Los días transcurrieron tranquilos. El sol seguía resplandeciente en lo alto, proporcionándonos unos días de calor casi insoportable, las chicharras no cesaban sus molestos supuestos cantes ni por las noches, y ni la mas mísera mota de aire corría por ninguno de los rincones del pequeño pueblo. Los ancianos se sentaban bajo la sombra de los árboles, en los bancos de los parques, mientras los mas pequeños jugaban, saltaban, gritaban, como si de una jungla se tratase y como si fuesen inmunes al calor.
Mi plan del día a día era quedar con Mad, pero hoy no tenia nada que hacer. Ni yo la había llamado y ella menos, seguramente estará durmiendo, o tendrá familia en casa, o no estarán en el pueblo...
Me levanté de la cama y miré por la ventana, donde únicamente se veía un gato caminando lentamente, esforzándose por llegar vivo a la sombra. Sonreí, era gracioso y regordete.
- ¡Dayanaaa!
Me sobresalté y fui hacia la puerta de mi habitación, abriéndola.
- ¿Que pasa?
- Es Mad al teléfono.
Bajé las escaleras tranquilamente mientras bostezaba y me recogía el pelo en una coleta alta, para que no me diese mas calor. Cogí el teléfono y me lo apoye en la oreja mientras le sonreía a mi alta y rubia madre, dándole las gracias.
- Dime Mad.
- ¿Te vienes a mi piscina? Mis padres se han ido de casa, han ido a ver a mi tía la armadillo. Es vieja y me deprime, y no me apetece verla ni a ella ni a su bigote.
- Oye, deja el bigote de tu tía... ¿para que se lo iba a quitar? ¿Con quien quieres que ligue ya?
Mad se reía, en el fondo quería a su armadillo, pero le deprimía su casa. Era una mujer viuda, y la tenia llena de cuadros, jarrones con flores marchitas y tres gatos correteando por ahí. Un día fui a esa casa... o lugar, me senté en el sofá con mis nuevos tejanos negros y cuando me levanté, tenia el culo lleno de pelos blancos de gato.
Cuando Mad cesó su constante risa ante mi comentario, respondí:
- Bueno, allí me tendrás en media hora.
- Perfecto.
Colgamos y subí a mi habitación, abrí el armario y empecé a meter en la mochila lo necesario.
A los 5 minutos mi madre asomo la cabeza por la puerta.
- ¿Que te ha dicho Mad? - miró que estaba llenando la mochila de cosas - ¿a donde vais?
- Voy un rato a su piscina, así me refresco un poco y se me pasa la tarde mas rápido.
Mi madre asintió y se fue.
Me puse rápido un bikini, un vestido veraniego, mis chanclas viejas (mis preferidas, las mas cómodas) y deshice mi coleta para recoger mi pelo en un moño despeinado.
- ¡Adiós mama! Hasta luego - dije mientras llegaba a la puerta y la abría.-
- Adiós, pásalo bien hija.
Asentí y salí.
El calor en la calle abrazaba cada centímetro de mi piel, era insoportable, y por cada paso que daba, mas calor tenia.
Seguía avanzando, y al llegar a la plaza del pueblo me percate de algo que hizo que mi corazón diese un vuelco.
Había un grupo de gitanos reunidos en unos bancos, a la sombra de un gran árbol que cubría la mayor parte de la plaza y al lado de la gran fuente que adornaba el centro, que según en que zona de su alrededor te pusieses te salpicaba un poco el agua fresquita.
Automáticamente mis ojos le buscaban, sin yo aun haberle dado la orden a mi cerebro. Hacía días que no le veía, ni sabia nada de el, y sentía real y sincera curiosidad.
Pero no estaba. Me decepcioné un poco, para que mentir. Encogí mis hombros y seguí mi camino.
De fondo les escuchaba cantar y palmear todos juntos el ritmo de una canción que canturreaban, hasta que pararon. Era agradable de escuchar, por eso, cuando pararon, levanté la vista hacia ellos de nuevo.
A ellos se le acercaba un coche descapotable, un Porsche Carrera GT blanco, tan blanco que hasta dolía en los ojos al mezclarse con aquel sol tan luminoso. Era precioso, aparte de ser todo blanco, tenia el detalle de tener los asientos rojos y parte del interior, los retrovisores y las llantas...
Y entonces le vi. Le vi el moño, le vi ese moreno de piel tan natural, le vi esa sonrisa tan blanca... Iba levantado mientras otro chico conducía, y alzaba la mano a sus amigos, o familia, no se que eran.
El aire chocaba en su cara y el estaba sonriendo, alegre, y sus manos se fueron hacia su moño, que seguramente se le había quedado flojo ya que se lo soltó...
Si, se lo soltó y el mundo cayó a mis pies.
Su pelo, oscuro y ondulado, bailaba un vals junto al viento.
Y entonces sus marrones ojos se clavaron sobre los míos, y cuando pasaron por mi lado medio sonrió, hasta que llegaron donde los demás y aparcaron.
De un salto bajó, mirándome, y pasó la mano por su pelo, seductoramente, sabiendo que yo le miraba... Mi corazón estaba en mi garganta, pidiéndome a gritos que le dejase salir, por que no podía respirar.
De pronto me di cuenta de que me había parado, y que le estaba mirando fijamente. Me sonrojé.
Rápidamente empecé a caminar de nuevo, noté que el se reía por lo bajo, una risa melodiosa que seguro se quedará grabada en mi mente hasta el fin de mis días.
- ¡¡Morena!!
Giré mi cabeza, ¿seria el quien me llamase? Por que no habían mas chicas por los alrededores... y si, efectivamente, era el.
No dije nada, solo le mire. El, delante de los demás, el único que estaba de pie, puso en posición sus manos y empezó a palmearlas, creando un ritmo, y los demás le siguieron. Y a continuación, cantó, mientras me miraba y reía junto a sus compañeros:
- Que bonito cuando te veo aaaay, que bonito cuando te siento, que bonito pensar que estas aquí... junto a mi...
Cantaba como los ángeles, era una canción que me sonaba, pero con lo nerviosa que estaba y lo sonrojada no podía pararme a pensar. Se le daba bien cantar flamenco... Automáticamente me giré y empecé a andar rápido, notaba su risa a mis espaldas.
El seguía tocando las palmas, pero esta vez, junto a unos sencillos pasos de baile flamenco, se giró y siguió cantando con ellos.
Los demás reían y soltaban comentarios como: "Mira como le canta a esa payita".
¿Que había significado todo eso? Negué con la cabeza. Era tan... tan... Suspire. ¡Tan idiota! Me ponía nerviosa, hacia que mi corazón latiese mas rápido que nunca... Y esto no podía ser. Decidí no pensar mas en ello.
La tarde transcurrió tranquila, Mad y yo nos bañábamos en la piscina y nos salpicábamos agua, para luego tumbarnos a tomar el sol y coger color.
- Que bonito cuando te veo aaayyy... - canturreaba yo sin darme cuenta.-
- ¿Que cantas?
- ¿Que?
- Que qué cantas, tonta.
- Ah, yo... no sé, una canción que he escuchado en la radio y se me ha enganchado.
Me sonrojé, y después de eso, la melodía de su risa y su voz hacían un dueto en mi cabeza durante el resto de mi día.
Maldito gitano...
ESTÁS LEYENDO
Dos mundos, un amor.
Romansa♠ SINOPSIS Un amor entre dos personas diferentes, entre dos culturas totalmente distintas, nada comparables. Él, gitano, callejero, venido de una familia problemática y muy adinerada gracias a la droga y las armas. Ella, paya, venida de una de las f...