroso sollozo en sus pulmones. Finalmente, contando hasta tres, no tuvo el coraje de girarse hacia Baekhyun.

"¿Qué estamos viendo?" Dijo en un hilo de voz. Chanyeol a penas podía contenerse.

Baekhyun tardó en contestar. Hasta que al fin dio a conocer su renovada voz adulta, para nada cercana a la chillona que alguna vez de niño habría tenido.

"El presente", dijo él. "Finalmente estamos aquí, juntos."

gaze » chanbaek/baekyeolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora