#05 Halo

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s l o w
r e a d i n g

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Si hay algo que tienen en común una fiesta y un noviazgo es que ninguna de las dos se pueden explicar con letras y palabras. Bueno, de poder, sí se puede. Pero no es como si fuese lo mismo experimentarlo en carne propia que imaginárselo.

Es por eso que Chanyeol también recuerda la televisión, las arrugas de la frente de los actores que el maquillaje no logra disimular, el enrojecimiento de sus ojos forzados a llorar por un sentimiento ajeno y sus miradas vibrantes, frenéticas, y al mismo tiempo duras como piedras, clavadas como estacas.

Una vez vio una serie en donde los pisos de una estación de policía parecían más espejos que blancos azulejos, donde los detectives estaban enfundados en arreglados trajes de corbatas grises y zapatos perfectamente lustrados. El en ese entonces protagonista se veía sensual, posando contra una pared de la estación, con un golpe en los labios que lo hacía ver jodidamente masculino y atractivo para su sensible corazón.

Nada que realmente pudiera pasar.

El suelo bajo sus pies está ennegrecido por el lodo de las pisadas. Sus jeans húmedos se pegan a sus piernas: característica que comparte con sus zapatillas y chaqueta. Sin mencionar el aroma a alcohol que desprende el cabello rozándole los ojos. Y, Dios, sus manos no contrastan con su aspecto. La tierra tiñe sus uñas y está más que seguro que el escozor en sus mejillas es causado por lo mismo.

Por lo menos, un beneficio de que esta noche no fuese representada como una serie de sí mismo, es que puede ahorrarse el hecho de verse a sí mismo. Chanyeol es realmente consciente de que se ve mal, no necesita una cámara de última generación que corroborara en alta calidad algo de lo que lamentablemente ya es conocedor.

Chanyeol se está muriendo de frío y tiembla de tan sólo oír la sacudida de la puerta de vidrio de la comisaría. El ambiente lo intimida, se siente pequeño sentado en medio de un angosto pasillo, culpable sin serlo. Por alguna extraña razón terminó encogido en el banco donde se había sentado diez minutos atrás y la sensación de incomodidad no cede a abandonar su pecho. Siente vergüenza a pesar de que nadie lo está viendo y no sabe qué hacer con ella.

Piensa que su aspecto es tan deprimente que es imposible ocultarse de los ojos de las personas, pero gracias a Dios el único policía presente en el sitio está cabeceando del sueño frente al ordenador de la recepción, así que no tiene mucho de que preocuparse. Pues son pasadas las cinco de la mañana y a esta hora generalmente las personas normales duermen.

Sí, las personas normales.

La puerta a su izquierda se abre, revelando al oficial Go y Chanyeol se pone de pie inmediatamente.

"Ya puedes llevártelo", le dice.

Chanyeol asiente silenciosamente, demasiado tímido para hablar.

Entra a través de la puerta que le indica el oficial, encontrándose con una habitación con nada más que una mesa y dos sillas en el centro. Y claro, a Baekhyun desmayado sobre las mismas.

"Baek, despierta, hay que irnos", Chanyeol trata de hacer reaccionar a su novio sin éxito. Lo mueve sobre la mesa, más sólo es respondido con manotazos al aire.

"No... No", balbucea torpemente el aludido.

"Baek..."

El oficial Go se asoma por la puerta.

"¿Puedes tú sólo?" Pregunta.

"Sí, oficial, no hay problema", dice, aunque claramente no así parece.

El policía desaparece de la habitación y Chanyeol recurre a su última opción. Acomodando a Baekhyun sobre la silla tanto como puede, se da media vuelta y se acuclilla para empujarlo sobre su espalda, sujetando sus piernas firmemente y alzándolo al primer intento. Su novio a penas se entera de que es cargado, sumido en el pesado sueño de la ebriedad, dejando su cabeza caer sobre el hombro de Chanyeol con la respiración acompasada.

Ambos llevan la ropa mojada y mugrienta; apestan a alcohol, tabaco y, por supuesto, a tierra húmeda. Sin mencionar los diversos golpes alrededor de su cuerpo y el creciente moratón en un lado del inconsciente rostro de Baekhyun.

Cuando Chanyeol camina rumbo a la salida con Baekhyun en su espalda, el oficial le indica que firme un papel para que pudiera permitirles ir. Chanyeol firma haciendo fuerzas sobrehumanas para no dejar caer a Baekhyun, pero finalmente lo logra y agradece con una torpe reverencia antes de salir con la velocidad suficiente que le evitase pensar en el viento frío azotando las ventanas.

Las suelas de goma de sus zapatillas chillan sobre el asfalto mojado en la calle taciturna y Baekhyun se acurruca contra su espalda, dejando escapar desagradables ronquidos que le resultan aturdidores entre tanto silencio. Y pisa más fuerte, tratando de ensordecer la presencia de su novio con los chapoteos bajo sus pies.

La noche avanza y siente un repentino enojo comenzar a nacer dentro suyo. Los recientes recuerdos golpean a Chanyeol como cachetadas y cada vez siente más de esa adueñada e interminable paciencia suya caer a sus espaldas, avanzando, cae pedazo por pedazo, y en ningún momento se le pasa por la cabeza regresar por ella.

Cuando llega a la casa de Baekhyun, Chanyeol ya no tiene ni paciencia ni culpa por haberla abandonado. Sólo tiene un ebrio en la espalda roncando, alguien que creyó haber amado.

gaze » chanbaek/baekyeolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora