♠ Capitulo 4

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A penas pasaron un par de días lo volví a ver en la plaza del pueblo junto a sus primos, todos reunidos tranquilamente mientras charlaban.

No me atreví a acercarme, y el tampoco me vio al principio, pero el chico con el que lo vi la ultima vez que estuvimos juntos, seguramente un primo más, le dio un pequeño codazo para que levantara la vista hacia mi.

Yo estaba sola, simplemente iba al supermercado a por algo de merendar, y me hice la loca.

— Dayana. — Escuche una voz tras de mi. —

Me giré rápidamente.

— Brayan...

El sonrió, como esperando algo, y solo yo sabia lo que era.

— Dentro de una hora justo aquí mismo.

El asintió, y los dos, diciéndonos todo con la mirada, no pronunciamos ninguna palabra mas. Nos giramos a la vez, como si de una película de misterio de tratase, y cada uno se fue hacia su destino.

La sonrisa de mi cara parecía tatuada.

Salgo de casa vestida con un mono de tonos morados y unas sandalias negras. El pelo lo llevaba liso y me había maquillado un poco, sin abusar. Me puse las gafas de sol mientras caminaba.

"Voy a verle" pensé, "tengo que mantener la calma". Mi cabeza empezó a dar vueltas y vueltas ante esa situación tan rara que se me había posado ante mi sin esperármela. El era gitano, y mi cabeza lo sabia, y sabia que todo esto estaba mal, pero mi corazón estaba ganándole el duelo a mi cabeza... Y yo no quería pensar, quería sentir, quería dejar ir todo lo que tenia guardado en mi corazón. Quería que explotara, quería que... de golpe me paré. Ahí estaba el...

Hubo un momento en el que mis rodillas casi me fallan, pero supieron seguir caminando. Mi mirada no podía desclavarse de el mediante me aproximaba. Iba con unos tejanos y una camiseta tejana de botones clara, unas bambas blancas relucientes, una cadenita de oro y unos pendientes de diamantes... y su moño de siempre.

— Dios mío... — susurré. —

Cuando llegue a su altura, el desvió la mirada de su móvil, que estaba mirando algo, y me observó.

— Estás preciosa.

— Gracias, tu también —  sonreí.—

Pasó su mano por mi cintura y empezamos a caminar. Estaba tan sonrojada y nerviosa que no era capaz de formular palabra, tragué saliva y hice un intento.

— ¿A donde vamos? — conseguí decir.—

— Hay un mirador aquí en el pueblo que está muy bien, vamos al coche y te llevo allí.

Sonreí interiormente, un mirador era muy romántico... ¿me besaría? Hacia mucho tiempo que no me besaba nadie... Mi corazón empezó una vez mas a latir tan fuerte que parecía que quería salirse de mi pecho.

Me abrió la puerta del coche y entré, era precioso. Admiré el interior, y olía genial.

El se subió, y en cuestión de segundos ya estábamos en la carretera. Conducía rápido y con destreza, seguro de todos sus movimientos.

— Se te da bien conducir por lo que veo.

— Me encanta correr.

Dijo esa frase con un tono misterioso, me miró una vez estábamos quietos ante un semáforo en rojo y entreabrió sus labios.

— ¿A ti te gusta correr? ¿Te gusta la adrenalina?

Tuve que pensarme la respuesta, no me esperaba tal pregunta.

Dos mundos, un amor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora