Capítulo 24: ANDRÉ

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En multimedia: Electric love - BØRNS

~*~

He cometido un error de los grandes y no necesito que nadie me lo haga entender. Salir corriendo hacia Daniel en busca de respuestas fue lo peor que se me pudo ocurrir. Debí permitir que mamá se calmara, que papá también lo hiciera y esperar una explicación de todo este desorden de eventos del pasado.

Pero no lo soporté, soy un impulsivo de mierda y ese no es ningún secreto, ojalá hubiera heredado la calma y sensatez de Gael, pero yo soy más como un volcán a punto de explotar. Al principio no creía lo que ese hombre estaba diciendo. Me parecía inverosímil esa versión de mis padres, ¿armas? ¿Robos? ¿delincuencia? ¿transporte de mujeres? ¡Joder! ¿Mamá lo ayudaba? ¿Cómo es todo eso posible?

Estuve a nada de salir corriendo hasta que me mostró todas esas fotografías y videos del pasado, las noticias del accidente del antiguo edificio de la empresa de los Allen, incluso una conversación grabada en donde mamá aceptaba llegar hasta las últimas consecuencias. El edificio explotó después, el mejor amigo de papá murió y a ella no le importó. ¿Cómo es que papá pudo perdonarla? ¿Cómo es que no haya ni una gota de resentimiento en él hacia ella?

Las pruebas están ahí, pero muchas cosas no terminan de ordenarse en mi cabeza. Lo que sí sé, y de lo que estoy seguro, es que estuvieron dentro de esto hace tantos años atrás, y que no hay comparación alguna. A Daniel solo le interesa que corra, que gane dinero para él, tiene una guerra privada con el padre de Sean y Sana, de quien se rumora pronto volverá a las carreras, pues ya está bastante recuperado.

Daniel no me ha amenazado con Jade, no ha mencionado su nombre, tampoco me ha dicho que me hará algo a mí o a mi familia, pero ha dejado claro entre líneas que no le gustan los traidores, que me ha hecho un favor y debo ser un caballero, cumplir con mi palabra, todo eso con un arma en la mano y rodeado de tres sujetos que también tenían pistolas.

¿Necesito que me amenace en realidad? No lo creo, ha quedado bastante claro para mí que debo correr, si deseo que nada transcienda, que nada empeore y mucho menos toda la mierda llegue hasta la preciosa mujer que me ayuda a caminar, como si no pudiera hacerlo por mí mismo en el pasillo que nos lleva a la habitación del hotel al que hemos venido.

Sé que está preocupada, puedo notarlo en cada expresión, gesto y en esa mirada insegura y meditabunda que me regala cada tanto. Pensé que cuando se enterara me enviaría directito al jodido infierno, sin embargo, está aquí, conmigo y sé de sobra que querrá buscarle una solución a todo esto, yo solo quiero mantenerla alejada.

Me sienta en la orilla de la cama y toma una de las dos sillas que hay en la habitación, la pone frente a mí y se sienta ahí, se pasa las manos por el pelo y finalmente se hace una coleta muy alta. Me toma las manos con las suyas y me mira fijamente.

—¿Cómo te sientes? —pregunta y acaricia mis manos con suavidad.

—Físicamente, me duele mucho el brazo izquierdo, mentalmente me estoy volviendo loco y emocionalmente... ¿No vas a terminar conmigo? De eso depende esa respuesta.

Al menos la hago sonreír un poco.

—Quiero tener una conversación seria contigo. ¿Se puede?

—Sí, señora. Emocionalmente estoy confundido, no quiero atormentar esa cabecita tuya con cada palabra que Daniel ha dicho. Lo que tenías que saber, ya lo sabes. Mis padres no son las personas que creí que eran.

—André... —me llama muy seria—. Te han mentido —suelta, niego con mi cabeza—, sí, todo eso que te ha dicho ese hombre es mentira.

—Quizás no todo sea completamente verdad, pero tengo razones para estar seguro de que la mayoría sí lo es. Estoy tratando de ser fuerte, ¿sabes? Es su pasado y son buenas personas ahora, o eso creo, pero ¿qué pasa con lo demás? ¿Cómo proceso todo lo que he descubierto hoy?

Retando al corazón Donde viven las historias. Descúbrelo ahora