♠ Capitulo 6

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Mis días eran un infierno sin el y con este ambiente en casa tan angustioso...

Mis padres me miraban con una mirada que me gritaba que estaban muy decepcionados conmigo, aparte que me trataban muy serios. Tardé tres días en salir de mi habitación.

Mad venia de vez en cuando, mi padre me restringía hasta las visitas de mi mejor amiga de la infancia... y solo podíamos estar juntas una hora como máximo al día. No me permitían estar con ella a solas, teníamos que estar en el salón o la cocina, y sin ni siquiera poder susurrar. Pero habían segundos donde mis padres no ponían la oreja o nos miraban, y aprovechábamos...

-¿Sabes algo de el? -Le susurro lo mas bajo que puedo.-

Ella niega con la cabeza, triste.

-Joder Mad, investiga, espía, lo que sea, por favor...

-Dayana, he pasado mil veces por su barrio, he hasta intentado contactar con su primo... he pasado por la plaza, he hecho todo lo que he podido... es como si se hubiese esfumado. Lo siento.

Aguanté las lagrimas ya que se notaría que habíamos hablado de ello.

Una vez ella se iba, yo me subía a mi cuarto para encerrarme y estar sola, llorar tranquila y soportar ese dolor vacío que recorría todos los poros de mi piel.

Me pasaba los días sentada en mi silla de mi escritorio, enfrente de mi ventana.

Los niños pequeños jugaban a la pelota, con patinetes, con muñecos... molestaban a las niñas y estas les estiraban del corto pelo que tenían, las madres los reñían... Los ancianos paseaban tranquilamente, varios gatos cruzaban la calle, los pájaros se posaban sobre las ramas de los árboles canturreando melodías y los pocos coches que circulaban por mi calle paseaban plácidamente... se les veía felices a todos. Crecer es morir, crecer es empezar a sufrir... ¿por que no puedo ser pequeña? ¿por que he tenido que crecer? En esos momentos envidiaba a Wendy, la amada de Peter Pan... yo también quería que me viniesen a buscar por la noche, me enseñaran a volar y nos fuésemos al país de nunca jamás, donde nunca se crece y siempre se es feliz.

Me adentraba en mis pensamientos, en mis recuerdos... incluso me inventada mundos paralelos o cosas inexistentes que me hacían sentir bien mientras estaba sumida en todo eso.

Imaginaba que podía salir volando por mi ventana y escapar, mas allá de la ciudad, mas allá de las nubes, del sol... mas allá de las estrellas. Ya sabéis, segunda estrella a la derecha y todo recto hasta el amanecer.

También imaginaba que me dormía... que me dormía y no despertaba mas. Me sumía en un largo y profundo sueño donde vivía en cualquier parte lejos de aquí, lejos del dolor, y todo iba bien, nada me preocupaba y no tenia obligaciones.

Lloraba, lloraba a mas no poder. Lloraba por la mañana, al mediodía, por la tarde, por la noche y por la madrugada... lloraba a todas horas. Pero sola, delante de mis padres no, por que eso solo complicaría las cosas... Mis ojos me escocían, mis mejillas se habían acostumbrado a estar húmedas y las ojeras que se me formaron hacían pensar que estaba enferma de verdad.

Pasaban los días y, por muy soleados que fuesen, para mi eran días nublados... simplemente unos días mas, unos días menos para morir.

Miraba el móvil casi a cada segundo, por si recibía noticias de el, pero nada. ¿Le abría pasado algo? ¿Me odiaría? ¿No volvería a saber de el?

Pensar todo eso me creaba ataques de ansiedad... y yo los pasaba sola en mi habitación, rodeada de oscuridad y soledad. Me faltaba el aire, tanto que hasta podría haberme ahogado en muchos instantes, pero en el fondo eso me gustaba. Me imaginaba que me quedaba sin aire y acababa ya todo este sufrimiento... pero luego, por instinto y sin saber por que, abría la ventana y me tranquilizaba tiempo después.

Yo solo sabía que por mas que los días pasaban no superaba todo aquello, mi cuerpo no quería recuperarse, mi cabeza tampoco, y mi corazón no quería recomponerse.

Le necesitaba a el, necesitaba un abrazo suyo y palabras que salieran de su boca, pronunciando un "todo va a salir bien, bebé". Sabía que en el fondo todo aquello era culpa mía, por que el no había hecho nada, pero si dos personas quieren, pueden luchar... por que el amor todo lo puede. Y yo solo sabía que necesitaba eso, y nada mas.

En mi corazón acechaba una esperanza de que me llamara, de que el volviera, pero luego una sombra oscura rodeaba dicha esperanza y la tornaba negativa, la cual me gritaba que no, que mi vida ya no estaba junto a el y que jamás lo estaría.

-Por favor, vuelve... -Susurraba todas las noches, entre lágrimas que se hacía hueco por entre mis mejillas, recorriendo mi rostro y cuello, empapándolos una vez más.-

Dos mundos, un amor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora