Era domingo y como ninguno de los dos trabajaba, arreglamos para ir a una cita. Yo preparé todo y nos íbamos de picnic a una plaza que tenemos cerca.
Por suerte todo estaba saliendo acorde al plan; El día estaba hermoso, no había demasiada gente, los gansos del estanque estaban nadando a unos metros de nosotros y ya presentía un buen día.
Tomás me ayudó a acomodar mi hermoso mantel de frutillas en el pasto y pusimos nuestras cosas encima, para después sentarnos.
Me saqué mis anteojos de sol y miré a mi odioso esposo sacando todo de la hielera, para llenar todo el lugar entre medio de toda la comida y los vasos térmicos ¿No podía ser romántico y ponerlo a un costado, para que nos abracemos?
—¿Qué hay en los vasos? Hubieras empacado solo una botella.
—Probá. —Le respondí.
No lo dudó y después de hacerlo sonrió y negó la cabeza.
—¿Señora Elena, usted trajo cerveza fría de contrabando a un parque público? —Preguntó con una sonrisa y yo me hice la sorprendida.
—¿Si?… Creí que era jugo de manzana con espuma. Ay que distraída, me confundí.
Nos reímos y se fijó que más había.
Hasta que ocurrió y nos miramos cómplices…
Justo una familia con tres nenes chiquitos se acercaba y los nenes ya estaban gritando…
—Escena anticonceptiva, Ele… —Dijo él y yo por supuesto no estaba más de acuerdo. —Vení —susurró—, subite encima y besame, capaz si parece que vamos a co*ger acá se alejen.
Lo miré y era una buena idea… Vinimos a estar solos, no a tener nenes maleducados al lado que arruinen nuestra cita. Le hice caso y me le subí encima para abusar de él básicamente, así piensan dos veces antes de venir cerca. Puse mi mano en su pierna cerca de su miembro y seguí besando. Él me sostuvo con una mano en mi cuello y la otra en mi muslo derecho, hasta que no se escucharon más gritos y me salí a mirar, solo para notar como se alejaban para nuestra izquierda y buscaban otro lugar.
Si.
Lo miré a Tomás y puso su mano, para chocar los cinco. Por supuesto lo hice y nos reímos.
—Hacemos buen equipo…
—De eso no hay duda. —Comenté.
Nos pusimos a comer y saqué un bordecito de sándwich para tirarle a los gansos del estanque.
—No, Ele, no los envenenes, que nos van a vetar la entrada.
—Callate que te voy a envenenar la comida de verdad.
—No podés vivir sin mí, no te atreverías.
—Por supuesto que sí, ya estoy pensando que poner en el espacio que me dejes del guardarropas… Me parece que voy a comprarme unos acolchados de frutillas que no tengo… ¿Tenés seguro de vida, no?
—Bruja pu*ta, no te lo van a dar si se dan cuenta que me envenenaste.
—Pero no se van a enterar, no te preocupes, voy a llorar mucho en tu funeral.
—Me voy a divorciar hoy, así no te dan nada.
—No seas así, vos me pediste que me case con vos, ahora no podés retractarte.
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Quiero el P#TO divorcio✔
HumorUna historia sobre una pareja de polos opuestos, en su segundo año de casados. Elena tiene veintiocho y Tomás tiene veintisiete, recién cumplidos. Elena es su mejor intento de ama de casa, aunque cocina pésimo y no limpia, prefiere pagarle a una muc...