¡Ésto es demasiado!

168 17 0
                                    

Todo el resto de la tarde tuve ganas de llorar, me sentía decepcionada por que, aunque Pitch no sabía lo que había pasado arriba durante el eclipse, no había dejado atrás sus antiguos hábitos de aliarse con otros seres oscuros para derrocar a los guardianes... eso era lo único que detestaba de él.
Vi al Hombre de la Luna ir y venir por el aire, volando libremente; me quedé viéndolo para distraer mi mente.
Cuando atardeció me tomó de la mano para subir la escalera, aunque él intentaba sacarme temas de conversación yo respondía decaída, no tenía ánimos para hablar pero tampoco quería ser grosera con él, quien no tenía la culpa de nada.
Aún sintiéndome triste tuve que dar el entrenamiento; en cuanto terminé fui a tumbarme en mi cama, deseosa de dormir de una maldita vez para dejar de pensar en lo que había pasado recién.
Estaba plácidamente dormida cuando sentí una mano moviendo suavemente mi hombro.
–____...– Escuché un susurro. Abrí los ojos poco a poco y me encontré de cara con el Hombre de la Luna. –Lamento llegar sin aviso pero necesito que me acompañes otra vez, es importante.– Me dijo para luego salir de la habitación donde todos los soldados y yo dormíamos. Me puse el uniforme militar y salí. Cuando llegamos hasta el suelo me dijo tres palabras que me helaron la sangre: "Pienso darte poderes".
–Sé que es precipitado pero he visto tu facilidad para adaptarte, además te lo has ganado con tu obediencia y lealtad. ¿Crees lograr manejarlos?.
–Puedo hacerlo.– Le respondí y me sonrió. Me tomó de la cintura y me alzó lentamente; la luna en mi rostro brilló, ésta vez en color plateado, y pronunció unas palabras inteligibles para mí.
Me dejó nuevamente en el suelo y me sentía exactamente igual que antes.
–Piensa en una "herramienta" que usarías en una noche de luna nueva, la que tú quieras, y respira hondo.– Obedecí relajándome tanto como pude, cerrando los ojos.– Bien, ahora imagina que tienes esa herramienta en tu mano.– Hice caso omiso, imaginé una motosierra, y poco a poco la sentí entre mis manos. –¡Bien hecho, pequeña!. Te será muy fácil dominarlo, además te beneficiarás con ello.– Me sonrió tomando su forma de águila y elevándose en el aire. Yo sólo podía mirar la motosierra que sostenía en mi mano, admirando mi nuevo poder.
Se me ocurrió una idea: pensé en un brazo articulado de metal que lograra suplir mi brazo anterior, y poco a poco comencé a sentir el frío metal en mi piel. El poder era realmente increíble y fácil de utilizar; le agradecería al Hombre de la Luna más tarde.
Aquel "más tarde" llegó y pensé en un regalo digno de alguien tan poderoso como él: una cadena de plata que podría usar de pulsera. Era demasiado sencillo y dudaba que le gustara pero intenté darle una bonita presentación.
–¡Wow! Lindo brazo. En fin, ¿Lista para irnos?– Me preguntó, afirmé y me acerqué tímidamente con una pequeña cajita blanca en mis manos. Se la ofrecí. –¿Es para mí?– Asentí nerviosa por su reacción, que fue totalmente opuesta a lo que esperaba. –¡¡Es preciosa!! ¡Gracias ____!– Me abrazó y se la puso de inmediato. Prosiguió. –Veamos... imagínate subiendo la escalera sin tomar mi mano.– Me dijo y palidecí. No podría ser capaz de eso. –Tú puedes ____, puedes con ésto y mucho más. Confía en ti misma.– Respiré hondo y me imaginé sintiendo la escalera como si fuera una común y corriente. Di un paso hacia adelante y pude sentir el barandal; abrí los ojos y aún podía sentirlo. Subí los primeros escalones dudando un poco y luego comencé a correr hacia arriba, ¡Lo estaba logrando! ¡Estaba subiendo yo sola! Llegué hasta arriba sin tocar su mano ni cerrar los ojos y, no pude evitarlo, solté un grito de júbilo en cuanto llegué hasta arriba.
–¿Ves? Sabía que lo lograrías.– Me dijo el peliblanco llegando hasta arriba después de mí. Le sonreí alegremente, estaba totalmente eufórica. –¿Puedo hablar contigo?– Acepté y lo seguí hacia el salón de entrenamiento, que se encontraba vacío. –Es sobre tu pareja... ¿No has considerado en... buscar a alguien más? Después de todo él es uno de los enemigos de mis Guardianes y por ende una amenaza para mí.– La felicidad de mi rostro se esfumó al instante, enfurecí al escuchar semejante cosa.
–...¿Qué? No, no, no, Pitch no es... él no es una amenaza para nadie.
–¿Quieres que te platique cuántas veces ha intentado entrar a mi reino por la fuerza para asesinarme?– Guardé silencio. –No intentes defender lo indefendible...
–¡YA BASTA! ¡MI BEBÉ NO LE HA HECHO DAÑO A NADIE!– Grité furiosa, no soportaba que se atreviera a hablar así de él... aunque en el fondo sabía que Pitch era capaz de eso y más...
–Te guste o no él es un villano, no lo verás nunca más. Te lo prohíbo ____, es por tu bien...– Me dijo para darse la vuelta y dejarme con unas ganas bestiales de despedazarlo con mis propias manos.
Me imaginé entonces junto a Pitch, y mi poder me permitió llegar hasta él de inmediato.
–¡¿____?! ¡¡Mi amor, lo siento tanto!!– Me dijo para abrazarme y comenzar a llorar.
–Pitch, me acabo de escapar. El Hombre de la Luna quiere que deje de verte... pero encontraré la manera de salir de ésto, te lo juro– Le dije alterada.
–¡Creí haber hablado claro, ____ Demi-Lune!– La voz imponente del Hombre de la Luna me habló molesto. Se acercó furioso hacia nosotros y Pitch me cubrió con su cuerpo, protegiéndome.
–No te atrevas a tocarla...– Me aferraba con fuerza al cuerpo de mi pelinegro.
–Esto no es asunto tuyo, ¿Por qué no en vez de proteger a un retoño que ni siquiera es de tu edad, vas a buscar a tu familia... "Pitchy"?– Los ojos de mi pequeño se llenaron de lágrimas mientras el bastardo de la Luna se reía.
–Eres un hijo de la ching-– Pitch rápidamente me tapó la boca con su mano temblorosa.
–Y tú, pequeña sargento, vienes conmigo ahora mismo.– Quiso tomar mi brazo pero lo único que consiguió fue un puñetazo del pelinegro.
Los ojos del Hombre de la Luna comenzaron a brillar y éste comenzó a levitar. Chasqueó los dedos y el brazo metálico que me había hecho desapareció. Unas cuerdas luminosas me inmovilizaron al igual que a Pitch y nos alejaban con rapidez. Intentaba zafarme con desesperación pero entre más me movía más se apretaban las cuerdas. Me rendí cuando casi no podía respirar de lo apretadas que estaban.
El peliblanco me cargó con fuerza y me miró directo a los ojos. Me quedé hipnotizada.
Cuando pude reaccionar ya estaba de nuevo en el "territorio" de éste. Todos los demás presentes en el lugar nos miraban aterrorizados, no comprendían qué pasaba.
–Vas a aprender a obedecerme, no eres nadie sin mí.– De entre sus manos apareció un látigo. Me quedé en shock. –Aquella tarde que fuiste devorada yo me encargué de revivirte. Debes pagarme de alguna forma...– Me tomó del cabello y me puso de rodillas ante él. Rozó el látigo en mi barbilla. –Y que ésto sirva de advertencia para los demás.– Se dirigió a ellos. Mis pobres soldados me miraban aterrados.
Me desnudó por completo ante todos y comenzó a darme de latigazos mientras me hacía preguntas como "¿Quién es el dios al que sirves?" seguidas de un "¿Estás segura?". Terminé literalmente bañada en sangre.
–Créeme ____, ésto me duele más a mí que a ti.– Me dijo de manera hipócrita apareciendo en sus manos una botella de alcohol de farmacia y vaciando el contenido sobre mis heridas.
Por si no fuera poco, luego de ésto me arrastró hasta mi cama y se encerró conmigo. Las cuerdas se aflojaron un poco para amarrarme de otra forma completamente distinta, erótica y, cabe decir, asquerosa. Quedé amarrada a la cama en una posición en la que mis piernas estaban abiertas y mi sexo completamente expuesto a él.
–Si no colaboras será mucho peor..– Me susurró antes de comenzar a morder con mucha fuerza mi cuello, posicionándose a su vez para abusarme hasta el cansancio.
Terminé hecha pedazos, agotada y adolorida como nunca antes lo había estado. Mis soldados me miraban en silencio, esperando que dijera algo pero de mi boca no salía ni un pequeño quejido... nada... Uno de los soldados había conseguido mi uniforme militar y unos cuántos trozos de tela que estaba usando para limpiar la sangre en mi espalda.
Le agradecí débilmente para ponerme a llorar.
En cuanto anocheció el Hombre de la Luna bajó la escalera como de costumbre y yo tuve que reunir todo el valor del mundo para saltar desde donde estaba, pues había perdido mis poderes y no podía bajar. Afortunadamente pareció no darse cuenta.
Poco antes de impactante contra el suelo tuve una sensación arenosa en mi cuerpo, había caído sobre una gran cantidad de la arena negra de Pitch, quien al verme cayendo la había formado para evitarme una segunda muerte segura.
–¡¡¿PERO QUÉ TE PASÓ?!!– Gritó histérico, acercándose corriendo. Le mostré las mordidas en mi cuello y las marcas de manos que tenía en los muslos; se puso colorado del coraje y la frustración. Cuando me abrazó solté un quejido de dolor, viéndome obligada a mostrarle también las marcas que el látigo había dejado sobre mi piel.
–¡¡ÉSTO NO PUEDE CONTINUAR ASÍ!!
–¿Pero qué podemos hacer?, No somos ni de chiste tan poderosos como él.
–Nosotros no... pero Él sí– Me señaló el sol, que ya iba ascendiendo.
–¿Y cómo hablaremos con él?.
–Te ayudaré a llegar hasta allí arriba y le mostrarás esas heridas. Espero que no sea igual al otro y se le ablande un poco el corazón.– Así se hizo; logramos llegar hasta el Hombre del Sol, quien en un principio se asustó al ver a Pitch. Al ver mis heridas me indicó con la mano que subiera sólo yo.
El Hombre del Sol emitía demasiada luz, por lo que tenía que entrecerrar los ojos.
–¿Te lastimo? Disculpa. – Me dijo disminuyendo su brillo.
–Gracias...– Tomé una gran bocanada de aire. –Necesito su ayuda, gran señor... Éstas heridas que tengo me las hizo...
–¿Pitch Black? ¡LO SABÍA!
–No, él no. Fue el Hombre de la Luna... y no sólo fue esto.– Le mostré los latigazos.
–No, él no pudo hacer ésto. Él es un dios generoso y muy amoroso. No puede ser.
–Pues aquel "amoroso dios" incluso me forzó a mantener relaciones con él, tengo marcas que lo comprueban.– el Hombre del Sol parecía no caber en sí mismo de lo que estaba escuchando.
–Tomará su tiempo, debo ser muy precavido, el Hombre de la Luna no va a ser presa fácil.
–¡¿Pero sí me ayudará?!
–¡Por supuesto!– En mis labios se formó una enorme sonrisa que se borró de inmediato. –¿Qué pasa?– Me preguntó.
–¿Q-qué ho-ra e-es?– Pregunté tartamudeando como retrasada.
–Las 6:19– Me respondió. Segundos después pareció comprender el por qué de mi pregunta y me tomó de la mano para luego teletransportarse detrás de los cuartos para dormir en el reino del Hombre de la Luna. Luego simplemente desapareció. Me encerré en los dormitorios y comencé a llorar de la alegría, me iban a ayudar después de todo.
Un "toc toc" en la puerta llamó mi atención.
–____, ¿Podemos hablar?– Era el Hombre de la Luna. Entré en pánico.
–¡No te acerques a mí!– Le grité con la voz quebrada.
–Por favor, déjame pasar.– Insistió. Tenía muchísimo miedo, no quería ni pensar en abrir esa maldita puerta. Cómo deseaba que mis Kelpies estuvieran aquí para protegerme...
Me mantuve firme y no abrí la puerta. Después de un rato todo volvió a ser tranquilo... bueno, hasta que comenzó a amanecer y el Hombre de la Luna entró a los dormitorios para besarme la frente antes de bajar; en cuanto salió me limpié completamente asqueada, tanto que comencé a sentir... náuseas...
Tuve que correr a los baños a vomitar. Los besos de ese bastardo me daban asco pero no tanto para hacerme vomitar... ¿y si había quedado...? ¡¡NO!! ¡Eso ni pensarlo!, Era terrible la simple idea.
Aunque admití que me sentía muy extraña.
Los siguientes días fueron horribles; me la pasaba vomitando en los baños y mi vientre se había comenzado a hinchar muy levemente, era casi invisible pero yo podía notarlo. Estaba convencida: estaba embarazada del Hombre de la Luna... ¡¿Cómo le diría ésto a Pitch?! o peor aún, ¿Cómo le diría ésto al peliblanco de mierda?. Iba a enloquecer, la situación me superaba por completo pero debían saberlo...
Me armé de valor y fui hacia el Hombre de la Luna en cuanto regresó en la noche. No sé qué cara tenía pero hasta él se veía preocupado.
–¿Qué pasó?
–Estoy embarazada.– Dije de golpe y pareció caerle como balde de agua helada.
–¿Cómo?– fue lo único que dijo antes de tocar con mucho cuidado mi pancita. –Es... es un niño...– Me dijo con la voz quebrada, retirando su mano de mí. Comencé a llorar del miedo, él más que preocupado se veía feliz.
Quiso abrazarme pero me alejé de él,  le tenía miedo, así de fácil.
Se me prohibió hacer las rutinas, en mi lugar escogí a mi mejor soldado para que las diera. Yo sólo podía quedarme en un cuarto individual que el Hombre de la Luna me había adaptado poco antes; sólo se me permitía comer y salir al baño, el peliblanco me había comenzado a tratar como si fuera de papel, como si le importara... Me aburría constantemente hasta que el Hombre de la Luna entraba a mi cuarto y formaba figuritas de polvo lunar, así me mantenía al menos un poco distraída. Él había adoptado la costumbre de acariciar mi vientre con suma delicadeza cada noche... y en cuanto me dejaba sola lloraba, lloraba por Pitch, por que lo extrañaba con toda mi alma pero también pensaba constantemente en algo: Pitch me abandonará a mi suerte en cuanto éste bebé nazca, pues no es suyo. Era una tortura que me atormentaba cada día, tanto que ya lo consideraba parte de mi rutina.

Moon's Legacy (ROTG) Pitch BlackxLectoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora