8. Veneno

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      Era de noche y ya tenía a Tomás sentado en la mesa, como un niño esperando la cena.

      —Quiero comer…, quiero comer…, quie… —Le corté el cantito.
8th

      —YA ENTENDÍ. Ya saco la sopa.

      Llevé todo a la mesa, le serví primero y lo miré probar la primera cuchara… Pero puso cara de que no le gustó.

      —… Yo sabía que me querías envenenar con tu comida… Pero no sabía que me querías matar tan pronto… —Dijo.

      —¿Tan mal?

      Agarró otra cuchara, limpió el dorso en el plato, para que no chorree y sopló unas veces, antes de darme para probar. Lo hice y me arrepentí…

      … Estaba muy salada… Mier*da… Eso me pasa por no medir las cosas… Yo qué sé cuánto es una pisca… tenía que ponerle una cucharita de postre…

      —Perdón... Ponela de vuelta en la olla, le pongo más agua.

      —Mejor te ayudo, vamos a ponerle una papa.

      Pusimos todo de vuelta, le rayó una papa y le metió un pote de crema. Esperamos quince minutos hasta que esté cocinada y probó.

      —Ahora si. —Me dio para probar también y claramente estaba mucho más rica.

      —Deberías cocinar más seguido, ya que siempre decís que yo te enveneno.

      —No te preocupes, mi vida, mi cuerpo ya se acostumbró al veneno de rata, ahora creo que si lo dejo de consumir me muero. —Le golpeé el brazo.

      —Pu*to, no te voy a cocinar nunca más.

      Se rió y se puso detrás de mí, para abrazarme.

      —Este pu*to va a hacerte gritar toda la noche, hasta que te quedes afónica.

      —¿Y cómo me va a hacer gritar?

      —Ummm tengo muchas opciones… pero primero comete mi sopa.

      —¡Es mía! yo hice el noventa porciento del trabajo.

      —Ele, ponerle veneno a una sopa no es mucho trabajo.

      —¡Ayyy te odio! Me voy a divorciar.

      —Ay ¿viste? Yo te dije que te iba a hacer gritar toda la noche. Un punto para el chef, cero para la bruja.

      —Ayyy te voy a devolver con tu madre… Sucio, tira pedos.

      —Ahh bueno, perdón, habló la más limpia de todo el mundo. La que se saca los mocos y los pega en el borde la sábana.

      —Los pego de mi lado, no del tuyo.

      —Los pegas igual, sucia, ya vas a ver cómo te los voy a meter adentro de la sopa.

      Le saqué la lengua y me senté a comer MI sopa y estaba demasiado buena…

      —¿Cómo está ahora? —Preguntó Tomás con una sonrisa engreída.

      —Pasable.

      —Pasable te voy a dejar el cu*lo, si no decís la verdad.

      —¡Está bien! Está buena.

      —Bien.

      Comimos tranquilos y hoy le tocaba a él lavar los platos, así que me puse a guardar todo mientras él se encargaba.

      —Si me das un besito te perdono el intento de asesinato. —Me dijo.

      —Nadie te va a dar ningún besito, ahora me voy a un bar a buscar otro esposo.

      —¿Con quién te vas a divertir si no me tenés a mi?

      —Con mi Dorothy.

      —… Dorothy es un pez, no habla, yo solo le traigo alegría a tus días. Si no me tuvieras ya serias una vieja amargada, con cinco gatos.

      —Te acabas de ganar una noche en el sillón por decir que estoy vieja.

      —Ups… Era chisssteee. Yo te amo. —Cerró la canilla y vino conmigo a agarrarme.

      —¡Me estás mojando!

      —Pero eso es bueno, me gusta hacerte mojar.

      Pasó su mano por mi ropa, hasta llegar a mi mejilla y me besó. Se movió contra mí y quedé atrapada contra la mesada. Siguió besando y comenzó a doblarme hacia atrás, hasta que abrió la canilla, logrando que se me moje toda la cara.

      —¡SALI! ¡Cerrá la canilla! —Grité pero me besó de vuelta y me sonrió.

      —Este es beso bajo la lluvia de los pobres.

      —Te recuerdo que tenemos ducha y la lluvia es gratis. —Le dije cuando me soltó… Ya tengo toda la remera y el pelo mojado…

      —Upss no me acordé de eso. No importa. —Dijo y volvió a agarrarme para besarme. —¿Me amas igual?

      —No sé… —Respondí haciéndome la difícil y me besó el cuello.

      —Bueno, me voy entonces. —Dijo tranquilamente, mientras me soltaba y agarró sus llaves.

      Lo miré, porque sé que no va a salir en serio… o eso creo… hasta que abrió la puerta, entonces lo fui a abrazar de atrás.

      —Te amo, un poquito.

      —Mucho o nada.

      —Bueno, mucho.

      —Decilo completo o no vale.

      —Te amo mucho.

      Se dio vuelta sonriendo y cerró la puerta. Negó la cabeza y me besó de vuelta.

      —Yo también te amo mucho, aunque seas una bruja mala.

      Volvió a besarme y realmente es el único que llena esta pequeña casa de alegría y locura.

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Nos leemos, gracias por darle una oportunidad a la historia.

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Quiero el P#TO divorcio✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora