Capítulo 14: ANDRÉ

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En multimedia: The Fray- Wherever This Goes

~*~

Me repito mentalmente que tengo que conservar la calma, no puedo golpearlo cada que se me antoje, no puedo hacer un escándalo, ni siquiera sé si el profesor de la clase de Jade pondrá un reporte a mi expediente y si tendrá mayores repercusiones de las que creo, mucho menos puedo salir corriendo hacia Jade a hacerle un reclamo. ¿Qué voy a reclamarle? ¿Qué le gusta a alguien? Cómo podría no gustarle. ¡Cómo!

Y en todo caso, siendo muy honesto, tampoco es sano que me la pase haciendo escenas de celos cuando no somos nada y, aunque lo fuésemos, hay otras formas de abordar estos temas, ¿verdad? No las conozco, supongo que hablando, pero hablar no es nuestro fuerte. Y qué más da. Si cada vez que le menciono a este tipejo terminamos discutiendo.

Bueno, la última vez que lo involucramos en una conversación prometí tener cordura, vaya, no lo prometí, pero dije que intentaría ser prudente y maduro y todas esas mierdas que evidentemente no soy porque en lo único que pienso ahora mismo es en arrancarle la cabeza y hacérsela picadillo.

Niego con mi cabeza y Elder se queda muy callado, detecto el inicio de una sonrisa burlona que quiere dibujarse en sus labios pero lucha por no culminar la acción. Me llama mucho la atención, ¿qué le causa risa? ¿Soy tan evidente? ¿Se está burlando de mí?

—¿No hay problema verdad?

—No soy su puto padre. Pregúntale a ella si no hay problema.

—Dijo que no.

—¿También te dijo que se casaría contigo? La conozco, sé que no fue lo que dijo. Mantente alejado de mí.

Volteo hacia la mesa de estudio de Jade, quien por fin se ha dado cuenta de mi existencia y me decepciono tanto al darme cuenta de que no me mira a mí, sino a él, no es hasta varios segundos después que sus ojos deciden darme un poco de protagonismo. Por un maldito momento me pienso lo de acercarme y aclarar esto de una vez. Mas no es lo que hago, decido irme.

Sin decir ninguna palabra y totalmente desorientado salgo a toda prisa de la biblioteca. Tiro de mi propio pelo y en cuanto llego a mi habitación le doy un puñetazo a la madera, luego hago un desorden del tamaño del mundo, como todo un malcriado adolescente. Gruño hasta que me empieza a doler la garganta y me pierdo en el baño para darme una ducha fría.

Me meto debajo del chorro de agua y dejo que haga su trabajo, tengo tanta rabia contenida que siento que me estoy quemando, mi pelo se moja, mi cuerpo también, me sostengo con los brazos del azulejo y termino poniendo mi frente en el material liso y húmedo tratando de que la fuerza del agua que ahora solo cae en mi espalda me relaje los músculos.

¿Qué te pasa André? ¿Qué es todo esto que siento, que pienso, que vivo? Impotencia, malestar, hasta dolor de cabeza, hambre ni tengo y me está costando hasta respirar. Qué carajos, me tiene que importar un comino si le gusta a él, si le gusta a ella, si les gusta todo el puto mundo. ME TIENE QUE IMPORTAR UNA MIERDA. Eso.

Pero no lo hace, maldita sea, me arde y me lastima la sola idea de imaginarla con él, con otro, con quien sea; besándose, tocándose, follan... Ah, joder, que alguien me de un balazo. ¿Y si se lo cuento? ¿Y si le digo cómo me siento? Vaya, tal vez ya fue demasiada agua fría, se me está enfriando el cerebro.

Apago la llave, me envuelvo una toalla a las caderas y salgo. Mi hermano está ahí, en su cama, y me observa con detenimiento.

—A veces me pregunto cómo es posible que siendo gemelos yo no me mire así en toalla y recién duchado, yo parezco más bien un pollo mojado, tú una escultura tallada por los dioses —se suelta a reír.

Retando al corazón Donde viven las historias. Descúbrelo ahora