3. Para la p*ta de mi esposa

155 8 0
                                    

      Eran las nueve de la mañana y me encontraba rodeada de olor a flores, al igual que todos los días. Estar acá es como estar en el cielo… En el paraíso.

      Sonó el teléfono y respondí.

      —Buenos días. Florería Morfeo ¿En qué puedo ayudarle?

      —Umm buen día, quisiera unas flores. —Contestó y era Tomás… Aunque ya le dije un montón de veces que no me llame al trabajo…

      —¿Qué tipo de flores desea, señor? —Respondí amablemente siguiéndole el juego.

      —Alguna con olor rico que diga “Para la pu*ta de mi esposa: te amo hasta el infinito y mas allá”

      ¿Un esposo normal no podía tocarme, no?

      —Permítame corregirlo, señor, creo que se ha confundido de palabra. Si le escribo eso, seguramente su esposa le pida el divorcio ¿No será “para la hermosa de mi esposa”?

      —Uf creí que significaba lo mismo, lo lamento. Mejor me quedo a pensarlo entonces, para darle la carta perfecta.

      —Está bien ¿eso es todo?

      —No, me aburro y te extraño.

      Ni siquiera puedo enojarme con él… No voy admitirlo, pero yo también lo extraño…

      —Nos vimos hace unas horas, trabajá y el día se pasa más rápido.

      —Eso lo decís porque vos trabajas cuatro horas y no nueve… Hablame… Sino yo voy a ser el que pida el divorcio.

      —¿Mirá si te hablo y nos despiden a los dos?

      —Mi mamá te adora, no va a despedirte, ni si te robas todas las flores de la tienda.

      —Tal vez si… Es una pena que tengas que trabajar a esta hora y no puedas estar acá conmigo rodeado de olor a flores. Se siente como estar en un campo de las historias de fantasía. Todo hermoso, colorido, con olor a lirios frescos y un sentimiento de suavidad extrema… Calidez…

      —¿O sea, lo que siento yo cada vez que te la entierro?

      —Siempre tan burdo, señor Tomás.

      —Así es como hice que te enamoraras de mí.

      —Uff pero que equivocada que estaba en ese momento… Debería haber estado muy desesperada.

      —Y yo creo que sí, estabas bastante desesperada el día que nos conocimos… Es una pena que ya no podemos entrar más a ese bar.

      —Fue tu culpa que se dieron cuenta y nos vetaran la entrada, hacías mucho ruido.

      —Fuiste vos la que quiso tener se*xo en el baño, perdón por ser todo un caballero y hacerte caso… Todavía me acuerdo todo lo que tomamos ese día… Nunca más te vi tomar tanto.

      —Será porque solo tomo de más cuando me encuentro mal, y desde ese día no tuve ninguna razón para hacerlo.

      —Me gusta escuchar eso. —Comentó y estoy segura de que en este momento tiene una sonrisa en su rostro.

      Yo sé que si…

      —Bueno, mi jefe ya se dio cuenta que estoy hablando con vos así que nos vemos a la noche, te amo. —Siguió.

      —Yo también, nos vemos.

      —Calvo de ver*ga, hágase ortear, señor. —Dijo por lo bajo mientras cortaba el teléfono.

      Corté el teléfono mientras me reía de como odia a su jefe y salí a mirar las flores de afuera. Si a Tomás le gustarían tanto las flores, como a mí, podría dejar ese trabajo y venir a trabajar acá… Seguro sería una lucha como vendedor, burlándose de toda la gente, pero me gustaría pasar estos momentos con él.

Quiero el P#TO divorcio✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora