♠ Capitulo 5

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Los días pasaron, y el y yo seguíamos viéndonos a escondidas, a espaldas del mundo. Éramos el y yo contra el mundo.

Mi amiga Mad me cubría por si acaso alguien me buscaba, pues ella decía que estaba conmigo.

Brayan y yo cada día estábamos mas unidos, poco a poco nos íbamos uniendo en uno. Pero aún quedaba mucho camino para eso.

La mayoría de los días íbamos a nuestro mirador, pero las demás veces nos íbamos a algún pueblo de los alrededores a tomar algo o entretenernos, ya que nos arriesgábamos, a que si nos quedábamos en el pueblo, que nos viesen y nos pillaran.

Y yo no quería que mis padres nos viesen... sobretodo mi padre. Hasta que un buen día, el entraba en una tienda del pueblo para comprarse un refresco, me lo crucé cuando salía de dicha tienda y, como ya es normal en nosotros, nos abrazamos y nos besamos y...

-Ya sabes que no me gusta que andes sola por las calles...

-Lo sé, lo sé, pero voy a casa de Mad.

-Bueno -el sonrió- estás preciosa... -y de nuevo me besó.-

-Grac... -No pude terminar la frase.-

-¿Que coño es esto?

Detrás de mi, una voz grabe y enfadada, imposible de no reconocer, se aproximaba.

Me quedé pálida, las piernas no me funcionaban. Mi mas profundo miedo se iba a hacer realidad... y yo ya sentía como me arrebataban a Brayan.

-No...

-Tranquila -susurró Brayan.-

Como se notaba que no conocía a mi padre, si así fuera, no me diría "tranquila", me diría "corre".

-Aléjate ahora mismo de el, Dayana.

Mi padre era un poco machista, autoritario, perfeccionista y... racista. Y ese poco lo podríamos cambiar por mucho, perfectamente. Yo le temía, cuando no hacia algo que no era de su agrado, me caía una bronca enorme, y por esto me va a caer la peor de las broncas... Si, tenia miedo de mi padre.

-Papá, por favor, yo... puedo explic...

De nuevo, mi frase se vio cortada. Pero está vez no por palabras, si no por una bofetada en mi mejilla derecha que hizo que se me pusiera ardiendo y sonrojada. Me quedé sorprendida, estupefacta, y las lágrimas de mis ojos no tardaron en empezar a brotar mientras que con una de mis manos, temblorosa, me acariciaba la mejilla, ahora adormilada.

-¡¡Que cojones haces!! -Brayan se puso en medio de nosotros dos.-

-Sal de en medio.

Mi padre le hablaba con asco, como si fuese una persona inferior a el, una persona no digna de su tiempo.

Yo, sabiendo como podía acabar toda esta situación, me puse en medio de los dos, miré a Brayan con mis ojos rojos, empapados de lágrimas y escocidos.

El entendió, con esa mirada, que le suplicaba que era mejor dejarlo todo como estaba, y Brayan tensó su mandíbula. Podía escuchar todo lo que estaba pensando en su mente, miré a mi padre, el cual me tomó fuertemente por el brazo y prácticamente me arrastro hacia el coche.

Brayan había desaparecido de allí en menos de medio segundo.

-Papá...

-¡¡¡Cállate!!!

-Pero...

-¿Que coño hemos hecho mal? ¿QUE PUTA EDUCACIÓN TE HEMOS DADO PARA QUE TE RELACIONES CON GENTUZA COMO ESTA?

-No es gentuza, el es muy bueno conmigo...

-¿Que es muy bueno contigo? Bien, pues ya no lo va a ser más.

-¿Que quieres decir?

-Que no vas a verlo más, te PROHÍBO que vuelvas a verlo.

-¡No me puedes hacer esto!

-Soy tu padre, y quiero lo mejor para ti. Y lo mejor para ti es esto, así que te prohíbo rotundamente que lo veas, no quiero ni que estés a 3 km de el, ¿queda entendido?

Su voz era tajante, estaba realmente enfadado, y me daba miedo que parase el coche y me volviese a pegar.

No dije nada, simplemente dejé caer millones de lágrimas llenas de dolor.

-Y para asegurarme de que no me fallas, no vas a salir de casa en un tiempo.

Seguí callada, mi corazón, el cual días atrás quería salírseme del pecho de alegría y emoción, ahora era un órgano sin vida, gris, que luchaba por seguir vivo y latir como podía.

Cuando llegamos a casa, me bajé del coche y entré todo lo rápido que pude, corrí escaleras arriba y me encerré en mi habitación. Me dirigí hacia mi escritorio, lo arrastre con la poca fuerza que me quedaba y lo puse ante mi puerta, atrancándola para que nadie entrase.

Me tumbé en la cama, con todas las luces apagadas, llorando como nunca lo había hecho y escuchando de fondo a mis padres hablar, alterados, en la cocina.

Más tarde, alguien intentó abrir la puerta.

-¡¡Fuera de aquí!! -Grité.-

-Dayana, soy tu madre, abre la puerta.

Su voz también era tajante.

-¡¡FUERA!!

Resopló y la escuché bajar, y cuando llegó a la cocina murmuró algo y los dos empezaron a hablar de nuevo, demasiado fuerte.

En algunos momentos mi padre alzaba la voz, y mi madre, como respuesta, también. Los dos estaban muy nerviosos.

Me senté en la cama, con mis manos apoyadas en mis muslos. Me sentía mareada y aturdida...

El dolor era insoportable.

Cogí mi móvil y marque su número, pero me salía no disponible. Lo intenté varias veces, incluso gran parte de la noche me la pasé intentando contactar con el, pero nada.

Era como si se hubiese esfumado de la tierra...

La ira, la rabia, la soledad, la oscuridad... todo me rodeaba, todo me invadía y poseía mi cuerpo inmóvil en mitad de la noche, con los ojos fijos en la nada y mi mente pensando en como seguir adelante, en como poder sobrevivir a todo esto.

"Seguro que la muerte es menos dolorosa", pensé tras caer rendida de cansancio entre lágrimas.

Dos mundos, un amor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora