Retando al corazón

Capítulo 16: ANDRÉ.

En multimedia Make a promise - Culture Code, Elle Vee.

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Desde que tengo uso de razón y empecé a sentirme atraído por las mujeres, nunca, jamás, ni en mis más locos sueños o fantasías me imaginé poder tener a Jade de esta manera, con su precioso coño en la cara, toda esa humedad saliendo de ella, esa excitación presente, con sus piernas a los lados de mi cabeza, y su aroma inundando por completo todo mi sistema.

No me termino de creer que sea precisamente ella quien me provoque tanto, mucho menos, que tenga la osadía de hacer esto con mi prima ficticia, cuando mi padre ha sido bastante claro al respecto. A Zed Allen no se le escapa absolutamente nada.

Pero toda esta necesidad de invadirla, de tenerla, de hacerla mía... me nubla el juicio, me está volviendo loco. Y no estoy haciendo nada que ella no desee, si me pide que pare, lo haré, si me pide que continúe ni siquiera me lo pensaré.

Y es lo que hago.

En cuanto llega el momento y paso mi lengua por toda la humedad de su sexo, me queda claro una cosa, nunca me había sentido tan nervioso al complacer a alguien, quiero enloquecerla, deseo que no se le pase por la cabeza hacer estas cosas con nadie más. Quiero que este recuerdo la marque por siempre y no por toda esa mierda de posesión, no, sino, porque yo tampoco quiero olvidarlo.

Es tan diferente con ella, todo lo es, maldita sea, las chicas con las que he estado antes, no me generaban esto, solo era sexo, solo eran unos minutos y listo. No con Jade, quiero hacerlo eterno, cada puta cosa que hacemos.

Estoy poniendo especial atención en cada movimiento, en cada vez que jadea, que entierra sus uñas en mis sábanas, que cierra los ojos y se muerde los labios. Dejo ir un pequeño suspiro antes de probar su esencia, mi miembro se endurece tanto en el instante en el que recorro su entrada.

Un poco hacia arriba, un poco hacia abajo, hasta que lo hago de verdad, lamo con ganas toda esa piel suave, rosada, mojada, con la punta de mi lengua me abro camino en medio de sus labios y llego a su clítoris, y creo que me explotará la cabeza de mi amigo de abajo.

Su sabor llega al interior de mi boca, moja mis labios y si no me había enamorado aún, creo que lo acabo de hacer. Mis manos presionan su cadera y entre más segundos pasan, menos entiendo por qué en algo tan carnal, tan sexual y dónde solo está presente el placer, mi corazón marca un ritmo diferente; es emoción, adrenalina, pero también hay más... lo sé.

Su punto más punzante me pide a gritos piedad, paso mi lengua de arriba hacia abajo con rapidez, lo tomo entre mis dientes y le doy un pequeñísimo mordisco que la hace temblar y clavar sus dedos en mi pelo, lo suelto y masajeo en círculos hasta tomarlo con mis labios y succionar y ese sonido que siempre hace desde los más profundo de su garganta, llega a mis oídos cada vez con mayor volumen.

—Ah... ah —jadea y le doy alivio buscando su entrada y hundiendo mi lengua hasta el fondo en su interior, tiro de ella hacia adelante, la exploro, la toco, siento sus paredes mojadas, calientes.

Estiro mi brazo derecho lo más que puedo para llegar hasta una de sus preciosas tetas, lo consigo, y lo primero que siento es su pezón más endurecido que nunca. Con mi otra mano, mientras continúo entrando y saliendo de ella con mi lengua, aumento el placer con mi índice, al presionar, y acariciar en círculos su clítoris. Hasta que unos minutos después ocurre, sus piernas se tambalean y lo siento en mi boca, todo ese líquido. ¡Delicioso!

No tengo ni tiempo de recomponerme, levantarme o al menos disfrutarlo, porque ella me empuja y sale corriendo a mi baño, así, desnuda, se encierra y me descoloco por completo, me lleva algo de tiempo entender lo que está sucediendo, y es que, por más que intento unir una acción con otra, simplemente no lo consigo.