Estábamos en la cama y Tomás volaba de fiebre desde ayer. Necesitaba llevarlo a un médico, pero no podía hacer que salga de la cama y ya lo ayudé para ir al baño hace diez minutos, por lo tanto, me consumió toda la pu*ta fuerza.
—Vamos a la cocina, Tomi, por favor, así llamo un remis y te llevo al hospital.
—No puedo, Ele, dejame descansar, no puedo moverme más. Traeme un tacho o algo, ni en pedo me levanto al baño de vuelta. —Dijo sufriendo y fui a traer el baldecito que uso para limpiar el baño, no me fascinaba la idea, porque la que lo iba a tener que limpiar era yo, pero se ve terrible, así que no le iba a llevar la contraria.
Fui al baño a traer una toalla húmeda y con cuidado, limpié su traspirada y pálida cara.
—¿Sos mi ángel de la guarda? —Preguntó, mientras tomaba uno de mis rizos entre sus dedos.
—¿Ya estás delirando? Si ves alas en mi espalda, no son reales.
—En realidad veo los cuernos de maléfica ¿Estos si son reales? —Dijo mientras intentaba agarrar cuernos imaginarios arriba de mi cabeza.
—Pu*to, no me trates de bruja mientras te cuido.
—Capaz con tus poderes de bruja me das un beso y me curas.
—Mejor no, así no me agarro la peste que tenés.
—Si no me besas no voy a mejorar.
—No puedo ¿Mirá si lo hago y mañana despierto con fiebre yo también?
—Nos morimos juntos como en Romeo y Julieta.
—No voy a morir tan joven. Dejame cuidarte y cuando estés bien te doy un beso.
—No creo que uno me alcance…
—Bueno, te doy muchos, pero solo después de mejorar.
Seguí limpiando su traspiración y volví al baño a buscar otra toalla limpia, la humedecí con agua fría y volví a limpiarlo debajo de la remera. Bajé su remera de vuelta y lo vi con sus ojos medio abiertos y su carita de moribundo… Le di un beso en la mejilla y otro en la frente, para después levantarme a traerle una botella de agua.
Lo hice tomar un poco y me acosté a su lado, para acompañarlo. Pasó su brazo por debajo de mi cuello, para que yo recueste mi cabeza en su pecho y eso hice. Se sentía muy caliente debajo de mí y espero que mañana esté bien… Necesito que se duerma un poco, así no sufre tanto…
Cuando escuché su respiración más calmada, lo miré y ya estaba dormido. Su frente ya tenía gotas frescas de traspiración, así que con cuidado y sin hacer ruido me levanté y a limpiárselas.
Miré el reloj de la mesita de luz y recién marcaba las dos de la tarde… Volví a recostarme con él y acaricié su pecho, con delicadeza, mientras yo caía dormida al igual que él.
En un momento sentí un poco de movimiento y desperté, para verlo sentado en la cama, mirándome dormir. Tenía media sonrisa y acariciaba mis rizos, con amor.
—¿Cómo te sentís ahora? —Le pregunté y llevé mi mano a su mejilla, para sentir si estaba muy caliente o muy frio, pero parecía bien la temperatura.
—Mejor, necesitaba descansar. —Contestó y respiré aliviada.
—¿Qué hora es?
—Las cinco.
¿Las cinco? Ufff ¿tres horas de siesta de nos pegamos?
Lo miré bien y estaba un poquito transpirado, pero si se veía mucho mejor. Que suerte.
Me levanté, volví a limpiarlo y lo hice tomar más líquido.
—Date vuelta, que te limpio la espalda. —Le dije y me hizo caso.
Lo cuidé bien y ya a la mañana siguiente estaba como nuevo.
—Parece que no te vas a deshacer de mi tan fácil. —Comentó y lo miré.
—Voy a tener que aumentar la ración de veneno… —Dije por lo bajo y se rió.
—¿Cómo? —Preguntó chistoso.
—Que voy a tener que darte mas heno. Déficit de fibra tenés.
Se rió y me empujó.
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Quiero el P#TO divorcio✔
HumorUna historia sobre una pareja de polos opuestos, en su segundo año de casados. Elena tiene veintiocho y Tomás tiene veintisiete, recién cumplidos. Elena es su mejor intento de ama de casa, aunque cocina pésimo y no limpia, prefiere pagarle a una muc...