____ Hofferson es una joven solitaria que falleció a los 16 años, desde entonces su "vida" no ha sido para nada fácil, el destino tiene planeada una existencia complicada para ella, ¿Qué pasará con nuestra pequeña prota?
Finalmente el cielo color miel me avisó que ya estaba amaneciendo. –Sólo ésta noche...– Me susurré a mí misma y tomé al pelinegro en mis brazos, lo cargué hacia adentro de su guarida. Lo senté en el suelo, recargándolo en un muro, y así como había llegado me fui. Las lágrimas caían sin control de mis ojos pero no debía mirar atrás, era dejarlo libre o llevarle problemas gratis. Caminé un rato hasta que me cansé, no sabía dónde estaba ni a dónde iría a parar. No había guardianes cerca, por lo que no podía pedir ayuda. Estaba sola en la inmensidad... o eso creí. Llegué a un arroyo, el mismo que había soñado tiempo atrás; un caballo de largas crines y deslumbrante blancura estaba a orillas de el agua comiendo la hierba tierna. Algo en mí me pedía a gritos que corriera lo más lejos posible de ese corcel, el cuál ni siquiera se había percatado de mi presencia. Ver al animal me provocaba una rabia impresionante, no tenía razones para odiarlo pero aún así lo hacía. Cuando el hermoso y misterioso caballo notó mi mirada sobre él, su cuerpo se deformó de una manera espantosa: su antiguo pelaje blanco ahora era una piel asquerosa color gris, húmeda con una secreción viscosa. Sus crines ahora eran cortas y estaban sucias. Sus dos patas traseras desaparecieron y dieron paso a una cola completamente deforme. Su rostro se veía descarnado y terrorífico. Y ni hablar del aroma que la criatura emitía, era nauseabundo, como el de un animal en avanzadísimo estado de putrefacción.
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Aquella abominación rugió como una bestia y comenzó a correr hacia mí; para el tamaño que tenía y la falta de patas traseras esa cosa era demasiado rápida. Cuando la criatura me alcanzó, golpeó mis pies con aquella larga cola, haciéndome caer. Ahora el ser estaba encima de mí, presionándome el pecho con su gran cuerpo haciéndome muy difícil respirar. Me miró a los ojos y pude ver que sus pupilas eran como las de una cabra, lo que le daba un aspecto todavía más grotesco. Acercó su nariz a mi cara y me olfateó; poco a poco fue levantando su pesado cuerpo del mío, logrando yo así recuperar el aire. La "cosa" volvió a adoptar su cuerpo de caballo blanco y pegó su frente a la mía con sumisión antes de correr al agua y perderse entre la profundidad de ésta. ¡¿Qué rayos era esa cosa?! No sabía ni quería saberlo. Me alejé corriendo de ahí a todo lo que mis piernas me permitían. Más adelante me encontré con una imitación de la "cosa" con palos de madera... alguien había tenido ya una experiencia con esa maldita bestia y había hecho una muy buena representación a modo de advertencia, advertencia que yo no logré mirar antes. A los pies de el cúmulo de ramas secas había una libreta vieja con sólo tres hojas, todas las demás habían sido arrancadas. Las hojas tenían cosas escritas; decían: Hoja 1: "El Kelpie, el caballo carnívoro del agua". Hoja 2: "No confíes en el caballo blanco que merodea en la orilla. Yo estoy vivo pero me costó una mano y la vida de mi hermano menor". Hoja 3: Ésta hoja sólo tenía un dibujo detallado de la bestia, justo igual a la que había visto hace nada. Me quedé petrificada. Me pareció escuchar la voz de Jack como un eco lejano; poco después llegaron todos los guardianes en el trineo y me encontraron mirando horrorizada las hojas de papel. Las patitas peludas de conejo retiraron mis manos de las hojas con suma delicadeza y las leyó en voz alta para los demás. Todos se miraban confusos entre sí. Giré mi cabeza hacia el arroyo que, a pesar de estar a unos buenos metros de distancia, se veía claramente. –Quien sea que escribió eso... dice la verdad...– Me miraron como si hubiese perdido totalmente la razón. –Tú... ¿recuerdas algo...?– Me preguntó Tooth nerviosa. –No estoy segura... Tú tienes los recuerdos de todos, ¿cierto?– Afirmó con la cabeza. –Entonces me gustaría ver los míos... por favor– Estuvo de acuerdo. Norte sacó de sus bolsillos dos esferas de cristal, tomó una en cada mano. Las rompió contra el suelo nombrando dos lugares diferentes y se abrieron dos portales. –Vayan ustedes, yo debo hacer algo antes– Nos dijo y entró al portal izquierdo. Nosotros fuimos por el derecho y lo primero que vi fueron pequeñas haditas parecidas a Tooth; era hostigante que todas intentaran abrir mi boca, tenía ganas de soltar un golpe al aire y tirar a todas las que alcanzara pero después de todo quien me estaba haciendo un favor eran ellas y Tooth. Me tragué mi molestia. –¡____! ¡Los encontré!– Me llamó Tooth y corrí hacia ella. –¿Estás segura de...?– Me habló Jack dejando inconclusa su pregunta. –Tengo que ver...– Le respondí. Entonces Norte llegó. –¡Alto ahí! Ni piensen que los verán sin mí.– Me reí por lo bajo y una vez estuvimos acomodados puse un dedo sobre el pequeño artefacto. Se mostró algo muy similar a un holograma. Ante la vista de todos apareció una pequeña niña jugando con su hermano mayor en una casita de madera cerca de un arroyo; ambos niños eran realmente pequeños. La escena cambia, ahora son niños que ya rondan los seis y ocho años; es una dinámica bastante similar: los niños juegan cerca de un lago pero ésta vez escuchan un chapoteo extraño desde el agua. La madre los llama para almorzar, haciendo que los infantes se olviden al instante del suceso. Los niños ahora son muchachitos de diez y doce años, platican amenamente a orillas del arroyo cuando éste misterioso chapoteo se hace presente de nuevo. Los chicos se miran y, siendo más conscientes de lo inusual de la situación, se retiran rápidamente de allí. La escena cambia una vez más; ahora los chicos tienen 16 y 18 años y están dispuestos a descubrir el origen del sonido sin importar lo estúpido que sea. El relincho de un caballo llama su atención: hay un hermoso caballo de largas y majestuosas crines, blanco pelaje y hermosos ojos azulados. Los chicos se acercan con curiosidad al animal, el cuál es increíblemente dócil. Cuando entran en confianza el mayor sugiere a la menor que monte el caballo e incluso la ayuda a subir, pero cuando esto pasa el caballo comienza a deformarse, convirtiéndose en algo apenas reconocible como un animal. Su piel se vuelve gris, cubierta por una sustancia del mismo color la cuál emite un fétido olor, ésta es muy pegajosa y mantiene prisionera al chico de una mano y a la chica de tres de sus cuatro extremidades. La "cosa" comienza a arrastrarse hacia el agua y nada velozmente hacia el fondo con los muchachos pegados a su cuerpo. La chica saca una navaja del bolsillo de su short y corta la mano de su hermano con desesperación, liberándolo. El joven nada hacia arriba mientras la chica es devorada aún viva por ésta criatura y varias más que salen desde lo más oscuro del agua. La chica ha sido devorada por nada más ni nada menos que Kelpies. Ahí terminaban mis recuerdos... por ésto me asustaban los caballos, por eso me incomodaba tanto aquel arroyo... por eso estaba muerta... Las lágrimas empezaron a caer por mis mejillas. –Esa es... la muerte más espantosa que he visto jamás...– Habló Norte entregando mis recuerdos a Tooth, quien estaba tan seria como nunca la había visto. Sentí una de las patas de conejo acariciando mi cabeza, consolándome. –Mi hermano ¿Sigue vivo?– Pregunté aún llorando. –Ven conmigo, el segundo portal te llevará directamente con él.– Me dijo Norte llevándome de la mano hacia dicho portal. Al ingresar lo primero que escuché fue el clásico "bip-bip" de la máquina a la que mi hermano estaba eternamente conectado. Él se veía mucho peor de lo que lo recordaba. Intenté acariciar su cabello pero mi mano atravesó su cuerpo, lo había olvidado... me derrumbé, comencé a llorar con muchísimo dolor a su lado; los guardianes no sabían qué hacer, sólo me miraban asustados. El corazón de mi hermano comenzó a fallar, lo supe por el sonido de la máquina. Tres paramédicos entraron corriendo al cuarto e intentaron estabilizar su frágil corazón pero no lo lograron, sólo pudieron cubrir su cabeza con la sábana y salir uno por uno. Mi llanto se hizo más fuerte y el dolor mucho más intenso hasta que una voz me llamó por mi nombre. –¿_-____?–Ahora la voz de mi hermano era distinta, juvenil... como la recordaba. El pobre tartamudeó al verme, parecía no creerse que yo estaba ahí con él. Sus manos aún cálidas se posaron en mis hombros y me pegaron a su cuerpo. Lo abracé con desesperación, sabía que aunque él también estuviese muerto se iría igualmente pues yo era una guardiana y nosotros no "descansamos en paz". –¿Cómo me encontraste?– Me preguntó Joel con la voz quebrada. –Siempre estuve aquí contigo... hermanito...– Un nuevo abrazo nos hizo callar a ambos. Con el rabillo del ojo pude ver a Jack limpiarse una lágrima y a Norte abrazándolo. Nos separamos aún limpiándonos las lágrimas. –¿Y ellos?– Me preguntó. –Ellos son los guardianes de la infancia, suena a locura pero te encantará conocerlos. Chicos– Les hice una seña para que se acercaran y eso hicieron. A Joel le brillaban los ojos como nunca antes, eso me hacía sentir bien. –Bueno, ¿salimos de este hospital o nos quedamos a ver las lucecitas blancas del techo?– Nos reímos, tenía razón. Salimos de ahí por el mismo portal. Estábamos de nuevo en el área cercana al arroyo; mi hermano comenzó a hiperventilar del miedo pero tomé la mano que le quedaba y lo miré sonriendo, ya no le tenía miedo a la "cosa" y quería que él tampoco lo hiciera. Un relincho lejano nos hizo voltear a todos hacia el agua. Comencé a caminar con seguridad en aquella dirección. La mano de mi hermano me agarraba con fuerza pero con otra sonrisa logré hacer que me soltara; Jack fue tras de mí, escondiéndose entre las ramas de los árboles para ayudarme si algo pasaba. Ahí estaba esa maldita criatura, mirando hacia el agua. En cuanto escuchó mis pasos se puso agresiva, cambió su aspecto y comenzó a correr en mi dirección como en un principio, pero esta vez no corrí, sino que extendí mis brazos hacia adelante, frenándola en seco. El Kelpie primero me miró con rabia, luego lo hizo con respeto y agachó su cabeza con sumisión. Pasé mi mano por el cuello de la "cosa" y ya no me quedaba pegada en la viscosidad que cubría su cuerpo. Después de unas cuántas caricias el Kelpie dejó que lo montara y así, tan aterrador como era, me llevó con los guardianes. Mi hermano estaba desmayado y conejo lo tenía agarrado de los brazos para que no cayera. –Aterrador, ¿No?– Les dije riéndome, para ellos era una escena de una película de terror pero a mí me sabía a una dulce y bien merecida victoria. Me sentía la puta ama. –Será mejor que te despidas de esa abominación por que ya tenemos que irnos. Pitch podría aprovechar nuestra ausencia para hacer algo.– Suspiré pesadamente y bajé del Kelpie. Éste olfateó un poco mis manos cuando lo acaricié para retirarme. –¿Podré volver después? –Si quieres pero vámonos ya.– Me contestó Norte. La cosa y yo nos vimos a los ojos y finalmente nos separamos para tomar nuestros propios rumbos. Mi hermano despertó una hora después y pude acompañarlo hasta donde comenzaba "la luz". Nos despedimos y él pudo descansar al fin después de muchos años de tortura. Pude ver a todos los amigos de Jamie y abrazarlos, sobre todo al pequeño Jamie, quien estaba muy preocupado por mí. Norte le pidió a sus Yetis que me hicieran unas riendas y una silla de montar. Dos días después me las entregó y le agradecí infinitamente; parecía una niña que recibe un dulce de parte de su padre. Volví al arroyo en cuanto pude en el trineo de Norte, quien me hizo el favor de llevarme hasta allá. Me recibieron alegremente 19 Kelpies, a quienes la "cosa" había contado sobre mí de alguna manera. Me quedé acariciando a todas y poniéndoles distintos nombres relacionados con una característica única que cada una tenía, incluso jugué con ellas, quienes resultaron ser tan lindas como unos cachorritos. Llegó la noche y me monté en una de las criaturas (ésta era la de color más oscuro de todas, a quien, por cierto, llamé Vantablack) y ésta corrió a lo largo del arroyo hacia un área desconocida para mí; todos los demás le siguieron, nadando (o mejor dicho trotando) a los lados. Después de un rato vi a Pitch sobrevolando el agua montado en su pesadilla y seguido por otras cuántas, justo como yo. Me vio unos segundos después y bajó hasta que pude ver su hermosa sonrisa. Estirándose para alcanzarme me entregó algo muy importante: mi guadaña, se había tomado la molestia de volver al callejón a recuperarla.. Nos juramos no separarnos más y hasta me enteré que sus pesadillas son puras hembras y que la líder se llama Onyx. Terminamos en un enorme cuerpo de agua cristalina; mi mente se despejó, me vi montada en la bestia a la que temí alguna vez, sintiendo el aire en mi piel. La vista era hermosa: el cielo nocturno era azul rey y los árboles colosales de las orillas se reflejaban en el agua, dándole un aspecto único al lugar. Sonreí como nunca antes... mi corazón latía desbocado, después de 79 años ERA LIBRE.
Pero ¿Era éste el final? No, no lo era y lo sabía bien, me quedaba aún un largo camino que recorrer. Ésto no era más que el comienzo....