#01 Last Quarter

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s l o w
r e a d i n g

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Chanyeol retuvo un aullido de dolor cuando la sabia de la instinagui tocó sus heridas. Apretando los dientes, enfrascó la respiración hasta que comenzó a dolerle el pecho, reacio a abrir la boca ante la posibilidad de despertar a sus hermanos. Se acurrucó contra la frialdad de la cabaña, casi a punto de comenzar a martillarse la cabeza contra la pared. Lentamente, y dejando escapar traicioneras lágrimas, apretó con fuerza el pequeño recipiente de barro y lo balanceó por sus manos, muñecas y antebrazos, quemándose la punta de los dedos con la ominosa sabia desbordante del artilugio. El ardor era terrible, pero necesario.

Al acabar con sus heridas, se quedó un par de minutos recostado contra la pared, oyendo el cercano cántico de los grillos en una tan silenciosa noche, mientras procuraba volver a guardar la compostura y se cercioraba que nadie en la habitación se hubiese despertado. Todos continuaban sumergidos en un muy necesitado sueño, sin embargo, desmayados de cansancio en el suelo sobre los desgastados harapos que en otro tiempo hubieron sido mantas, encimados unos sobre otros en busca del ausente calor en el ambiente.

Pasado el tiempo necesario, el dolor le dio paso a la sensación de frío. Pero aún no podía volver a dormir, no podía dejarse caer en el enredado nido de ronquidos y patas. Era noche de cuarto menguante y había esperado ansiosamente por ella. El letargo se retrasaba.

Se levantó del suelo y se estremeció cuando un soplo helado hizo sacudir sus huesos. Acercándose a sus hermanos, tuvo que alzar a Kyungsoo en brazos porque con su cuerpo obstaculizaba la respiración de Kyulkyung, y a Soonyoung porque el frío lo abrazaba alejado de los demás. Acomodó los cachorros de modo que continuaran igual de pegados, manteniendo su mutuo calor corporal, y retiró uno de los tantos harapos en donde se amontonaban para cubrirse. Finalmente contó hasta siete y volvió a la esquina de la cabaña cuando verificó que no faltaba ningún lobo de la camada. Era su deber como hermano mayor asegurarse de ello.

Chanyeol retiró un pequeño tablón flojo de la pared, absteniéndose a quejarse por el creciente escozor de sus magullados dedos, y le dio la bienvenida a una muy tenue luz de luna. Apretó la manta sobre su cuerpo y le echó un vistazo al bosque a través de la delgada ranura. No podía permitir que nadie supiera de su osadía.

En otra vida, tal vez, hubiera podido tener la libertad de cualquier otro cachorro en la manada, una en la que no naciera omega. Definitivamente no esta, en donde los días corrían al son del arduo trabajo y las noches eran padecidas bajo candados y llaves. Una vida digna en la que tuviera el valor suficiente, al menos.

De repente, afuera en el vasto bosque, un par de arbustos cercanos se agitaron y una sombra se hizo paso por el lugar. Una sonrisa reluciente se dibujó en el semblante de Chanyeol inmediatamente.

"¡Baekhyun! ¡Aquí!" Llamó, cuidando no levantar demasiado la voz.

La figura se movió ágilmente entre las rocas y árboles, escalando la colina de la cabaña, y Chanyeol se contentó de ver cada vez más claro al lobo adulto de pelaje gris.

Cuando llegó a la cima, el animal se detuvo jadeante para recuperar el aliento y finalmente caminó los pocos metros restantes para quedar justo al otro lado de la pared. El lobo se sentó sobre sus cuartos traseros, mirándolo fijamente con sus centelleantes ojos dorados a través de la rendija, inmaculado ante la luz de la luna y el precioso escenario del cielo iluminado por millones de estrellas. Una ventisca agitó su fino pelaje antes de que desapareciera bajo una capa de pálida piel. Sus salvajes ojos le dedicaron una última mirada penetrante antes de transformarse en dos preciosos luceros azules. Las garras y colmillos desaparecieron, en su lugar salió una deslumbrante sonrisa.

"¡Chanyeol!"

Una mano intentó escabullirse en la rendija y Chanyeol le dio la bienvenida a las desesperadas caricias en sus mejillas moviéndose dulcemente. La necesidad de Baekhyun por tocarlo era palpable e incontenible, la velocidad con la que su mano vagaba por el contorno de su cara, delineando delicadamente sus rasgos, se dividía entre ser cariñosa e impaciente. No obstante, fue incapaz de evitar quejarse lastimosamente cuando una de sus heridas adornando sus labios fue rozada. La mano se retiró al instante.

"¿Qué sucede, cariño? ¿Qué tienes?" Baekhyun intentó divisar su rostro de entre la oscuridad, frunció el ceño al ver los multiples arañazos rayando el semblante de su pequeño. "Oh, Chanyeol..."

"Estoy bien. Fue un día duro, nada más, el Maestro nos envió a por hierbas medicinales y nos encontramos con un par de inconvenientes en el camino a la montaña", dijo, intentando revertir el afligido rostro de Baekhyun.

La verdadera versión de la historia era un tanto más cruel y tergiversada, pero Baekhyun no necesitaba saber eso.

"¿Te curaste? ¿Los cachorros?" Baekhyun intentó visualizar más allá y falló inútilmente.

La luz era insuficiente. Tal vez en su forma de lobo hubiera podido gruñir del enojo, descubriendo las numerosas heridas a través de todo su cuerpo, la intacta apariencia de sus hermanos menores y las evidentes pruebas de que Chanyeol estaba mintiendo. Como humano, y pese a su posición de alfa, Baekhyun perdía todas las cualidades de su parte animal como cualquier cambiaforma.

"Estamos bien. Ya no te preocupes", Chanyeol sonrió, restándole importancia al asunto, y esta vez fue su turno de extender su mano a través de la rendija. "Te extrañé."

Baekhyun reparó en las heridas frescas de su piel y Chanyeol sintió unas inmensas ganas de llorar cuando depositó tiernos besos sobre ellas. No tenía el corazón para decirle que hasta el más mínimo tacto ardía como el infierno. Porque la verdad era que con Baekhyun, Chanyeol cualquier dolor soportaba.

gaze » chanbaek/baekyeolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora