♠ Capitulo 3

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Después de esa tarde en la piscina, la madre de Mad me invitó a dormir en su casa y yo acepté. Nuestras madres eran muy buenas amigas y nunca nos decían que no.

— ¿Hace una noche fresca verdad? Se está genial.

— Si, —le respondo a Mad, sentada en la amplia barandilla de mármol de su balcón — menos mal, ya se necesitaba una noche así...

— Solo falta que los gilipollas o las gilipollas que este riéndose tan alto se callen ya.

Mi mirada buscaba por la calle quién producía semejante escándalo de risas, gritos y malas palabras que iban y venían de forma juguetona, sin animo de ofender.

— Creo que son esos. —Hago un gesto con mi cabeza hacia la oscuridad de la calle, donde se veían dos sombras aproximarse calle arriba.

Mad se levantó, bajó los pies de la silla donde los estaba apoyando y se levantó, posándose  a mi lado, mientras yo miro la hora que es.

— Anda... -—dice, con un tono seductor.—

— ¿Que? —La miro, distraída.—

— ¿Adivinas quien es?

Rápidamente mi corazón da un vuelco y poso mi mirada, veloz como la mismísima luz del sol, hacia las dos figuras misteriosas.

Era el, el con un amigo o lo que fuese. Pero ahí estaba el, el gitano que me volvía loca.

Me quedé mirándole fijamente. Veía que le estaba gastando alguna broma a su compañero y este se reía escandalosamente.

Mad hizo como que tosía justo cuando casi pasaban por enfrente de su balcón.

— Mierda, Mad, joder... —Me pongo de espaldas, para disimular, mas nerviosa que nunca.—

Ella se reía.

Entonces, ellos miraron hacia arriba, y el rápidamente me reconoció.

Mad le sonrió, sabiendo lo que se cocía, y el también. Como si fuesen compinches.

— Morena, ¿por que te escondes de mi?

Su voz aterciopelada se dirigía a mi por segunda vez desde la primera vez que nos vimos... y se me erizó la piel, toda yo era un manojo de nervios en ese momento. No podía ni mirar a mi mejor amiga, no podía ni respirar...

Pasaron unos segundos, unos segundos eternos los cuales Mad rompió dándome un codazo para que me girara, tragué saliva y lo hice.

Le miré a los ojos, y el estaba sonriendo. Su gran sonrisa blanca deslumbraba bajo la luz de la Luna, que le enfocaba justo en la cara, pudiéndola ver claramente. Con la oscuridad de la noche su piel morena lo era aun mas.

— ¿Q... que? —Tartamudeé.—

— Bajaros y echamos el rato, ¿no? —Comentó su compañero.—

El gitano sonrió, desviando la mirada hacia el de acuerdo a lo que decía, y miró hacia arriba de nuevo.

— ¡Claro! Enseguida bajamos.

Mad me cogió del brazo y me arrastró hacia dentro, fue entonces, cuando me sentía protegida fuera de la mirada felina de aquel chico tan misterioso, que pude reaccionar.

— ¡¡Tu estás loca!! 

Empecé a dar vueltas por toda la habitación, respirando fuertemente, agitada.

— Madre mía, madre mía, ¡¡madre mía Mad!!

— ¿Quieres tranquilizarte? Son simpáticos. Bajamos, hablamos un rato, nos reímos con ellos y ya está, ¿que tiene de malo?

Dos mundos, un amor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora